Me han acompañado estos últimos días las "Clases de Literatura" que Julio Cortázar impartió en la Universidad de Berkeley, en 1980, editadas por Carles Álvarez Garriga (que fue uno de nuestros alumnos), gran especialista en la obra del escritor argentino, y que últimamente editó también (con Aurora Bernárdez) los fabulosos cinco tomos de la Correspondencia.
Además de la exposición directa de Cortázar sobre los distintos temas, se recogen asimismo sus respuestas a las preguntas e intervenciones que le formulan los asistentes a los seminarios.
El libro o el curso tiene una estructura que, tras una entrada general sobre las etapas y facetas de su obra, va de los relatos a las novelas. El lector cortazariano quizás no descubre demasiado, ya que sus ideas sobre la novela o sobre el relato fueron publicados en distintos libros, pero sí disfruta con este recorrido, que es tan panorámico como esencial, y que a menudo deriva en cuestiones más teóricas, como el humor
(¡ay! aquí se olvida de Cervantes, y atribuye su invención a los novelistas sajones del XVIII)
u otras categorías. Me parece importante su reconocimiento de ciertos escritores a los que quizá hoy cuesta más acceder, o de los que no se habla ya tanto, como Gómez de la Serna o Boris Vian, cuyos estímulos reconoce.
Y sobre todo, considero muy atractivos como lección de lectura aquellos tramos del libro en que Cortázar se detiene a glosar y comentar una pieza concreta de su obra (normalmente cuentos) para mostrar e ilustrar la génesis de su escritura.