Reproducimos un interesante artículo publicado en Pensamiento Hispánico.
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Si en algo en experta la casta política parasitaria es en crear cortinas de humo que oculten sus actividades , aunque sólo sea por un tiempo, a los ojos de los parasitados.
Resulta curioso cómo los genocidas, cómo quienes manifiestan un día sí y otro también su absoluto desprecio por la vida humana, se presentan como adalides del respeto a los demás y de su superior condición para decir qué es lo está bien que hagamos o qué es lo que está mal.
Estos manifiestos parásitos que han vaciado absolutamente las arcas del estado, que han destruido España, que han dado carta de legalidad al asesinato de niños indefensos en el vientre de su madre, entre otras actividades dignas de mención en capítulo aparte, se olvidan de una de sus antiguas manipulaciones, aquella que decía “prohibido prohibir”, y abrogándose un paternalismo estúpido, supuestamente por nuestro propio bien, legislan leyes tendentes a propiciar enfrentamiento en la población . El fin de las mismas… crear cortinas de humo que distraigan al respetable.
La última cortina de humo tiene que ver directísimamente con el humo. Es la controvertida ley antitabaco.
Vamos a ver: si tan negativo para la salud es el tabaco, que lo prohíban. Directamente y sin cortapisas.
Lo que resulta curioso es que, mientras están lanzando constantes y veladas campañas tendentes a quitar mala prensa a las drogas, satanizan a los fumadores y fomentan enfrentamientos entre quienes fuman y entre quienes no fuman, al tiempo que se llenan los bolsillos a costa de unos y de otros… Y lo que es más importante… crean constantes cortinas de humo para distraer la atención del personal y de ese modo, vuelvo a insistir, poder seguir parasitando a placer.
Ellos, y sólo ellos son el mal a extirpar. Ellos son el cáncer de la sociedad; ellos son quienes viven a costa de los demás, quienes han endeudado a nuestros nietos, quienes nos han llevado a una situación insostenible de paro y de penuria económica, mientras para sí mantienen empleos, pluriempleos, subsidios, ayudas, paraguas de todo tipo, siempre a costa de quienes sólo les queda el consuelo de fumar… Y hasta eso les quieren quitar.
Será para fomentar algún nuevo sistema de expolio basado en la creación de nuevos puestos improductivos (inspectores y psiquiatras), que se ocupen, unos de controlar que su negocio funciona a la perfección, y otros de atender a quienes con el tabaco tienen suficiente.
Tal vez la solución sea, sí, dejar de fumar… y liarse la manta a la cabeza.
Cesáreo Jarabo
Revista Opinión
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