Llevo unos días muy malos de darle vueltas a la cabeza. Y como no quiero seguir en este plan, he decidido hacer una lista de cosas bonitas que nos hagan felices. Pero con una condición. No lo lean del tirón. Juguemos a una cosa: lean la primera línea; cierren los ojos visualizando lo que leen, imagínenlo unos instantes; sientan que pueden asir la imagen, evocarla y casi respirarla. Cuando sientan que lo tienen, pasen a la siguiente línea. Hoy, en cosas bonitas:
Un gorrión bañándose en una fuente.
El aire fresco tras la lluvia.
El olor de una panadería.
Una abeja revoloteando sobre unas flores.
Un café con leche.
Un beso en la mejilla.
Pisar la arena descalzos.
Releer la última frase de ese libro que tanto nos gustó y cerrarlo.
Llegar a fin de mes. Llegar vivos a fin de mes. Llegar vivos.
Porque, si no tenemos cuidado, no podremos seguir haciendo ni sintiendo, no podremos compartir ni disfrutar. No podremos dar o recibir ese beso en la mejilla. Ni contar cuánto nos ha gustado ese libro. Esto no es un juego. Esto no va (solo) de decisiones políticas, también va de personas. Y si queremos seguir viviendo cosas bonitas, tenemos que tomarnos esto en serio.