Otro año que estoy aquí. Y en Navidad con mi familia, que eso es la mayor suerte del mundo. Además sigo disfrutando de mi trabajo, cada vez mas. Me ha costado años aprender a disfrutarlo sin presión y sin demasiados agobios. Y no viajo tanto, pero viajo. A veces por trabajo pero acabo convirtiendo la ocasión en una fiesta. Como el viaje a Santander en febrero con mi hermana. Fue sesión, biblioteca, mariscada, paseos, exposición, playa, amigos, descanso, Cazurro y vuelta. Una gozada. Y el anterior a Madrid… qué maravilla: las risas con Juan Dávila, zapatillas nuevas, comida rica, paseos, sol y sorpresas.
Sobrevivo cada vez mejor al frío. Sigo paseando por Villaverde en cuanto encuentro un rato. Sembré unos ajos y nacieron todos. No sembré muchos pero tampoco soy ambiciosa. Ahora voy a por las cebollas. Y mientras tanto miro las paredes de la que será mi casa y sueño despierta. Despacio, pero despierta. Me voy quitando dudas y las sustituyo por certezas. Estoy aqui para aprender, y lo sigo haciendo cada día. Y mañana también, y pasado. Sea el día que sea. Como hoy, que es 8 de marzo. Y bien.