Si, por muy sorprendente que a algunas familias les pueda parecer, el autismo de mi hijo ha traído cosas bonitas a nuestra vida; a nuestra forma de ser, a nuestra forma de actuar, y por supuesto, a nuestra visión del mundo que nos rodea. Y es que, aunque sé que el diagnóstico TEA es duro y en las primeras fases de afrontamiento del diagnóstico parece no haber nada bueno en ello, una vez empezamos a asimilarlo nos damos cuenta de que tiene cosas bonitas. Y nosotros, dos años después del diagnóstico, ya podemos hacer nuestra propia lista.
Cosas Bonitas que nos ha enseñado el autismo
- Resiliencia: Tras un tiempo de incertidumbre, he podido adaptarme a la realidad de nuestra familia y a sus circunstancias de manera positiva, diría yo. Tengo claro lo que quiero para mi hijo, y en base a ello actúo. A nivel emocional, aunque es cierto que en determinados momentos flaqueo, lo llevo bien.
- Fortaleza: En esta vida hay que ser fuerte, sí o sí. En muchas ocasiones no tenemos otro camino que la fortaleza. Tener un hijo TEA supone esforzarse día a día por superar las dificultades y convivir con aquellas que no se pueden superar; supone no bajar nunca la guardia, aceptar las diferencias y hacer frente a los problemas de inclusión y a las injusticias que día a día (repito; DÍA A DÍA) vivimos. Pero recalco, y recalcaré siempre, que si alguien está demostrando su verdadera fortaleza es él, mi hijo. Porque tras años de terapia, aún no se ha quejado de no poder quedarse en el parque con sus amigos al salir del cole por tener que ir a su centro de terapia. Porque se intenta adaptar día a día a las horribles exigencias de un entorno normotípico, intentando encajar donde no encaja. Y por mil y una razones más, mi hijo me demuestra todos los días lo fuerte que es.
- Mayor sensibilidad hacia las necesidades especiales: No hay nada como zambullirse en un mar concreto para conocer todo lo que se esconde en sus profundidades. El inmenso mar de las necesidades especiales se ve muy diferente desde fuera y desde dentro. Desde fuera se percibe con compasión, con facilidad, desde la distancia de ese «a mi no me va a pasar». Pero, cuando te pasa (porque nadie está exento) y te toca bucear por dentro, compruebas el horroroso camino que hay que recorrer y las continuas patadas que hay que dar para moverse en un mundo hecho para neurotípicos. Y esto hace que tengamos una empata y sensibilidad especial hacia aquellas personas que viven lo mismo que vivimos nosotros. Porque conocemos las dificultades, la rabia, la soledad y la falta de apoyo.
- Prioridades: Cuando tienes un familiar con algún tipo de dificultad, el sistema de prioridades que has tenido hasta ese momento se reordena y adquiere otra dimensión. Empiezas a dar importancia a lo verdaderamente importante y dejas en un segundo plano lo demás. Este nuevo sistema de prioridades se convierte en un referente que reordena tus creencias, tus conductas y tus actos, para mejor.
- A valorar las pequeñas cosas y los pequeños avances: Cada nuevo avance es un motivo para celebrar para cualquier niñ@. Demuestra que el desarrollo va haciendo camino, que se van consiguiendo esas pequeñas cosas para las que trabajamos diariamente. Cuando se trata de un niñ@ con trastornos que involucran el desarrollo, como el Retraso Global del Desarrollo y el Trastorno del Espectro Autista o TEA, estos avances cobran un especial sentido, porque cuestan mucho más trabajo conseguirlos y son el resultado de horas y horas de práctica y terapia. En nuestro caso, vivimos día a día con estos dos trastornos, y gracias a las terapias que está siguiendo mi hijo podemos disfrutar de esos pequeños grandes avances de los que os hablaba el otro día.
- Aceptar el ritmo individual de cada niñ@: Todos y todas tenemos la teoría más o menos clara: Sabemos que cada niñ@ tiene su propio ritmo y lo importante que es respetarlo. No obstante, existen familias que, cuando llega el momento de poner en práctica esto, se olvidan de ello y fuerzan el desarrollo de l@s peques: Pretenden que dejen el pañal cuando aún no muestran señales de control de esfínteres, les infravaloran por no hablar bien y/o les castigan por no saber realizar diferentes conductas para las que no están preparados. Las familias que hemos puesto nombre a las dificultades de nuestr@s hij@s (que tenemos un diagnóstico) hemos aprendido a poner en práctica esta teoría, porque sabemos las dificultades y las limitaciones que tienen estse tipo de trastornos. Y, de la misma manera que aceptamos el ritmo individual de nuestr@s hij@s, también aceptamos el de otros niñ@s, sin infravalorarlos por posibles inmadureces de desarrollo. Esto nos permite abandonar la eterna batalla de «mi hijo es el mejor» y afrontar su desarrollo con una mayor paz.
No, no estoy romantizando el autismo
Leyendo el borrador de mi entrada puedo ponerme en la mente de algunas familias y pensar que estoy romantizando el autismo. Para nada es mi intención. Sabéis que nuestra andadura con este trastorno empezó hace años, que hemos pasado por muchos problemas para conseguir los apoyos y recursos que tiene mi hijo en su día a día, y que hemos sido víctimas de muchas situaciones denigrantes y discriminatorias a lo largo de los 6 años de mi hijo. Nuestro camino no ha sido fácil, y sigue sin serlo (siempre estamos inmersos en alguna batalla que de no ser por el TEA de mi hijo no tendríamos), pero hemos aprendido a vivir con ello y a encontrar la luz entre las sombras. Y, como nunca hay que perder de vista lo positivo de cada situación, soy consciente de que el TEA me ha aportado cosas bonitas, además de muchas cosas tristes.
Y a vosotr@s, ¿qué cosas bonitas os ha traído el autismo?
¡OS LEO EN COMENTARIOS! O-O