En los foros de ópera he podido leer varias veces, unas en tono amistoso y otras no, la acusación de que los aficionados que tenemos interés por la técnica vocal somos más foniatras que melómanos. Vamos a intentar demostrar que el verdadero canto relaciona íntimamente técnica, música y expresión. Dedico esta serie de audiciones en particular a mi amigo el forero Alberich.
Cualquiera de los solos de tenor del "Réquiem" de Verdi que grabó Luciano Pavarotti con Herbert von Karajan podría servirnos de ejemplo. No conozco ningún otro registro donde se refleje la gama de colores e intensidades de la partitura con resultados expresivos tan emocionantes. Y, en fin, esa voz que casi parece venida de otro mundo: un timbre de tenor "tocado" como si fuera un violín, algo que parecía reservado a la voz de soprano. A Pavarotti le debió de quedar grabada la lección de Karajan, porque durante toda su carrera mostró haber interiorizado los recursos técnicos necesarios, incluso bien entrados los años 80 y en declive (con Muti).
Por no extenderme demasiado, sólo una notas sobre el solo del "Hostias", unos 48 segundos celestiales. Esta página destruye el mito de Pavarotti como un tenor que se basaba sólo en unas dotes privilegiadas. Sólo con una bella voz bien impostada de natura en el registro medio no se canta así esta música. Pavarotti fue un cantante más reflexivo de lo que se le reconoce y meditó mucho la forma de atacar este solo, concretamente su primera nota. Ésta, un mi natural, no es nota de pasaje del tenor (que en el caso de Pavarotti era siempre el fa# y a veces el fa) sino de preparación, como se dice en jerga. Es decir, sólo debe empezar a aplicarse el sombreado de las vocales de forma ligera (la "a" cercana a la "o", la "o" casi como una "ou" francesa, etc). Sin embargo Verdi prescribe dolcissimo, se trata de una música que debe transmitir un sentimiento de unción, de recogimiento, de paz augusta. Se trata de encontrar antes que una dinámica (al contrario del aria, donde abundan los p y pp) un color y una textura que correspondan al radiante do mayor. Finalmente decidió seguir el ejemplo de Bergonzi y cubrir la emisión de la "o", es decir, adelantar el pasaje para acceder al registro superior y así poder emitir esa media voz nítida, pura, casi inmaterial. De hecho en todos los mis de la frase "Hostias et preces tibi" están ya en registro "de cabeza". La emisión cubierta se revela la base de la dinámica suave: el sonido abierto no puede regularse si no es afalsetándolo o velándolo en la garganta (escúchese a di Stefano). En "Domine" se mantiene la media voz y tenemos por tanto un re un poco redondeado (de preparación) seguido de un mi con apoyatura de nuevo "pasado" (increíblemente bello) y caída a un do central en la que conserva la posición del mi para conseguir aplicarle el diminuendo prescrito. Es decir, ¡un tenor llevando el registro superior a una nota que es plenamente "de pecho"! La técnica adaptándose al objetivo musical y expresivo. En la siguiente frase, ataca suavemente ("Tibi") y refuerza para cumplir con el crescendo hasta el sol agudo. En esta versión con Abbado incluso omite la pequeña toma de aire que hacía con Karajan. Todo limpiamente y con una soldadura entre registros desde el mi que hace difícil percibir que exista un pasaje. Ataca el fa y recoge a continuación la emisión ("Offerimus") para realizar la última escala descendente, siempre en registro superior, hasta el último do (de nuevo) con un bonito trino intermedio.
Canto, en fin, digno de entrar en cualquier antología de la Golden Age, que demuestra que Pavarotti sabía cantar medias voces auténticas en tesituras comprometidas, algo que no practicó con la debida constancia. El color de su mezzavoce recuerda un poco al de Beniamino Gigli, cuyo uso de las resonancias superiores es aun más intenso. La textura así obtenida es incluso más delicada, quizá un punto acaramelada, pero no le permite emitir un sol agudo squillante como el de Pavarotti. Éste fusiona esmalte y metal de una forma milagrosa.
Posteriormente se puede apreciar la diferencia técnica con Ghiaurov, que sí apunta el cambio de registro al atacar el la2 ("Hostias...") pero posteriormente canta con evidente predominio de la resonancia central. El resultado es que no puede ser dolcissimo pese a la magnífica calidad de su timbre.Barra libre de opiniones, m?sica y lo que se me ocurra, que para eso es mi blog.