Revista Salud y Bienestar
Hace poco, un médico me contó que cuando era residente tenía a cargo de su cupo una residencia privada, y que las veces que tuvo que ir por un aviso le gustó el trabajo. Pensé, sin ofender a nadie, por supuesto, que no es lo mismo ir un rato (o muchos ratos, según la demanda sanitaria que se pudiera generar en un momento determinado) que estar permanente. La labor del médico de un Centro Residencial, y por extensión, de todo el personal al completo, tiene su parte "bio", no se puede negar ni olvidar. Pero lo cierto es que una buena parte de la atención sanitaria está dedicada a lo "psico" y lo "social". Porque gracias a escuchar y conocer esa parte psicosocial, se puede atender mejor a las personas en su parte bio y, en general, en lo que son integralmente. Por eso, en nuestra residencia sabemos que si María tiene la tensión alta es porque el día de antes que discutió con su hijo, y que el único tratamiento que necesita es que se sienten un rato (un ratazo, hay que reconocerlo) con ella para que se desahogue. O que a Josefa se le puede disminuir los analgésicos en periodos vacacionales cuando su hija la de Barcelona viene a verla, que se le quitan todos los males de la ilusión. O que la razón de que Antonia llame todas las noches a una auxiliar para que le dé un vaso de agua es que tiene miedo a morir sola. O que... Mil historias de cada residente que dan razón de ser a las cosas de la edad.