Revista Opinión

Cosas de Lobo (Antunes)

Publicado el 28 noviembre 2014 por Elperdiu
Segundo acercamiento a António Lobo Antunes. El primero fue un fracaso. Y es que hay escrituras complejas. O quizá no tengo yo paciencia para todo. Ya me lo advirtió el gran Jesús Fuentes, fabulador toledano: "no va con tu estilo; te va a costar seguirlo". Así que lo empecé. Y lo dejé. Inconstante que soy.  Hace unos días el gran Jorge Moreta, triunfador en Madrid, me prestó su Libro de crónicas. Me lo prestó como sólo lo hacemos loslletraerits: "léelo, te ha de gustar". Una recopilación de artículos para el Público portugués. Un librazo. Historias del vacío de la postmodernidad en poco más de mil palabras. La presencia de España como escape. Los domingos de tedio por la tarde. Y algunas frases en las que leerme, quizá porque yo tampoco "pertenezco a ningún partido, a ninguna escuela, a ningún bando: soy libre. [...] Los grupos existen porque existen debilidades individuales. No tengo nada contra aquellos que se juntan, siempre que no me pidan que me junte a ellos". Un libro sobre el sentido del fracaso que se instala en nuestras vidas a poco que uno madure y mire el pasado con seriedad "estuve en la guerra, fui militante de izquierdas, me encantaban los bares: es decir, pasé la existencia oyendo tonterías." Esas páginas que parecen escritas al alimón por alguno de los grandes que me acompañan, y que me recuerdan que "olvidar a una mujer inteligente cuesta un número incalculable de mujeres estúpidas"
Quizá porque todo es volver. Quizá porque no haya nada más que la infancia. Quién no ha pensado alguna vez, cuando pasan los Reyes que puede ser que el año que viene me regalen una pistola de fogueo y al disparar el primero reaparezca mi abuelo, vuelva a ponerme la mano en el hombro, me haga aquella caricia que me hacía con el pulgar en la nuca (-Mi nietecito) Y yo sienta de nuevo su fuerza y ternura, sienta de nuevo, como siempre sentí, que estando junto a él nunca ninguna cosa mala, ninguna cosa triste, ninguna cosa desagradable podría ocurrirme porque mi abuelo no lo habría permitido.

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