Nuestros peques, esos que cuando hablan dicen unas cosas que nos hacen pensar, que nos dejan boquiabiertos, que nos hacen preguntarnos de dónde habrán sacado esas cosas. Esas cosas que con el tiempo olvidamos, aunque nos gustaría atesorar para siempre. Tengo una amiga que apunta las ocurrencias de sus hijos en un diario. Bonita forma de recordarlo luego. Yo siempre digo que voy a hacerlo, pero lo olvido.
Hoy, Sara está en casa conmigo, está enferma y lleva unos días sin ir al colegio. Hace un rato iba a cambiar las sábanas y ella ha decido ayudarme. Pero me ha ayudado de un modo muy especial. Me he reído muchísimo y para no olvidarlo, he decidido escribir la historia corriendo, cual diario. Ha sucedido así:
–Mamá, yo te ayudo a cambiar las sábanas, ahora vengo – ha dicho Sara y se ha ido a buscar algo. Cuando ha vuelto traía un papel en la mano.
– ¿Qué es eso?
–Estas son las instrucciones para cambiar las sábanas. Yo soy una experta y te las voy a leer para que lo hagas bien.
–Pues vamos a empezar cariño –intentando no reírme…
–Capítulo 1, pon una sábana. Tienes que estirarla bien.
–Vale, ya he puesto la sábana de abajo, ¿ahora qué toca?
–Capítulo 7, pones otra sábana. Esta es muy “dififil” – Mientras, ella estaba apoyada en su cama, con el papel en la mano, supervisando la escena.
–Ahora toca el capítulo de la almohada.
– ¿Cuál es ese?
–El capítulo 23 – (Me encanta ese orden que ella se saca de la manga…)
–Y después de las almohadas, ¿qué tengo que hacer?
–Emmmm, poner el emmmm, mmmm, ehhh, eso que no se cómo se llama (el edredón).
–Mamá, muy bien, lo has hecho fenomenal, menos mal que yo soy una experta y te he ayudado. ¡Eres una campeona mamá! – Y me he ganado un abrazo y un beso.
Así da gusto cambiar las sábanas. Vaya mañana más entretenida llevo😉