Revista Cultura y Ocio

Cosas del azar – @DonCorleoneLaws

Por De Krakens Y Sirenas @krakensysirenas

Recuerdo perfectamente aquella nota interceptada en mitad una clase de Lengua de 5º A en la que una chica castaña de pelo largo llamada Elena confesaba a su amiga que le gustaba mucho el chico de la camisa de cuadros sentado en el segundo pupitre de la derecha. Nunca olvidaré aquel primer orgullo de sentirme guapo…

Recuerdo que, una tarde, estando en la playa, una barquita de pescadores se acercó a remo a la orilla arrastrando sus redes. Giró sobre su eje y se bajaron tres hombres rudos con la piel curtida por el sol a tirar de ella. A mis ocho años me levanté de la arena sin preguntar, cogí una de las cuerdas y tiré entre ellos con todas las fuerzas que tenía. Aquella red tenía poca pesca y mucho inmaduro, así que un pescador cogió mi cubo de los castillos, lo llenó de chanquetes y me dijo: “cada mañana sobre las ocho y media, sacamos el copo aquí delante. Si te levantas a ayudarnos como hoy te llenaré el cubo de pescado”. Pedí a mi madre que me despertara, y cada día de aquel verano de los ochenta fui pescador…

Recuerdo aquel desgastado balón de voley que vino rodando hasta donde yo estaba sentado con las piernas estiradas, y a aquel chaval de flequillo rubio indomable que al agacharse a cogerlo me dijo sonriendo “nos falta uno, ¿te animas?”. Al poco tiempo yo era un buen zaguero para el equipo y defendíamos al instituto en una liga estudiantil. Formamos una pandilla extraordinaria…

Recuerdo una fiesta de viernes por la noche en casa de una chica morena, pero no recuerdo su nombre. Era su cumpleaños y había invitado a todo nuestro grupo de amigos porque uno era primo suyo. De aquella noche salieron tres parejas: dos acabaron en nada y una en boda. Allí escuché yo por vez primera “Brothers in arms” de los Dire Straits, y supe que siempre me acompañaría en mi viaje…

Recuerdo la merienda en casa de un amigo una tarde de sábado. Éramos tres, y nos propuso ir al Albaicín a la presentación de una imagen que habían restaurado recientemente. Nos pareció bien y subimos paseando por la Calderería y San Gregorio. Estando sentados en la Iglesia de San Miguel vi pasar a una chica rubia muy pizpireta que movía acertadamente una minifalda de tablitas Burberry. Años después ella fue mi mujer y, bastantes años más tarde, aquel amigo fue el procurador que facilitó mi divorcio…

Recuerdo una convivencia de adolescentes en Málaga con mucha gente. Había personas procedentes de casi toda España. Después de la cena hicimos botellón en una habitación de literas y nos liamos a reír planeando tonterías: a casi todos nos gustaba alguien de por allí. Acabamos persiguiendo chicas guapas en pijama por los pasillos de aquel colegio mayor, disparándoles con un extintor de seis kilos que lo puso todo perdido. De allí saqué muchísimos conocidos y a un amigo del alma…

Recuerdo una llamada de teléfono a casa de mis padres citándome para un café. A media tarde, por la amistad que nos unía, me solicitaban el favor de que ayudara en una cuadrilla de costaleros que estaba muy carente de personal. El año que viene haré en esa misma cuadrilla veinticinco años ininterrumpidos de servicio…

Recuerdo la primera vez que tú y yo nos quemamos con la mirada. Estábamos en el sitio adecuado y en el momento preciso. ¿Magia? ¿Dios? No lo sé. En cualquier caso, todos estos y muchos más recuerdos ya son parte de mi historia y de mi alma, y fueron simples cosas del azar…

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