"Schuman, de Gasperi y Adenauer, padres de la integración europea, tenían mucho en común. Los tres eran hombres de frontera", recuerda Belén Becerril, profesora de Relaciones Internacionales de la Universidad CEU San Pablo. Como el propio Paul-Henri Spaak. "Habían vivido de cerca el sufrimiento causado por la guerra, por los desplazamientos. Eran hombres de acción. Políticos, no intelectuales. Los tres eran demócratas cristianos que defendieron los derechos de los trabajadores, cercanos a la Doctrina Social de la Iglesia, en la estela de Rerum Novarum. Los tres venían de familias católicas, muy religiosas, eran hombres de fe y los tres hablaban alemán. Además, los tres fueron perseguidos y estuvieron recluidos, ocultos en monasterios y en prisión", añade Becerril".
Pues eso.Revista Opinión
Pablo Suanzes, el corresponsal de El Mundo en Bruselas, sacaba el domingo una crónica magnífica sobre el septuagésimo aniversario de la Declaración que forjó Europa. Un párrafo luminoso. ¿Qué tenían en común los tres padres fundadores?