Hace unos días hablaba de por qué me gusta ser mamá (aunque es algo realmente difícil de explicar y creo que no lo conseguí…).Creo que se madre me ha enriquecido y me ha hecho crecer como persona, sin proponérmelo.
Sin embargo, veamos la otra cara de la moneda...
1. No me descuido…pero casi.
Siempre he priorizado la comodidad o el no pasar frio frente a la “ultima moda”. Pero ahora está más claro que nunca. Para patear la ciudad con el cochecito o para ir al parque a jugar…comodidad, comodidad, comodidad. Nada de tacones y nada de collares que se enredan cada vez que te agachas. A parte de que hay días que no tienes tiempo para mucho “retoque”. Siempre me pregunto cómo lo hacen esas madres que van siempre tan estupendas y enjoyadas. O las famosas que recién dado a luz el bebé posan monísimas, peinadas, maquilladas y bien vestidas. ¿ Cómo es posible? ¡Pero si los primeros días no da tiempo casi ni a darse una ducha!
2. Se ha agudizado mi emotividad.
Siempre he sido de lágrima fácil, cosa que cada vez me avergüenza más. Con las desgracias que ocurren en la vida y yo puedo llorar a moco tendido con una película. Por si esto fuera poco, ahora soy capaz de llorar sólo porque el Chiquinini ha aprendido algo nuevo…(en fin, espero que no me dejéis de leer al conocer estos detalles escabrosos…). Además no puedo escuchar nada malo que haya pasado a un niño. Siempre da más pena porque despiertan más ternura, pero desde que soy mamá…mucho peor.
3. Antepongo a mi Chiquinini a cualquier cosa.
A ir a la peluquería si no es imprescindible, a escaparme una tarde al cine con mi marido, a un fin de semana fuera con los amigos ( que aún no tienen niños), a una comida con los compañeros de trabajo, a ir al médico, etc. Casi es una obsesión para mí el poder dedicarle el mayor tiempo posible a mi hijo. En la vida muchas veces hay que elegir y cada uno tiene sus prioridades, pero pienso que los extremos no son buenos y lo que hago quizá no sea lo más sano…Así que para 2010 me voy a proponer mejorar en esto un poquito.