Título original: Cosas insignificantes
Título en Argentina: Cosas insignificantes
Director: Andrea Martínez Crowther
Guionista: Andrea Martínez Crowther
Intérpretes: Bárbara Mori
Fernando Luján
Carmelo Gómez
Lucía Jiménez
Paulina Gaitán
Blanca Guerra
Arturo Ríos
Productores: Luis De Val
Bertha Navarro
Guillermo del Toro
Fotografía: Josep M. Civit
Música: Leonardo Heiblum
Jacobo Lieberman
Montaje: Ángel Hernández Zoido
Nacionalidad: México
España
Año: 2.008
Duración: 96 minutos
Edad: Todos los públicos
Género: Drama
Distribuidora: Notro Films, S. L.
Estreno: 15-05-2.009
Página WEB: Web Oficial de la película en España
Web Oficial de la distribuidora en España
Tráiler de la película en You Tube
Calificación:
Crítica: 6,932 Espectadores: 36.706
Vizcaya: 6,353 Recaudación: 227.696,21 €
España: Puntos (Popularidad): 0
Rugoleor: Índice de popularidad: 0
Sinopsis:
Esmeralda es una adolescente con una extraña obsesión: colecciona objetos perdidos, olvidados o tirados por gente que no conoce, y los guarda en una caja que tiene debajo de la cama. Esta es la historia de tres objetos de la caja y de la gente que hay detrás de ellos, todos de alguna manera incapaces de conectarse con quién más aman. Es también la historia de la caja misma, y de cómo Esmeralda aprende a abrirla, a sentir y a atesorar lo más valioso de todo: las relaciones humanas.
Crítica:
17.05.2009 – JOSU EGUREN
La coleccionista
Una magdalena mojada o la fotografía de un apéndice auditivo infestado de hormigas son dos ejemplos de esas “Cosas insignificantes” que han precipitado el arranque de algunas obras maestras, ya sea dentro del cine o de la literatura; pero a la debutante Andrea Martínez no le basta con recurrir a un simple objeto, sino que llega a acumular hasta cuatro en un intento por entrelazar varios relatos distintos.
Enésima revisitación del clásico modelo de “Vidas cruzadas” patentado por el septuagenario Robert Altman en 1.995, “Cosas insignificantes” también está emparentada con otras cintas como “Amores perros” y “21 gramos”, obras que reflejaban la vasta complejidad de las relaciones humanas en el espejo de un gran puzzle narrativo. En cualquier caso, no es su falta de originalidad, sino la artificiosidad con la que rodea cada cambio de agujas, lo que debemos anotar en el debe de esta irregular ópera prima.
Sin apenas tiempo para sumergirse en uno solo de los cuatro capítulos, la ahijada de Guillermo del Toro toma atajos argumentales, avanza en fast-forward y recula, siempre con el dedo puesto en el gatillo de unas emociones artificiales que funcionan a modo de piezas mecánicas dentro del engranaje de la película. Martínez se ampara en un reparto coral ante su incapacidad para penetrar en la coraza de cada individuo, pintando un inmenso retrato de la soledad con el trazo de una brocha gorda que nos obliga a afinar mucho la mirada para identificar los perfiles. Y sin embargo la película funciona cuando no tiene reparos en manipular la fibra del espectador recurriendo a las artimañas que suelen emplearse para forzar la empatía, de tal modo que lloramos con Carmelo Gómez o compartimos el drama de la protagonista, aunque estos sólo sean los amargos primer y segundo plato de una historia que se cierra con un postre demasiado dulce.