Revista Opinión
La última advertencia de la Organización Mundialpara la Salud(OMS) es sumamente curiosa e inútil. Advierte de que las bebidas calientes, como el café, el té o el mate, pueden provocar cáncer de esófago a causa de la temperatura del líquido y no por su composición u otros factores. Es una alerta curiosa porque, de entre todas las sustancias sobre las que hay constancia de su malignidad (alcohol, tabaco, drogas, etc.), las bebidas calientes, de uso cotidiano y extendido, son las que menos riesgo representan para la salud de los consumidores. Y es inútil porque el aviso no modificará los hábitos alimenticios de la población (desayunar con café o tomar té a media tarde) por un remoto riesgo de contraer cáncer de esófago mientras se está expuesto a peligros más probables y graves para la salud como son el tráfico y sus gases contaminantes, las grasas y el colesterol, el alcohol y las patologías hepáticas o las políticas de austeridad del Gobierno que generan paro y pobreza. Hay cosas peores para la salud y la integridad física y mental de las personas que esas bebidas calientes que ayudan a despertar y espabilar a la gente y que suponen, si acaso, las únicas alegrías que pueden permitirse para soportar cada jornada. Si las carnes están tratadas con hormonas, los vegetales con herbicidas, el agua contiene impurezas y los refrescos demasiado azúcar, ¿qué nos queda? El café y el té. Pues, mire usted, de algo hay que morir, pero desayunados y calentitos. No te jode.