Hace ya unos meses que te conté en un post cómo adoptamos a Nana y qué detalles de su inclusión en la convivencia con Betty creo que han ayudado a que ambas se lleven bien.En el paso de este tiempo me he dado cuenta de que hay detalles que también son importantes, y te los quiero contar por si te planteas la convivencia con un perro y un gato.
¡Al lío!
1. Procurar espacios propios aunque los intercambien. Desde los primeros días de la convivencia, Nana y Betty intercambiaban libremente y sin conflictos sus cacharros de la comida y sus camas. Sin embargo, creo que es importante aunque lo hagan, que ambas tengan dos espacios y cuencos aunque compartan porque de esa manera estamos previniendo que alguna se sienta desplazada o tenga que coger forzosamente algo de la otra.

2. Respetar el tiempo para comer que necesita la gata.
Una cosa son los espacios...y otra los tiempos. Aunque no se peleen por comida, los perros comen mucho más rápido que los gatos. Si les vamos a poner algo que les gusta a las dos (como un poco de pavo o atún a veces) Betty ENGULLE literalmente lo que le echo y Nana sin embargo, como todos los gatos, come despacio o incluso, en varias veces a lo largo de un periodo de tiempo. Si les echo a las dos a la vez...Betty se come lo suyo y luego lo de Nana, así que para evitar "injusticias", le sirvo a Nana en algún lugar en alto adonde ella se ponga, y allí puede ir cuando quiera a comer sin que la perra le quite nada.
3.Darle a la perra su rato de actividad.
Algo que tuve muy claro al incluir a Nana en la convivencia es que los ratos que yo tenía con Betty los iba a mantener y a cuidar. Y un rato muy especial que compartimos las dos y que estoy segura de que refuerza nuestro vínculo, son los paseos.
Pero es que además, creo firmemente que a Betty le sienta genial esa actividad porque así el resto del tiempo está tranquila y si Nana la busca para jugar, reacciona con paciencia.