Revista Sociedad
Por suerte hay cosas que nunca cambian...
Supongo que porque no hay necesidad de que lo hagan; porque siempre han estado bien como están. Porque modificarlas sería un sacrilegio a los recuerdos, que nos atan a nuestra ciudad; a nuestra edad de oro, en la que se forja el indeleble sentido de la palabra amistad.
Por suerte, hay cosas que nunca cambian; salvo estos ojos, sombreados de años, que enjugan recuerdos en la misma barra donde se crió este hígado.
Rodeado de las añejas botellas que no nos bebimos; de viejas llaves, que cuelgan esperando el cielo de Baco; de aperos agrícolas abandonados por alguna mano curtida que los cambio por un vaso.
De nuevo vuelvo al lugar donde mis deshoras no pasaban, y me encuentro la suerte de pasar otro buen rato rodeado de buenos amigos, y de Carlos en la barra; sus invariables "rossinis" y su colección sin fondo de la música que necesita cada sorbo.
Por suerte, hay cosas que nunca cambian; como los amigos que me acompañan; a las buenas y a las malas, apoyados siempre en la misma barra.
Foto: Bar "La Barra"; Jaén, España