No sé si con esto arrancaré una serie, o si no es más que
El caso es que aquí me veo, pintándole las uñas a la pequeña Leia, tan feliz y contenta. Con una alegría desbordada, como si fuera algo extraordinario. Y el caso es que lo es. No sé en qué momento empezó a sentir curiosidad por estas cosas, pero es habitual que intente ayudar a la Maestra-Jedi –su modelo para todo– cuando se maquilla ante en espejo. Y hasta le pidió a los Reyes Magos una barra de labios. No es que sea algo malo, desde luego, pero la verdad es que no me atrae demasiado la idea. No me gustaría que fuera demasiado presumida, pero es inevitable dejarse arrastrar por su entusiasmo y hacerla feliz con algo tan sencillo. Y pasamos un buen rato, un momento genial.
Y vosotros, ¿qué habéis hecho por –o con– vuestros hijos que nunca pensasteis que haríais?
¡Que la Fuerza os acompañe!
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