Hola, ¿estás bien? Anoche no me contestaste a lo del viaje. Igual estás enfadada o triste o crees que soy un mierdas. No tengo intención de hacerte daño. No quiero volver a tu vida para destrozarte. Eso ya lo hice hace seis meses y te prometo que me duele cada día. Te conozco bien y creo que cuando me dijiste que me fuera a Berlín contigo y tus hijos fue un órdago: tú no eres así, tú proteges a tus hijos de cualquier capullo. Y yo lo soy. Sé que lo hiciste para alejarme. Para que me cagara vivo. Pues bien, tengo miedo. Tengo miedo de volver contigo. Tengo miedo de que no podamos seguir con lo de vivir 5 días a la semana separados. Tengo miedo de estar con tus hijos y que no me acepten. Tengo miedo. Pero te leo y me quitas todo.
Me preguntaste el otro día por qué no había desaparecido y te dije “no sé qué contestarte”. Me cago en la puta, soy un cobarde. Esa es la verdad. Y tú eres un ángel. No es tomarte el pelo. No quiero que me leas creyendo que vengo a comerte la oreja y que te cuento lo que sea en tal de volver a follar contigo. Sabes que no es así. No me he ido porque te echo de menos. Desaparecí como un hijoputa porque me viniste grande. Eres una señora y yo, un mierdas. No lo digo porque voy de “ay, pobrecito de mí, que quiero darte pena”. No, mi bonita, lo digo porque es así como estoy desde que te dejé. Desde que llegué a Berlín pensando que algún día volverías. Tenía esperanzas y ahora solo tengo miedo de todo y quiero que estés a mi lado. Sé que hay tantas cosas que olvidar antes de que vuelvas a Berlín. Es estúpido esto de cruzarnos media Europa a destiempo, si no pudo ser en España, ¿por qué aquí, allí? Ojalá leyéndome vuelvas a encontrar al imbécil que te gustó. A mí, ya te lo digo, me saca del miedo. Y me cago en todo porque sé que te doy miedo yo. Que seguro que quieres que desaparezca de tu vida. Que no quieres verme ni en Madrid ni en Berlín ni en pesadillas.
Cada día que entro en el wasap me cago vivo por si ya no estás. Por si me has block. Pasará, lo sé. Pero me cago de miedo porque no quiero que te vayas.
Sólo quiero que sepas que estoy luchando contra mis miedos. Que tú me los quitas. Que necesito que no te vayas. Yo no me muevo de aquí, por favor, dame tiempo para hacerte olvidar. Estoy luchando contra mi.
Solo pido una tregua; 4 días en Berlín. Sin pasado ni miedos, o con los que te quieras llevar. Con los que no podamos dejar en España. Vente a Berlín con lo que quieras, pero llega.
Vente a Berlín, por favor.
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