Cosas que tienen que saber saber los lectores de este blog, y que trataré de explicarles de la mejor forma posible, no sin antes disculparme por si esta explicación se alarga más de la cuenta (si eso, para amenizar el texto, subiré alguna foto). Cosas que tienen que saber los lectores de este cuaderno de bitácora, tanto si lo visitan de manera regular como si lo hacen ocasionalmente, y que surgen a raíz de una conversación que mantuve hace unos días con una buena amiga mía, poeta ella, buena poeta además, de unas palabras suyas en particular: No sé dónde vas a por ello, me dijo, sino en estos términos en otros muy parecidos, pero casi todo lo que recomiendas en tu blog me gusta mucho... Si me hubiera dicho, por ejemplo: No sé dónde vas a por ello, pero casi todo lo que subes a tu blog me gusta mucho, no habría pasado nada. Fue ese verbo, recomendar, lo que me hizo pensar seriamente en mi blog, repasarlo entrada por entrada, y finalmente escribir estas Cosas que tienen que saber los lectores de este blog:
Yo no recomiendo nada. Esta la primera, y más importante, y dentro de ella, estas otras dos, con su debida explicación:
Yo no recomiendo ni mis propios libros. Ahora bien, me consta que, aunque el número de mis lectores es más bien escaso, sí hay un puñado de ellos a los que les gusta lo que escribo y compran o suelen comprar mis libros. Así pues, administrando un blog, sería de gilipollas no anunciar mis libros, y lo soy, gilipolllas, pero no tanto. Más cuando en mi caso particular no cuento con el apoyo de ningún otro medio, salvo el de algunos blogs y poco más. Por otro lado, en la edición de un libro, sea mío o de otro, interviene un tipo que está invirtiendo su dinero en tu literatura; así que según lo veo yo es mi deber y obligación tanto con ese editor como con mi propia obra anunciar mis propios libros en este blog o en cualquier otro medio a mi alcance.
Yo no recomiendo los libros de mis amigos. El párrafo anterior puede aplicarse a este otro. Pero lo que tengo claro es que si un escritor conocido o amigo mío o una editorial o quién sea tiene el detalle y se toma la molestia (porque ir a correos es una molestia) de hacerme llegar su libro, lo anunciaré en este blog. Ahora bien, por parafrasear a mi admirada Isla Correyero, a la que tanto debo y deberé siempre, yo no soy filólogo ni crítico o comentarista literario. Por lo que, a partir de este mismo post, me ahorraré mis comentarios personales al respecto. Seguiré el modelo de un blog de poesía que admiro: el de Emma Gunst: texto e imágenes. O el de otro blog de referencia, el de José Ángel Barrueco cuando sube poesía: texto e imagen.
Yo no recomiendo los libros de nadie. Pero soy un lector y relector compulsivo y me gusta compartir con mis lectores todo o casi todo lo que leo o releo. Punto pelota. Considero, sé además, que mis lectores tiene el suficiente criterio e inteligencia como para saber por las muestras que cuelgo aquí si ese libro es de su interés o no.
No recomiendo libros porque no quiero cargar en mis espaldas con esa responsabilidad. O dicho de otro modo: soy enemigo de cualquier tipo de responsabilidad, por insignificante que parezca, y esta puede parecerlo, y, aunque todavía no ha pasado o si ha pasado a mí nadie me lo ha dicho, no quiero que ningún lector de este blog pueda comprar un libro de los que posteo pensando que yo se lo estoy recomendando y que luego no le guste y piense que ha tirado su dinero. Ni hablar.
Por último: y esta es una razón egoísta. Aunque me paso casi 16 horas de las 24 leyendo, escribiendo y navegando por la red, en el reducido espacio del estudio que puedes ver en la foto, lo cierto es que el tiempo se me va de las manos, como el dinero cuando lo tengo, y mucho me temo que no tendré siquiera el suficiente para escribir todo lo que aún creo que he de escribir. Y esto es todo lo que quería que supiesen los lectores de este blog.
Nota final. Para mí, los distintos blogs que he administrado en estos últimos años han sido como casas en las que he vivido. Así que no tendría por qué haber dado estas explicaciones. Pero me gusta haberlo hecho. Además, es mejor. Se evitan posibles suspicacias y malentendidos y yo me ahorro posibles responsabilidades con las que no quiero cargar. Gracias, si has llegado hasta aquí, por escucharme. Y perdona por el rollo.