María Dolores de Cospedal y Vicente Martínez-Pujalte han decidido darle voz al sentir de sus votantes. La primera ha dicho esto: Los votantes del PP son los que pagan la hipoteca; el segundo ha dicho esto: les vendría mejor [a los afectados por los desahucios] que les aceptasen la dación en pago y comprarse otro [piso]. Que el Partido Popular es un partido de derechas al estilo más arcaico y despreciable es una verdad que nunca nos atrevemos a sostener: la democracia consiste en ablandar los extremos para buscar la esfericidad, esa forma feliz y sin astillas que suaviza los discursos; pero al final siempre terminan saliendo las aristas cuando la realidad apremia y hay que situarse a un lado u otro de la balanza, a un lado u otro de la manifestación, a un lado u otro de la calle.
Lo explica muy bien Luisgé Martín en este post: hay quien piensa que la ley debe ser expeditiva y quien piensa que la ley debe proteger al más indefenso. Para el Partido Popular la mayoría de afectados por la hipoteca no pagan porque no quieren o porque así podrán luego comprarse otra casa a mejor precio; para el Partido Popular la ley debe castigar pero no amparar; la ley no está pensada para aspirar a una convivencia mejor, está pensada para vigilar. El ciudadano medio es un cabrón que trata de engañar al Estado y siempre procurará salir airoso mediante estrategias legales.
Salvo aquellos que votan al PP. Aquellos que votan al PP representan para Cospedal y para Pujalte un ejemplo de responsabilidad ciudadana; tipos que pagan sus recibos mientras sufren periodos de largas hambrunas, porque lo primero es pagar el recibo del banco, ese papelito breve en el que queda registrado el valor de la democracia; recordar que la democracia vale lo que cualquiera esté dispuesto a pagar (ley de la oferta y la demanda), gracias al liberalismo económico sabemos esto y gracias a Carlos Rodríguez Braun sabemos que el Corte Inglés es un ejemplo de justicia y amabilidad; el argentino no deja de sorprenderme con su inocente discurso y tenía que meterle en este post como fuera.
Pensábamos que el respeto por el otro y el diálogo eran las reglas no escritas de la democracia, las bases tácitas que sustentan todo el edificio errático del Estado. Cospedal y Pujalte nos muestran el verdadero espíritu de lo que ellos entienden por democracia: la democracia consiste en excluir a los otros, a todos aquellos que no votaron al Partido Popular, es decir, los que no pagan sus facturas.
Este es el modo en el que Cospedal interpreta la realidad: el aborto y la eutanasia son dos formas de asesinato salvo cuando las ejerce un votante del PP, entonces son herramientas legales utilizadas con el máximo rigor para aspirar a cierto grado de dignidad.
Probemos ahora con Pujalte: quien aborta lo hace para volver más adelante a quedarse embarazada, siempre y cuando las circunstancias sean más favorables.
No ignoro que en los casos expuestos más arriba la respuesta válida sería esta: el votante del PP no aborta, el votante del PP no pide una muerte digna; pero en cualquier caso el acento no está puesto en aquellos que verdaderamente necesitan esas opciones; el acento está puesto en el desgraciado que vendrá a ensuciar la ley para beneficio propio. El Partido Popular orbita sobre esa idea y dirige al país con ese ideario: gobernar para perseguir, gobernar contra todos para que nadie salga ganando.
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