Desde la estación de autobuses Atlántico Norte de San José salimos hacia Cahuita, ubicado en el centro, donde se encuentra la costa caribeña. El trayecto duraba unas seis horas atravesando el Parque Nacional Braulio Carrillo. A través de la carretera contemplamos la grandeza y frondosidad de su bosque.
Una vez en Cahuita, fuimos con un taxista hasta nuestro alojamiento, Piscina Natural, un pequeño hospedaje con plantas tropicales que queda al final del pueblo y que se encuentra junto a Playa Negra, con un entrante del mar formando una piscina natural.
Aquí la mayoría de los habitantes son descendientes de jamaicanos ya que proceden de la época de la esclavitud para explotarlos haciéndolos trabajar en plantaciones de bananos.
De hecho, una amiga mía mejicana y viajera empedernida llamada Sara, me explicó que había visitado varias veces Costa Rica y hace años realizó una visita guiada a la plantación Chiquita Banana para ver todo el proceso de recolección hasta su punto final. A día de hoy ya no se hace pero si podíamos visitar plantaciones del cacao y ver el proceso del chocolate.
Al día siguiente después de un desayuno con fruta y café servido por Patty, nos fuimos hacia el Parque Nacional Cahuíta para poder ver la fauna de cerca sin necesidad de ir con guía, pues nos dijeron que este lugar era un hervidero de animales.
Enseguida vimos monos capuchinos, mapaches, una guatusa, la serpiente amarilla venenosa, perezosos, cangrejos ermitaños, las mariposas azules Morpho, iguanas, garzas, cangrejos ermitaños y otras mariposas, pájaros e insectos.
Seguimos caminando por el Sendero del Perezoso hasta llegar a un recodo de una playa donde se podía acceder fácilmente. Dejamos todo enganchado en la rama de un árbol para bañarnos en las aguas caribeñas pero enseguida los monos acudieron para ver que podían robar.
Menos mal que fuimos rápidos porque uno ya estaba a punto de llevarse la pequeña mochila y al menos pudimos sacar fotos de cerca pues se quedaban allí expectantes. Así que hicimos turnos para bañarnos.
Nos fuimos secando y continuamos el camino hasta el límite del parque pues sólo se podía acceder unos pocos kilómetros más. De repente, aparecieron dos mapaches para beber agua de un pequeño arroyo.
En el transcurso de dos horas y media recorrimos el parque llegando hasta el final en Puerto Vargas donde había una zona de árboles y vegetación espectaculares.