Magazine

Costumbres navideñas

Publicado el 22 diciembre 2009 por Angeles
Mi vecina tiene un Papá Noel colgado en el balcón, como mucha gente. Pero la diferencia es que mi vecina lo tiene colgado desde el año pasado. El muñecajo ha pasado los doce meses ahí, a la intemperie, con lo que eso conlleva. Debe ser el único Papá Noel del mundo que ha visto pasar bajo sus pies las procesiones de Semana Santa. Lo cual por cierto, configura una imagen digna de una película de Tom Cruise.
Me imagino a mi vecina, llegado el momento este año de sacar las decoraciones navideñas, diciendo ‘¿Y dónde está el papanué?’ Y habrá ido a comprar otro, claro, porque a estas alturas, si no hay muñeco en el balcón, parece que no es Navidad.
No me explico yo por qué algunas modas arraigan en la población de tal manera que enseguida se convierten en tradición.
Pero ésta del adefesio balconero no es la única costumbre que me asombra. También me deja pensativa y con ganas de consultar a un antropólogo, esa otra moda que yo llamo ‘los balcones histéricos’. Consiste ello en adornar –es un decir- balcones, ventanas y terrazas con tiras luminosas, unas ristras de bombillitas metidas en una especie de manguera.
La idea primigenia es colocar dichas mangueras luminosas siguiendo el contorno del balcón, ventana o terraza a decorar, y que cuando se enciendan proporcionen una iluminación armoniosa y alegre. Pero un gran número de ciudadanos hace una interpretación libre del invento, y el resultado suele ser espantoso: balcones llenos de tirajos arrugados, colocados sin ton ni son, enganchados aquí y allá en completo desorden, y que se encienden y se apagan, parpadean y tiemblan sin orden ni concierto, sin ritmo y sin sentido, creando un efecto de balcón electrocutado que da espanto.
Tampoco me explico yo la pasión navideña por el petardo. ¿A qué se deberá ese gusto por el explotío, como se dice por aquí? ¿Será por molestar, por sacar de quicio al prójimo? ¿Será por el tufo que deja? ¿O por la posibilidad de chamuscarse algún miembro?
Sea por lo que sea, la única conclusión a la que yo llego, observando estas usanzas, es que a buena parte de la humanidad le encanta el ruido, las luces estridentes, los colorines y el feísmo.
Observen un poco y verán. Todo lo que se convierte en moda rápidamente, todo lo que consigue aceptación mayoritaria, es feo, o chillón, o ruidoso. O todo a la vez. Y observen que todas las celebraciones, públicas o privadas, religiosas (si es que queda alguna) o laicas, todas llevan aparejados el ruido, la matraca y la estridencia.
¿A qué se deberá?
Costumbres navideñas

También podría interesarte :

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Quizás te interesen los siguientes artículos :