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Costumbres navideñas

Publicado el 19 diciembre 2018 por Angeles

En 2018 Juguetes del viento ha cumplido diez años, y para celebrar la historia del blog estamos recuperando algunas entradas. Ésta fue publicada originalmente el 22 de diciembre de 2009.Mi vecina tiene un Papá Noel colgado en el balcón, como mucha gente. Pero la diferencia es que mi vecina lo tiene colgado desde el año pasado. El muñecajo ha pasado los doce meses ahí, a la intemperie, con lo que eso conlleva. Y debe de ser el único Papá Noel del mundo que ha visto pasar bajo sus pies las procesiones de Semana Santa. Lo cual por cierto, configura una imagen digna de una película de Tom Cruise.
Me imagino a mi vecina, llegado el momento este año de sacar las decoraciones navideñas, diciendo "¿Y dónde está el papanué?" Y habrá ido a comprar otro, claro, porque a estas alturas, si no hay muñeco en el balcón, parece que no es Navidad.

No me explico yo por qué algunas modas arraigan en la población de tal manera que en seguida se convierten en tradición.
Pero ésta del adefesio balconero no es la única costumbre que me asombra. También me deja pensativa y con ganas de consultar a un antropólogo esa otra moda que yo llamo "los balcones histéricos". Consiste ello en adornar -es un decir- balcones, ventanas y terrazas con unas tiras luminosas, unas ristras de bombillitas de colores metidas en una especie de manguera.
La idea primigenia es colocar dichas mangueras luminosas siguiendo el contorno del balcón, la ventana o la terraza que se desea decorar, y que cuando se enciendan proporcionen una iluminación armoniosa y alegre. 
Pero un gran número de ciudadanos hace una interpretación libre del invento, y el resultado suele ser espantoso: balcones llenos de tirajos arrugados, colocados sin ton ni son, enganchados aquí y allá en completo desorden, y que se encienden y se apagan, parpadean y tiemblan sin orden ni concierto, sin ritmo y sin sentido, creando un efecto de balcón electrocutado que da pavor.
Tampoco me explico yo la pasión navideña por el petardo. ¿A qué se deberá ese gusto por el explotío? ¿Será para sacar de quicio al prójimo? ¿O será por la emocionante posibilidad de chamuscarse algún miembro?

Sea por lo que sea, la única conclusión a la que yo llego, observando estas usanzas, es que a buena parte de la humanidad le encanta el ruido, las luces estridentes, los colorines y el feísmo.
Observen un poco y verán. Casi todo lo que se convierte en moda rápidamente es feo, o chillón, o ruidoso. O todo a la vez. Y observen que en general las celebraciones, públicas o privadas, religiosas (si es que queda alguna) o laicas,  llevan aparejados el ruido, la matraca y la estridencia.
¿A qué se deberá?
Costumbres navideñas
***Muchas gracias a todos ustedes por la compañía, la alegría y la sabiduría que me han regalado durante un año más, éste que acaba. Para 2019 les deseo a todos mucha felicidad, y espero que sigan acompañándome. Besos y abrazos,Ángeles.

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