Hasta en los papiros aparecen cotilleos de los esclavos sobre sus amos, una forma de expresión, a veces de venganza, que ha llegado hasta hoy a lugares como la Moncloa, donde viven los presidentes del Gobierno español.
En los petroglifos chinos, en la historia de Felipe II traicionado, o en la aristocracia inglesa, creadora por sí sola de un exitoso género literario: secretarios y mayordomos infieles descubren intimidades por dinero o como represalia.
Una secretaria, María Ángeles López de Celis, ha lanzado un libro, “Los presidentes en zapatillas” (Espasa Forum) en el que narra sus vivencias durante 32 años trabajando para los cinco primeros ministros de la democracia: Adolfo Suárez, Leopoldo Calvo Sotelo, Felipe González, José María Aznar y José Luís Rodríguez Z.
Ya jubilada, ha escrito estos cotilleos que pretenden ser amables y más comedios que los que han logrado que el ocho por ciento de los españoles desee nombrar presidenta del Gobierno a Belén Esteban, la Princesa del Pueblo.
Aunque ahora atraen más los personajes creados por los medios televisivos, como esa examante de torero, que vive de televisar su vida rodeada de rémoras que cobran por revelar las intimidades que la estrella televisada no quiere airear.
Maridos, mujeres o amantes, suegros, abuelas, nietos y vecinos: finalmente, la oclocracia nacional, el espíritu de las muchedumbres dominadas por la vulgaridad, se centra en el cotilleo sobre figuras fabricadas por los medios.
Los pequeños cotilleos que cuenta la señora López de Celis nos revelan que esos señores tan poderosos son tan oclócratas, y a veces tan inteligentes como Belén Esteban, por lo que si la eligiéramos a ella en su lugar igual salíamos ganando.
Decía Rodríguez Z.: “Sonsoles, hay 200.000 ciudadanos que podrían presidir el Gobierno como yo”. Gran verdad. Uno de ellos es Belén Esteban.