Revista Cine

Couleur de peau: miel, Bélgica 2012

Publicado el 12 septiembre 2012 por Cineinvisible @cineinvisib

Se está convirtiendo en costumbre que cada vez que un autor de novelas gráficas o comics se lanza a la gran pantalla consiga una magnífica película. Sin ir más lejos, Mariane Satrapi con su Persépolis, Ari Folman en Vals con Bashir, Joann Sfar y El gato del rabino o, la que nos ocupa, Jung y su autobiografía (ayudado por Laurent Boileau).Couleur de peau: miel, Bélgica 2012La historia en sí ya es apasionante. La adopción de un niño coreano de 6 años por una familia belga. Una adopción más entre los 200.000 niños que, tras la guerra de Corea, quedaron huérfanos y fueron acogidos en nuevos hogares de los cuatro rincones del mundo. Pero lo fascinante es la sensibilidad y el humor que el cineasta utiliza para tratar temas tan delicados como la identidad, la pérdida de referencias culturas o la integración.Jung, que mezcla con sabiduría la animación con imágenes de su archivo familiar en Super 8, narra con poesía, un encanto especial y una excelente voz en off los periplos de este niño imaginativo, sorprendente y lleno de ocurrencias frente a una realidad que desconoce y unos comportamiento que cambian de la noche a la mañana.Couleur de peau: miel, Bélgica 2012Una experiencia que se comparte con  el protagonista sin perder la sonrisa ni un momento y asombrado de la capacidad humana para la adaptación. Uno de los pasajes más divertidos de la película es, sin duda, la adoración de este niño en un momento de su adolescencia por una cultura de extremo oriente inesperada: la japonesa. Sobre todo si se tiene en cuenta que Japón ha sido durante décadas el enemigo por naturaleza de su país de nacimiento.Couleur de peau: miel, Bélgica 2012La animación guarda una coherencia cromática impresionante a lo largo de toda la película, el color que anuncia su título, la piel miel, en su gama más amplia y los movimientos de sus personajes tienen, por momentos, esa rigidez de marionetas que parecen movidas por un imprevisible destino.  La idea de integrar imágenes reales permite también al espectador comparar dos mundos que aparecen siempre separados, el de la animación y el real. Poder observar al protagonista, dibujado y en carne y hueso, es fascinante aunque el espectador, llevado sin duda por la ternura dela narración, salga con la idea de que original se parece bastante al dibujado.


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