Las grietas del éxito a veces conducen al final de un sueño, que por esperado, no deja de ser triste y dramático, convirtiendo la estela de la fama de la estrella en cuestión, en una crónica de flashes apagados, que como un apagón inesperado, la dejan sumida en el ostracismo de las personas normales, pero ¿acaso las estrellas no son personas corrientes? La fragilidad caprichosa de la cantante country Kelly Canter, interpretada por Gwyneth Paltrow, en principio sólo nos deja ver al alcohol como causante de su derrumbe personal, pero la lenta cercanía a su vida, nos proporciona los datos suficientes para desentrañar las claves de su dura patria interior; un terreno tan extenso como inestable, que la llevan a decir en un momento del film, a su amante Beau Hutton (Garrett Hedlund), que el amor y la fama no pueden habitar en el mismo lugar. Ese déficit afectivo, lleva a la superstar a buscar refugio en la cercanía y sencillez de las personas corrientes, esas que todavía no se han visto contaminadas por el éxito arrollador (de la música en este caso), y que en esa batalla diaria a la que se enfrenta cualquier persona que tiene alguna vía creativa, buscan canalizar sus inquietudes e ideas de una forma pura. Y ese es el final del sueño para Kelly Canter, un asidero que la haga seguir adelante ante la falta total de pureza afectiva y creativa. Lo que de una forma bastante plausible nos lleva a preguntarnos con reiteración eso de ¿qué es el éxito? o en qué consiste ese término más allá de las edulcorantes imágenes que nos llegan a través de la televisión o los vídeos de las canciones de los grupos y cantantes, en este enrevesado negocio de la música masiva.
A medio camino entre una road movie y un continuo videoclip, la guionista y directora Shana Feste, ha dejado en manos de Gwyneth Paltrow, el peso de esta fallida crónica del fracaso de una cantante, que por lo que a su protagonista se refiere, ha acertado de pleno, pues las dotes interpretativas de la señora Paltrow salen indemnes y reforzadas, en esas dos aguas de ternura y destrucción que dan vía libre a su labor como cantante; una faceta que aunque no es nueva para la actriz, nos ofrece un nuevo campo en el que brilla como una auténtica estrella, no en vano, el tema Coming Home, uno de los muchos que interpreta en la película, ha sido nominado al Oscar a la mejor canción original.
Una pena, que la falta de un guión bien estructurado y capaz de proporcionar unas mayores dotes dramáticas y de verosimilitud a unos personajes perdidos en sus vidas, sea el culpable del naufragio de esta película que entretiene, pero nada más, a pesar del esfuerzo meritorio de un repertorio musical que lejos del clásico country, y mucho más cercano al pop country actual, se deja ver y escuchar, pero que no traspasa la barrera del recuerdo, por esa ausencia de un guión que esté a la altura del elenco de protagonistas que se reúnen en ella, pues tanto Tim McGraw en su papel de marido de la estrella, como Garret Hedlund en el de amante de la misma, y la Gossip Girl, Leighton Meester, en su papel de Chiles Stanton, podrían haber configurado una película con la suficiente sustancia como para habernos dejado un buen sabor de boca, más allá de la mera anécdota reiterativa, del camino que conduce al final de un sueño, en este caso, el de una estrella del country pop norteamericano.
Reseña de Ángel Silvelo Gabriel.