Revista Psicología

Courage to see

Por Rms @roxymusic8

Siempre procuro acompañar cada entrada que escribo de una imagen que ayude a los demás a entrever qué voy a compartir. Siempre encuentro una y hoy, además, refleja gráficamente cómo han sido estas últimas semanas: un querer ver y no poder. Había una fina niebla entre mi camino y el que quería seguir que dificultaba la trayectoria de mis pasos en recto. Una vez más me pasmo ante las similitudes entre la naturaleza y la vida. Me encanta que todo esté relacionado y la persona tenga un papel importante en esa relación. Todo (me) habla. ¡Cuánto me ha hablado mi entorno y cuántas lecciones aprendidas!

Primera lección: aprovecha cada debilidad para conocerte.

La niebla es un fenómeno atmosférico peculiar. No tengo mucha relación directa con ella, pero la suficiente como para encontrarle algo familiar con mi vida. Y es que ha aparecido pocas veces en mi camino, sin embargo, en todas ellas ha dejado una huella; al igual que los episodios nebulosos en mi vida: pocos, pero importantes. De cada una de las experiencias de niebla que he vivido he sacado una observación; del mismo modo que de cada episodio nebuloso he extraído un aprendizaje. Recuerdo los bancos de niebla que me he ido encontrando en la carretera en diferentes trayectos al norte. Cómo hacen dudar de la seguridad en uno mismo, cómo afectan al ritmo cardíaco, cómo todo de repente cobra otra visión, cómo atemoriza por unos segundos y, finalmente, cómo impide recorrer con firmeza el camino ya trazado y bien indicado, ¡y que hemos recorrido tantas veces antes! Es así de abrumadora la niebla.

¿Y qué tiene que ver esto con la vida? Lo que parece una fina e inocente capa de niebla al final resulta ser un despertador de conciencia. Y ahí es donde realmente comienza el camino. Un camino de conocerse realmente porque esa conciencia cobra vida y pone delante de nuestros ojos un obstáculo que nos impide o nos impedía ver más allá. Yo he necesitado de palabras de dos personas en conversaciones diferentes para hacer caso a un obstáculo que veía sin mirar de frente: mi debilidad humana. Y mi ritmo cardíaco aumentó, vi mi realidad con otra visión, me atemoricé... Estaba ante mi niebla particular.

Segunda lección: rodéate de personas que la vida les haya probado.

La última experiencia de niebla que tuve fue de camino a una ciudad manchega. Conducía otra persona e íbamos cinco en el coche. Cambia la perspectiva cuando el coche lo lleva otra persona, pero los efectos de la niebla son prácticamente los mismos. Se percibe cierto miedo en el ambiente y cada cual lo lleva mejor. Quien conoce la carretera y la zona puede estar más tranquilo, pero no puede decir lo mismo quien es un novato. En bancos de niebla es importante mantener la calma, no precipitarse, observar bien los pequeños detalles, atender a las señales y advertencias y, sobre todo, no vivir la experiencia solo salvo que sea un viaje en solitario y no tengas un móvil con batería a mano. Ayuda tener a bordo a personas que hayan experimentado un momento como ese: logran aplacar los miedos.

¿Y qué relación tiene esto con la vida? No sabes lo necesitado que estás de compañía hasta que no eres consciente de que te has metido en un agujero negro tú solo. Cuando finalmente compartes con una persona de confianza y con experiencia en la vida, esa niebla se dispersa, comienzas a ver con más claridad, te das cuenta dónde te has concedido libertades, dónde no has prestado atención, dónde te has dejado llevar... Esa persona te calma, te indica el camino, te muestra lo que no has visto porque ha recorrido ese camino antes que tú. Yo he necesitado, de verdad, la compañía de personas concretas que hoy por hoy son pilares en mi vida. Esa compañía me ha dado palabras directas al corazón y otras muy duras, pero necesarias para ver el peligro y adelantarme la próxima vez.

Tercera lección: escucha.

Los bancos de niebla son inquietantes y tienen su parte misteriosa. De alguna manera te dejan con la miel en los labios al no mostrarte el paisaje en su totalidad. Hay cierta curiosidad por conocer qué habrá tras esa fina capa o densa en algunos casos. Pero esa curiosidad sólo puede surgir de una experiencia previa de haber superado otros bancos de niebla antes. Porque... ¿quién puede caminar expectante y curioso ante la impactante niebla que se impone ante sus ojos? Sólo quien la reconoce. No es fácil acoger una niebla que te hace consciente de tus carencias, de tu falta de rodaje o de tus límites de conocimiento del recorrido. Y es que a veces la niebla viene sin avisar y otras nos viene dando señales desde antes de salir a la carretera. Basta comprobar el tiempo, atender a las palabras de expertos y advertencias de personas cercanas para poder recorrerla sin problemas y llegar a nuestro destino.

¿Y cómo relaciono esto con la vida? Valerse de uno mismo o querer hacer nuestra santa voluntad no es garantía de éxito. Precipitarse llevando a cabo lo que uno cree que debe hacer porque cree conocer el camino y controlar las circunstancias no es una buena señal. Yo no he escuchado lo que era evidente. ¡Cómo cambia todo cuando escucho! Cala adentro, transforma algo en mí que me permite no perder la esperanza y mantenerme en pie. Escuchar me ha salvado: escuchar las palabras de personas que me quieren, unas cuantas canciones durante un paseo, una predicación sobre la existencia de dragones... (ríete) y el silencio en compañía de Dios.

Cuarta lección: sigue caminando y hazlo en compañía.

Nos adentramos en la niebla con el coche y tras unos segundos o máximo un minuto la hemos dejado atrás. Nos giramos y sonreímos agradecidos. ¡Otros respiran aliviados! Al final, todo pasa. Es cierto, son sólo unos momentos de contener la respiración, de no ver claro, de dudar por dónde seguir. Los bancos de niebla duran poco. A veces hay que esperar a que amainen o elegir otro camino, pero por lo general se dejan tratar. Ayuda descubrir un coche delante tras reconocer sus luces antiniebla. Nos da seguridad porque no estamos solos en la carretera. Y nosotros hacemos un tanto de lo mismo: recorremos ese tramo con nuestras luces puestas y manteniendo una velocidad prudente, dando seguridad al que viene detrás.

¿Y qué dice esto de la vida? Cualquier episodio que estemos pasando no durará toda la vida. Dependerá de la actitud que tengamos y de hacer lo que esté en nuestras manos. Las pruebas nos preparan. Las meteduras de pata nos pulen. Yo he necesitado adentrarme en mi niebla particular y ya veo claro porque otros iban por delante de mí haciéndome luces para no dormirme en el camino.


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