Revista Viajes

Covadonga (Asturias)

Por Yorga @javieramosantos

A unos 12 kilómetros de la no menos histórica Cangas de Onís, cuando la carretera comienza a subir de manera más pronunciada, el viajero se topa con el Santuario de Covadonga, legendario símbolo de la resistencia a los musulmanes y origen de la llamada Reconquista, un hecho rodeado de misticismo acaecido en la Edad Media. Sin duda, uno de los lugares para conocer y visitar en Asturias.

El viajero aparca al pie del peñasco de Covadonga, sale del coche y aspira el aire frío y limpio de la mañana mientras esparce la mirada por el lugar. La vista impresiona: en el escarpe de la montaña arbolada se abre, como un bostezo de la roca, una gruta amplia y poco profunda, casi un abrigo, en la que se distingue un templete de piedra sillar y una aglomeración de devotos. Al lado de la gruta brota un manantial cuyas aguas caen, en cola de caballo, sobre un estanque a los pies de la roca.

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La Cueva Santa de Covadonga./E. Corvilla

En Covadonga el godo Pelayo derrotó a un destacamento de moros, una simple refriega o escaramuza quizás, pero psicológicamente muy importante pues se el considera el comienzo de la Reconquista, que duró nada menos que ocho siglos. Cuando los árabes, al mando del general Alqama, que parece ser eran muchos miles, se adentraron en los abruptos senderos de esta zona asturiana, Pelayo y otros 300 hombres se enfrentaron a ellos aprovechando el factor sorpresa, provocando la muerte del caudillo rival y que el resto de supervivientes huyeran.

Algunos historiadores sitúan la contienda en el año 718 y otros en el 722. Incluso se duda de la existencia de este hecho, protagonizado por un Don Pelayo supuesto descendiente de la nobleza visigoda. La verdad histórica parece estar más cerca de la idea del nacimiento inicial del reino astur, a mediados del siglo VIII. Viajar por España le depara al viajero experiencias únicas en forma de historia que las puede saborear con sosiego.

El santuario asturiano se ubica a 263 metros sobre el nivel del mar. Que se dice pronto. Un kilómetro antes de llegar a Covadonga se encuentra el Campo del Repelao, en el que, según la tradición, fue proclamado rey don Pelayo. Y a otro escaso kilómetro de la cueva hay un obelisco que mandaron colocar los duques de Montpensier, infantes de España, con ocasión de su visita en el año 1857.

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Estatua de Don Pelayo en Covadonga./Tony Rotondas

Aparte de su importancia histórica, Covadonga es uno de esos lugares extraordinarios, lugares de poder recorridos por corriente telúricas que afectan a los biorritmos. Desde tiempos precristianos los primitivos pobladores de estas zonas detectaron este tipo de lugares. El cristianismo los ha heredado y ha plantado en ellos catedrales y santuarios, como es el que caso que ahora nos ocupa.

Un estrecho sendero de piedra conduce hasta el pie de la cascada. El viajero puede saciar su sed en el agua fría y delgada de la fuente de Siete Caños. Luego puede ascender la empinada escalera medio tallada en la roca que sube hasta la santa cueva donde la gente hace cola frente a la imagen de la Santina, con su gran manto rojo bordado en oro sobre el vestido. Según la piadosa leyenda, la Virgen o Santina acudió en ayuda de los cristianos en la famosa batalla de Covadonga (año 722) También en la gruta está el sepulcro de Pelayo, su mujer y su hermana; y al lado, el altar de Alfonso I.

Parece que fue el propio Pelayo, o quizás su descendiente Alfonso I, el que fundó allí un monasterio benedictino hacia 740. La concurrencia de la cueva y manantial sugiere la existencia de un santuario ancestral cristianizado. El templete que alberga la cueva parece románico, pero es moderno. La basílica adyacente, de traza igualmente románica, data de finales del siglo XIX. En su interior se conserva el tesoro de la Virgen.

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Lago Ercina./Francisco M. Marzoa Alonso

El viajero recorre un amplio túnel excavado en la roca que comunica la cueva santa con la explanada en la que se alzan la basílica neorrománica de Santa María la Real (siglo XIX), la colegiata de San Fernando, el monumento a don Pelayo, las tiendas de recuerdos y de bebidas y el resto del conjunto. A la salida del túnel hay dos grandes candeleros con decenas de velas encendidas, por los favores que se piden o se agradecen a la Santina.

La vinculación de la Corona con el real sitio de Covadonga contribuyó poderosamente a dar notoriedad e importancia al lugar, y culminó con la celebración del duodécimo centenario de la batalla de Covadonga, momento en que Alfonso XIII coronó solemnemente a la Virgen. Los daños ocasionados durante la Guerra Civil, en 1936, obligaron a la construcción de un nuevo camarín para la Virgen.

Si se visita el emplazamiento histórico, de obligada contemplación es, asimismo, la de los preciosos lagos emplazados a 15 kilómetros del santuario. Covadonga es la puerta al Parque Nacional de los Picos de Europa. Nada menos. Un ascenso espectacular entre parajes naturales de increíble belleza conducen al viajero a los lagos Enol y La Ercina, telón de fondo de incontables recorridos de la Vuelta Ciclista a España. Merece la pena parar en el mirador de la Reina, a 7 km de Covadonga para disfrutar de un entorno único.

Dónde dormir: Arcea Gran Hotel Pelayo; Covadonga 33589; Cangas de Onís (Asturias); [email protected]; teléfono: 985846061.

Dónde comer: El Rincón de Don Pelayo; Real Sitio de Covadonga, 25; Cangas de Onís (Asturias); teléfono: 686136199.

Plano Covadonga


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