En el momento de escribir estas líneas hay una serie de circunstancias en España con la lacra del coronavirus que quitan el hipo y la esperanza a cualquiera.
DATO DEMOLEDOR. 53 personas murieron por covid-19 en España en sólo 24 horas. No una ni cinco: ayer murieron 53 personas. Esta cifra de un solo día casi duplica los fallecimientos de la última semana (116). Es el dato más demoledor desde el confinamiento y confirma que hemos hecho muy mal las cosas en nuestro país.
DESAPARECIDOS EN COMBATE. A una semana de que empiecen las primeras clases todavía no hay encima de la mesa un protocolo oficial y riguroso para la vuelta a las aulas, un inesperado asunto para el que las autoridades educativas tuvieron CINCO MESES para prepararlo a fondo y consensuarlo. La ministra de Educación y Formación Profesional, Isabel Celaá, sigue desaparecida en combate. El presunto ministro de Universidades, Manuel Castells, ni siquiera ha entrado en combate. Posiblemente haya perdido el uniforme de guerra y por eso no sabemos nada de él desde hace meses. Insólito.
REPARTO DE CULPAS Y RESPONSABILIDADES. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ya volvió de vacaciones y anunció hoy que deja en manos de las comunidades autónomas el que declaren el estado de alarma en sus regiones, previa rendición de cuentas ante el Congreso. Por si no lo han captado: el triunfalista Sánchez está distribuyendo responsabilidades y culpas futuras para que la tremenda factura política y socioeconómica que dejará el coronavirus no afecte sólo al Gobierno de España. Muchas comunidades han puesto el grito en el cielo aludiendo a que Sánchez se está lavando las manos y se desentiende de todo.
FRUSTRACIÓN Y DESASOSIEGO. Mientras los políticos usan el coronavirus como arma arrojadiza y maquillan los datos de contagios y muertes todo lo posible -¿alguien se fía realmente de las cambiantes cifras oficiales?-, la sensación en la calle es de mucha frustración y desasosiego. El bicho ha vuelto y nos complicará mucho la vida en los próximos meses. Tanta improvisación mata y deja por los suelos la credibilidad de unos equipos de gobierno de diferentes partidos que no tienen pajolera idea sobre qué hacer. Las actuales cifras vuelven a poner a España en la picota mundial y sacan los colores a un ¿comité de sabios? que se equivocó por completo en la primera ola y ya lo está haciendo en la segunda. Sí, por mucho que lo nieguen, estamos en plena segunda ola. Miren este gráfico.
UN DESASTRE. Lo único que funcionó bien fue el confinamiento total, encerrarse todos en casa, porque el bicho no encontró carne fresca a la que infectar. Lo demás, ha sido un desastre. Desde el atontamiento inicial sobre si el covid-19 era o no una gripe fuerte hasta la desescalada precipitada y descontrolada, sin rastreadores, sin controles aeroportuarios eficaces y con un Gobierno de vacaciones casi en pleno y a velas vir. Muy profesional todo. Si a eso le añadimos que demasiados medios le siguen dando un protagonismo desmedido a los descerebrados negacionistas, apaga y vámonos.
INEPTOS E IRRESPONSABLES. A pesar de la cuota de ineptos e irresponsables que circulan por nuestras calles sin cumplir las normas, al final amortiguaremos esto del coronavirus con nuestra responsabilidad individual y haciendo bien las cosas en nuestro día a día. Sabemos mucho más sobre el covid-19 y la inmensa mayoría ya estamos concienciados de que esto viene para unos cuantos años. Lo malo es que por el camino se quedará demasiada gente a la que se llevará por delante tanta improvisación made in Spain, esa que hace mucha gracia en los monólogos y luego nos arrea en toda la cara en el mundo real.
Suerte y salud. Y maldito año 2020, vete ya.
Las cinco etapas del duelo del coronavirus: de la negación a la aceptación