Revista España
Sin posibilidad de desayuno, el sabado 21, amanecio lluvioso en la ciudad de la furia, cada vez mas amansada. Cerrado, cerrado, cerrado. La palabra mas utilizada durante estos dias. Eso si, las ferreterias abiertas. Debe de ser por los tornillos que empieza a perder la gente por las calles.
Me voy dando un paseo a las oficinas de Iberia otra vez. Igual resultado que ayer. Es decir, nada de nada. Mas o menos cerca, se encuentra el Consulado General de España. Guido con Callao es la direccion. Pero es sabado, y lo unico que encuentras es un papelito en la puerta de acceso con unos numeros de telefono para contactar en caso de urgencia, junto con una direccion de correo electronico. Jodete ciudadano español. El Consulado esta para temas burocraticos y para ponerte obstaculos. Los sabados han de descansar de tan arduo trabajo semanal. Pobrecillos. Pero del Consulado General de España y de la Embajada de España, ambos organismos en Buenos Aires, hablare otro dia, ya que su total inoperancia asi lo merecen. Es que no llevo Ferrero Rocher, para la fiesta del embajador.
El sabado se consumo con un pateo permanente de la ciudad buscando alguna agencia abierta de Western Union. Nada, todo cerrado. Negros nubarrones se acercan a mi vida. Algo de fruta para cenar, comprada en una verduleria de bolivianos. Se acaba el sabado. A dormir, si se puede.
Domingo puteante. ¿Razon? Ultima noche en la ya no tan fria habitacion de hotel. Mañana lunes he de dejarla. Es por eso que hoy me voy a quedar a disfrutar del agua caliente, la conexión de internet, la energia que llena la bateria de los dispositivos y las sabanas que no son de algodón egipcio ni peruano. Dios proveera.