DOX:AWARD
Hace diez años comenzó una revolución ciudadana en Siria, al calor de la Primavera Árabe, que sin embargo dio un giro mucho más terrible, convirtiéndose en una guerra civil que fue utilizada por la comunidad internacional para mantener sus posiciones de poder en la zona frente a una insostenible pasividad por parte de las Naciones Unidas. Las manifestaciones fueron recogidas por ciudadanos locales que se convirtieron en periodistas ocasionales, recogiendo imágenes que finalmente se han convertido en reflejo de una realidad cruel. En el documental Memory belongs to us (Rami Farah, 2021) el director reúne a tres de estos activistas que viven actualmente en el exilio para recordar su participación en estas manifestaciones en torno a las imágenes que ellos mismos grabaron en 2011. La excusa es un disco duro que uno de ellos sacó clandestinamente de la ciudad de Daraa en septiembre de 2012, y que contenía numerosos videos que muestran, desde dentro, el comienzo de unas protestas cuyas consecuencias marcarían la vida de los sirios.
La propuesta es tan sencilla como efectiva: los tres reporteros y amigos, junto al director, se reúnen en una sala de cine en París mientras se proyectan en una pantalla algunas de las imágenes que grabaron ellos o personas cercanas. Yadan Draji fue uno de los líderes de las manifestaciones en la ciudad de Daraa y quien cruzó la frontera con Jordania con ese disco duro escondido, pidiendo asilo posteriormente en Holanda; Odai Al-Talab fue atleta hasta que se involucró activamente en los comités de protesta, y en la actualidad reside en Birmingham; Rani Al Masalma estudiaba Derecho cuando comenzó la revolución y tuvo una participación importante en la recopilación de material de video, y ahora vive en Hamburgo. El propio director, Rami Farah, es un exiliado en Francia, y a través de la revisión de este material de video ha conseguido crear una especie de cartografía de la memoria de Daraa, una ciudad que nunca ha conocido.
La fuerza emocional de la película es intensa. No porque se muestren escenas especialmente violentas, aunque las hay, sino por el convencimiento del recuerdo como un vehículo para rescatar la verdad. Los tres amigos convertidos en reporteros hablan frente a la pantalla, que se convierte en un reflejo de su memoria, sobre esas primeras jornadas de sentimiento patriótico que pretendía romper con un régimen autoritario heredado de la dictadura de Hafez Al-Assad. El hilo conductor de esos primeros videos es Abu Namir, un amigo común que transmitía para Al-Jazeera esas primeras jornadas y que después se convertiría en una de las víctimas de la guerra. Un conflicto condenado por la comunidad internacional pero que, tras la intervención de apoyo al régimen por parte de Rusia, China e Irán se convirtió en un tablero de ajedrez de la lucha de poder a nivel internacional.
La película encuentra en su sencillez la forma adecuada para conmovernos a través de las anécdotas que cuentan los protagonistas. Como la imagen terrible de un edificio que todos conocían en la ciudad porque era desde el que los francotiradores disparaban a las personas que pasaban por la calle, teniendo como objetivo principal a los jóvenes. Al final, Memory belongs to us es un clamor a la representación de la memoria como forma de contextualizar un conflicto que ha sido múltiples veces manipulado. El disco duro que consiguió sacar de Siria Yadan Draji contenía 12.756 videos, que ahora están siendo catalogados para que formen parte de un proyecto de investigación que lleva a cabo el Centro para la Investigación Cultural y de Medios de Comunicación que recogerá testimonios y grabaciones de ciudadanos sirios para la Universidad de Birmingham.
Una de las películas incluidas en la Sección Change Makers es Zinder (Aicha Macky, 2021), que ya comentamos en nuestras crónicas de Visions du Réel, sobre una de las zonas más violentas de Níger, controlada por bandas callejeras. El productor de este documental presenta a competición su propia película, The last shelter (Ousmane Samassekou, 2021), que también está incluida en la Sección World Showcase de Hot Docs. La película ofrece una mirada íntima a la Casa del Migrante de Cáritas en la ciudad de Gao (Mali) que es, como indica el título, un refugio para aquellos que están en plena trayectoria hacia un futuro que pretenden sea mejor. No hay un intento de hacer una descripción del funcionamiento de este hogar, ni de sus orígenes, sino que el interés del director se encuentra principalmente en introducir su cámara silenciosamente en el interior de este refugio y desplegar algunas de las historias que se dan cita allí, protagonizadas por jóvenes en su paso hacia otros países.
Rodado con gran sensibilidad, el documental consigue momentos de gran intimidad con los protagonistas, se encuentra con las vidas cotidianas de quienes esperan una oportunidad para reiniciar su viaje, pero se detiene especialmente en la historia de Esther, una joven recién llegada que no quiere dar ningún dato sobre su familia porque está convencida de no regresar jamás a Burkina Faso. Al principio, no sabemos muchos detalles de su historia, pero solo la expresión de su rostro muestra un pasado difícil. Su aspiración es viajar a Argelia, el único lugar donde cree que se sentirá libre. La insistencia del coordinador de la Casa de Cáritas para que ella proporcione algún dato de contacto con su familia tiene como objeto informarles que se encuentra bien. Una situación de desconocimiento que el propio director afrontó personalmente cuando un tío suyo partió con destino a Alemania y nunca supieron nada más de él.
Esther es la principal protagonista del documental, cuyo hermetismo emocional se va rompiendo conforme se desarrolla su estancia en la Casa del Migrante. Entre las secuencias de esa cámara invisible que se introduce en el refugio, entre reuniones en las que los coordinadores de Cáritas tratan de convencer a los emigrantes de que el exilio no es ninguna solución, o al menos de que sean conscientes de los peligros y las dificultades que también van a encontrar en Europa, el director muestra imágenes de ese desierto que es necesario cruzar para alcanzar su sueño. Un desierto árido, peligroso, desafiante.
F:ACT AWARD
Otra de las películas que también están presentes en Hot Docs, dentro de su sección Systems Down, es Room without a view (Roser Corella, 2021), que la directora nacida en Barcelona pero afincada en Berlín, donde tiene su propia productora, ha enfocado en el denominado sistema kafala instaurado en Líbano, por el que los empleados, principalmente de la construcción y del servicio doméstico, deben disponer de un patrocinador (su empleador) que es quien está a cargo de su visa y su estado legal. Este sistema es, en la práctica, una forma de explotación que aprovechan agencias de empleo para sostener un sistema de esclavitud, especialmente con trabajadoras emigrantes de Kenia, Etiopía, Bangladesh, Nigeria o Ghana. Los empleadores incluso son aconsejados por las agencias para que escondan el pasaporte de las jóvenes que tienen a su cargo, que habitualmente viven en las casas con derecho, teóricamente, a días de descanso que en la práctica no se cumplen.
Roser Corella ha conseguido, a través del trabajo de una ONG con algunas de estas empleadas, un acceso privilegiado a ellas, aunque enfrentándose a los temores por las represalias y las deportaciones. El título Room without a view hace referencia a las diminutas habitaciones en las que viven las empleadas del servicio doméstico, que están previstas incluso desde los planos arquitectónicos de los edificios en construcción, lo que muestra la institucionalización de esta forma de explotación en Líbano y en otros países de Oriente Medio. La mirada de la directora se distancia para mostrar una realidad que en sí misma es impactante, y consigue la implicación de algunas de las familias que emplean a estas trabajadoras domésticas, transmitiendo su punto de vista particular, su aceptación de un sistema tan normalizado que resulta sorprendente.
Pero quizás lo más interesante es la descripción de los engaños a los que las jóvenes emigrantes son sometidas por parte de las agencias de trabajo, a veces dándoles una información falsa sobre el tipo de trabajo que va a realizar y las condiciones. El sistema kafala se revela así como una especie de tráfico humano que está amparado por las propias instituciones.
NEXT:WAVE
La directora Amandine Gay, nacida en Francia pero actualmente afincada en Montreal, fue clasificada como "X" cuando nació, ya que su madre se acogió al denominado "parto secreto", una norma legal considerada como una ficción jurídica (un derecho que no existe legalmente pero que se institucionaliza como verdadero), según la cual la madre biológica puede optar por permanecer en el anonimato tras el parto, rompiendo así toda relación con el bebé, que no puede ser recuperada. Esta realidad de la adopción, a veces envuelta en un secretismo que pretende teóricamente beneficiar tanto a la madre biológica como a los padres adoptivos, es el tema central de su último documental, Une histoire à soi (Amandine Gay, 2021).
A través de entrevistas con cinco jóvenes adoptados en Francia que tienen su origen en países como Brasil, Sri Lanka, Ruanda, Australia y Corea del Sur, la directora ofrece una visión compleja de la adopción desde el punto de vista de los hijos. A lo largo del documental solo escuchamos las voces de los entrevistados y las entrevistadas, mientras narran su experiencia y especialmente el momento en el que tomaron conciencia de que tenían otros padres. Las historias están contadas solamente a través de material fotográfico personal o videos caseros, de forma que la imagen actual de los protagonistas se va desvelando conforme se van desarrollando sus relatos.
Aunque los puntos de vista son diferentes, pasando de quien quiso establecer un contacto directo con su madre biológica hasta quien investigó sobre sus orígenes pero cuando se le planteó la posibilidad de conocer a su padre biológico, decidió no hacerlo. O quien considera que la adopción es en realidad una especie de deportación forzada, de ruptura con la propia identidad que solo intenta satisfacer a la familia que adopta. Pero hay una sensación común de que el secretismo con el que se producen las adopciones no es especialmente positivo para los niños adoptados. Una de las familias, por ejemplo, mantenía guardada toda la documentación sobre la adopción hasta que su hijo mostrara interés por ello, pero esta actitud se siente más como una forma de ocultación, una manera de arrebatar el pasado para que no colisione con el presente. La directora de Ouvrir la voix (Amandine Gay, 2017), que logró el Premio Critic's Choice en el Festival de Montreal, consigue con su nuevo documental desarrollar una interesante propuesta de reflexión sobre el tema de la adopción y la posición de inferioridad que ocupan los/as adoptados/as.
CHANGE MAKERS
Presentada en el pasado Festival de Documentales Amsterdam IDFA 2020, She had a dream (Raja Amari, 2020) adopta la famosa frase pronunciada por Martin Luther King para ofrecer un retrato personal de Ghofrane Binous, una joven activista de 25 años que, por su condición de persona negra, ha sufrido la discriminación en Túnez, y decide tomar partido iniciando una carrera política. Ella vive en un barrio de clase trabajadora donde todos los vecinos se conocen y presume de conocer las necesidades de los ciudadanos tunecinos de las clases más desfavorecidas, pero también reivindica la necesidad de dar un paso adelante en contra del racismo al que son sometidos algunos sectores de la población.
A través de su trabajo para un partido político nuevo en las elecciones de 2019, la experiencia de Ghofrane Binous pone a prueba la capacidad de la sociedad tunecina para dejar a un lado el sistema bipartidista habitual y abrirse a propuestas diferentes. La cámara de la directora, más conocida por sus películas de ficción como Satin rouge (2002) o Corps étranger (2016), adopta el punto de vista de una mujer que lucha contra el racismo en Túnez que, curiosamente, tiene algunas de las leyes más progresistas en cuanto a la paridad de sexos, y posiblemente sea el país que más se benefició de las revoluciones de las Primaveras Árabes hacia una mayor democratización. Pero al mismo tiempo que parece vivir en los últimos años una cierta regresión ideológica, motivada por la incapacidad de los sucesivos gobiernos de mejorar la economía del país.
El sueño de Ghofrane Binous es difícil de conseguir porque ella misma se enfrenta a una cierta actitud sexista en el propio partido en el que milita, en el que ocupa un cuarto puesto como candidata al Parlamento que, sin embargo, parece más una concesión de marketing, de cara a la galería, que una confianza real en sus capacidades políticas. En este sentido, She had a dream pone de manifiesto la hipocresía de este sistema paritario en el que, como comenta la directora, "hemos interiorizado actitudes coloniales donde el ideal es el hombre blanco".
Corps étranger se puede ver en Filmin.