Cuando viajo suelo dejar muy poco al azar ya que preparo con mucha antelación prácticamente todo lo qué voy a hacer cada día, incluyendo en dónde voy a comer o cenar.
El motivo por el que soy tan excesivamente planificador (o pesado, según mi mujer), es porque para la mayoría de nosotros el tiempo que solemos tener para viajar es demasiado corto, y al planificarlo lo que pretendo es exprimir al máximo la experiencia.
Vale, reconozco que esto es en muchas ocasiones un gran error ya que me pierdo cosas como la sorpresa de los inesperado, o el hecho de descubrir lugares o actividades sólo por simple casualidad. Consciente de eso, en alguna que otra ocasión (sobre todo desde que nació mi hija) me he apartado (o me han apartado jejeje) de mi plan original.
En este post les traigo una de esas "salidas" que terminaría llevándonos a este pequeño local del centro de Venecia...
Os pongo en antecedentes, durante mi último viaje a Venecia decidimos dar un paseo por la isla multicolor que es Burano, pues bien, a la vuelta en el vaporetto no sentamos cerca de una pareja alemana que tenían una hija de unos tres años y poco, como la nuestra, así que ellas se pusieron a jugar juntas y nosotros hablamos un poco durante el trayecto.
Me imagino que sabrán que Venecia esta llena de turistas, por eso nunca imaginamos que nos encontraríamos de nuevo con la simpática pareja al día siguiente. Concrétamente en un pequeño campiello veneciano donde nos habíamos parado un rato a descansar junto a un típico pozo (bueno los adultos al menos, que mi hija tenía cuerda para jugar con las palomas)
Estábamos en el Campiello San Zulian y, mientras las niñas jugaban de nuevo juntas, nos pusimos a charlar un rato con los alemanes. Ellos nos contaron que acababan de salir de una pequeña tienda taller justo en ese mismo campiello y que su hija se lo había pasado bomba creando su propia máscara veneciana, por lo que nos recomendaron encarecidamente la experiencia.
Después de echar un vistazo a sus máscaras personalizadas, y ante la presión de mi mujer que estaba ya "muertecita" de andar de aquí para allá por la ciudad, decidimos entrar en la tienda que resultó pertenecer al señor Giorgio Galasso, un artista veneciano que decidió abrir un pequeño taller para, como él dice, "compartir con los visitantes el arte de la máscara a través de la decoración y la creación de estas obras de arte hechas a mano", en otras palabras que aquí pueden comprar una máscara veneciana única en el mundo, ya que estará completamente decorada por usted.
El problema es que todo el proceso dura como mínimo 1 hora larga, por lo que deben tenerlo en cuenta si deciden realizar esta experiencia.
Si finalmente deciden que merece la pena, lo primero que deben hacer es elegir cuál máscara quieren llevarse como recuerdo....
....una tarea complicada ya que tiene varios modelos disponibles. Sin embargo para nosotros la decisión muy fue fácil, como nuestra máscara la iba a decorar mi peque, puesto que es una experiencia perfecta para los niños, ella fue la que eligió el modelo. Y para Nora no había dudas.....ella quería El Gato...
Obviamente esta decoración que pueden ver en la foto es nivel "Giorgio Galasso", la nuestra sería algo más sencillita, pero la base es la mima, todo empieza con una plantilla de papel maché que Giorgio elabora y deja secar al sol en unos moldes de piedra como este...
Una vez elegido la máscara, toca entrar en faena, y para ello Giorgio proporciona a los "artistas" un mandil de trabajo, que dispone de tamaño adulto y para niños, unos pinceles para ejecutar la obra, y por supuesto las pinturas que queramos poner en nuestra "criaturita".
Una vez con todos los materiales disponibles, trazamos con lápiz unas líneas en la máscara que servirán de división entre las distintas zonas coloreadas, y ya lo siguiente es ponernos a pintar.
Mi hija fue la que eligió todos los colores, pero a la hora de pintar tuvimos que echar una mano los mayores porque eso de seguir las líneas con un pincel no lo llevaba del todo bien.
Una vez terminada nuestra máscara, el toque final lo da siempre Giorgio, que proporciona algo de relieve y fantasía a base de cola y purpurinas cuyos colores fueron elegidos de nuevo por Nora.
Con este último retoque la máscara está casi terminada, sólo falta lo más fácil, dejarla secar al sol como mínimo 20 o 30 minutos antes de poder manipularla, y para ello Giorgio coloca las máscaras fuera de la tienda.
Y ustedes se preguntarán ¿qué podemos hacer mientras esperamos?, pues no se preocupen porque Giorgio lo tiene todo bien pensado y así, sin esperarlo, descolgó del techo un cartel con las palabras "Il Cantastorie", es decir "El Cuentacuentos o el Narrador" y nos comenzó a contar la historia de las principales máscaras tradicionales de Venecia.
Algunas de sus historias ya las conocía, como por ejemplo la de El Gato, de hecho publiqué en su día esta entrada donde explicaba porqué los Venecianos adoran a estos animales hasta el punto de otorgarle una máscara. Sin embargo, gracias a Giorgio pudimos descubrir el fascinante origen de otras máscaras, como por ejemplo la de Pantalone.
El Pantalone es una de las máscaras tradicionales de Venecia y se remonta a las Comedias del Arte del siglo XVI, en esa época, casi todas las representaciones teatrales basadas en la improvisación usaban siempre a los mismos personajes, por lo que poco a poco se fue vinculando una máscara concreta con cada uno de esos personajes con el fin de ser fácilmente identificable.
Uno de estos personajes era Pantalone, un viejo y rico mercader que llega a convertirse en noble gracias a su gran fortuna pero que para conseguirlo tuvo que dejar de lado el amor, por lo que a pesar de su riqueza al final se siente viejo y solitario. Por ello se suele representa con una máscara con una enorme nariz, a veces curvada y el ceño muy fruncido.
Respecto al origen de su nombre, algunos afirman que viene de "Pianta-Leone", el apodo con el que se conocía antiguamente a los venecianos por su costumbre de "Plantar el León" (de San Marcos), en los lugares conquistados.
Contaros sólo dos curiosidades más de esta máscara, por un lado deciros que en la comedia este viejo solía usar una prenda que acabó llevando su nombre....el pantalón, y por otro que hay mucha gente que ven en el señor Burns de los Simpson a un Pantalone actual.
Continuando con las máscaras, El Arlecchino, el arlequín, es otra de las máscaras tradicionales venecianas...
También conocido como el Bufón, en sus orígenes representaba la ingenuidad, pero poco a poco su papel fue desplazándose hacia el humor. En las Comedias del Arte solía ser un servidor de Pantalone y amante de Colombina (quien también tiene su propia máscara), una pobre sirvienta de Pantalone al quién este suele perseguir enamorado.
Junto a las máscaras clásicas, en el siglo XVIII se puso muy de moda otra máscara que desde entonces se ha convertido probablemente en la más conocida de todas....La Bauta
...el motivo principal es por su practicidad ya que está máscara no sólo protege mejor que otras el anonimato de quien la porta, sino que además permite hablar sin que nadie pueda ver la expresión de la boca y a su vez permite beber de una copa o comer sin tener que quitarse la máscara...es decir, es perfecta para el misterio y la intriga. Quizás por eso también se la conoce como Casanova ya que dicen que era la predilecta del famoso seductor, aunque también fue la favorita de los Reyes y de la nobleza.
Otra máscara muy llamativa es la que está sosteniendo en la siguiente foto Giorgio....la máscara del Médico della Peste...
...lo curioso de esta máscara es que en sus orígenes no se trataba de una máscara festiva sino todo lo contrario ya que la solían usar los médicos para tratar a los enfermos de la temida peste (que curiosamente también está en el origen de la máscara de El Gato)
De hecho, en aquella época los doctores pensaban que la peste se transmitía por el aire, así que diseñaron una máscara para "aislarse" del exterior con cristales en los ojos y con un largo pico para evitar estar demasiado cerca del aliento de los infectados y que además rellenaban de plantas aromáticas y pañuelos perfumados para sobrellevar el olor putrefacto de los enfermos y fallecidos.
Por supuesto ellos no estaban realmente protegidos, pero en su ignorancia nació una de las máscaras más memorable de la ciudad.
En fin, entre estas curiosas historias se nos pasó el tiempo volando y la máscara quedo seca y lista para podernos la llevar. Así que Giorgio nos la envolvió con cuidado y, después de pagar unos 25€ creo recordad, le dimos las gracias como gente educada que somos y continuamos con nuestra marcha....¿el resultado final?...
...pues una pequeña gatita correteando feliz entre los canales, un bonito y exclusivo detalle para nuestra casa y un gran recuerdo en nuestra memoria...¿alguien da más?
Antes de acabar el post os dejo con la ubicación de la pequeña tienda taller de Giorgio, pero antes me gustaría deciros que lo que he contado en esta entrada esta basado en mi experiencia personal, ni conozco al señor Giorgio ni me pagado absolutamente nada...
Arrivederci¡¡¡