Revista Salud y Bienestar
'CSI', 'Bones', 'Forensic Files'... Todos ellos muestran cómo la ciencia forense resuelve crímenes empleando técnicas reales y, a veces también, algo futuristas. Huellas dactilares, ADN, pelos, motas de polvo, insectos, polen... Pero algo aparentemente tan sencillo como saber la edad de una persona a través de una pequeña muestra de sangre no era posible hasta ahora. Un grupo de investigadores holandeses parece haber dado con la clave para averiguarlo.
"Los perfiles de ADN convencionales sólo pueden identificar a personas que ya estén fichadas por los cuerpos de investigación porque la estrategia es simplemente comparativa", explica Manfred Kayser, del Centro Médico de la Universidad Erasmus MC (Rotterdam, Holanda). "Por lo tanto, todos los laboratorios forenses se enfrentan a casos en los que el perfil de ADN obtenido no coincide con ninguno de los sospechosos, ni con nadie de las bases de datos criminales, y esos casos son difíciles de resolver. En ellos, se espera que aparezca más información a partir de las pruebas que ayude a dar con las personas desconocidas", añade el responsable del equipo.
Por eso, desde hace años se trabaja en la elaboración de pruebas que, a partir del ADN, permitan averiguar con cierta seguridad algunos rasgos físicos de la persona a la que pertenece esa muestra. Entre los pocos que ya se utilizan está el del color de los ojos (marrón Vs. azul), pero potencialmente podrían desarrollarse muchos más (altura, color del pelo, de la tez...). El límite está en dar con el marcador adecuado, uno cuya medición dé resultados lo más precisos posible.
La edad es una de las características que más pueden ayudar en la búsqueda, pongamos, de un asesino. Pero los diversos intentos por estimarla a partir de una muestra biológica han sido poco fructíferos. El ADN mitocondrial o la longitud de los telómeros se han propuesto sin éxito como candidatos. Ahora, Kayser y sus colegas señalan a los linfocitos T (células defensivas) como un buen indicador.
-Defender el organismo
Estos glóbulos blancos se encargan de defender a nuestro organismo uniéndose a los microorganismos que nos atacan (virus, bacterias...) a través de unos receptores especiales situados en su superficie y destruyéndolos. Dichos receptores se 'fabrican' mediante un proceso que deja unos desechos llamados TRECs, que circulan libremente en la sangre. Estos pequeños fragmentos circulantes de ADN, según explica el artículo publicado en 'Current Biology', van disminuyendo de forma constante con el paso del tiempo.
"Hemos demostrado -señalan los autores en las páginas de la revista- que este fenómeno biológico se puede usar para estimar la edad de un individuo con precisión y certeza". Con su test, fueron capaces de saber la edad de 195 sujetos (desde bebés hasta adultos de 80 años), con un margen de error de nueve años arriba o abajo. Por eso, sugieren, se podría usar para situar a las personas dentro de intervalos de unos 20 años, que corresponden a distintas generaciones.
Además de ser útil para calcular la edad de criminales desconocidos que han dejado una pequeña muestra de sangre en la escena del crimen, también se podría aplicar en grandes desastres -para ayudar a identificar a las víctimas- o en la zoología. La mala noticia es que sólo se puede usar con la sangre y no con otras muestras biológicas como la saliva o el semen.
**Publicado en "El Mundo"
"Los perfiles de ADN convencionales sólo pueden identificar a personas que ya estén fichadas por los cuerpos de investigación porque la estrategia es simplemente comparativa", explica Manfred Kayser, del Centro Médico de la Universidad Erasmus MC (Rotterdam, Holanda). "Por lo tanto, todos los laboratorios forenses se enfrentan a casos en los que el perfil de ADN obtenido no coincide con ninguno de los sospechosos, ni con nadie de las bases de datos criminales, y esos casos son difíciles de resolver. En ellos, se espera que aparezca más información a partir de las pruebas que ayude a dar con las personas desconocidas", añade el responsable del equipo.
Por eso, desde hace años se trabaja en la elaboración de pruebas que, a partir del ADN, permitan averiguar con cierta seguridad algunos rasgos físicos de la persona a la que pertenece esa muestra. Entre los pocos que ya se utilizan está el del color de los ojos (marrón Vs. azul), pero potencialmente podrían desarrollarse muchos más (altura, color del pelo, de la tez...). El límite está en dar con el marcador adecuado, uno cuya medición dé resultados lo más precisos posible.
La edad es una de las características que más pueden ayudar en la búsqueda, pongamos, de un asesino. Pero los diversos intentos por estimarla a partir de una muestra biológica han sido poco fructíferos. El ADN mitocondrial o la longitud de los telómeros se han propuesto sin éxito como candidatos. Ahora, Kayser y sus colegas señalan a los linfocitos T (células defensivas) como un buen indicador.
-Defender el organismo
Estos glóbulos blancos se encargan de defender a nuestro organismo uniéndose a los microorganismos que nos atacan (virus, bacterias...) a través de unos receptores especiales situados en su superficie y destruyéndolos. Dichos receptores se 'fabrican' mediante un proceso que deja unos desechos llamados TRECs, que circulan libremente en la sangre. Estos pequeños fragmentos circulantes de ADN, según explica el artículo publicado en 'Current Biology', van disminuyendo de forma constante con el paso del tiempo.
"Hemos demostrado -señalan los autores en las páginas de la revista- que este fenómeno biológico se puede usar para estimar la edad de un individuo con precisión y certeza". Con su test, fueron capaces de saber la edad de 195 sujetos (desde bebés hasta adultos de 80 años), con un margen de error de nueve años arriba o abajo. Por eso, sugieren, se podría usar para situar a las personas dentro de intervalos de unos 20 años, que corresponden a distintas generaciones.
Además de ser útil para calcular la edad de criminales desconocidos que han dejado una pequeña muestra de sangre en la escena del crimen, también se podría aplicar en grandes desastres -para ayudar a identificar a las víctimas- o en la zoología. La mala noticia es que sólo se puede usar con la sangre y no con otras muestras biológicas como la saliva o el semen.
**Publicado en "El Mundo"
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