Revista Opinión

Crear una provincia, salvar a Manzanillo #Cuba #CubaEsNuestra

Publicado el 31 marzo 2017 por Cubaesnuestra
Crear una provincia, salvar a Manzanillo #Cuba #CubaEsNuestra

#Cuba #CubaEsNuestra Por Delio G. Orozco González I.-Oteando el horizonte. "La ciudad que espía como un pecado la gloria de haber sido cuna de nuestra independencia", así escribió sobre Manzanillo Enrique Serpa, el autor de Aletas de tiburón, en las postrimerías de los años 40 del pasado siglo XX.

Aún hoy, en la medianía de la segunda década del siglo XXI, pareciera que la ciudad continúa pagando el precio de aquel arranque original. Con extraña mezcla de sentimientos, incluso hasta de horror, se oyó exclamar en los días del ciclón Mathews: ¡Dios es manzanillero!, y ello porque la providencia, la vaguada y el anticiclón nos libraron del meteoro; unos, desesperanzados ya, dicen: ¡Mathews debió pasar por aquí a ver si así nos prestan atención!, otros, nada dicen... y se van.

Y es que de tanto clamor y mucho silencio por respuesta, en un ambiente de nula acción ciudadana como el que se padece, solo tres opciones les quedan a los manzanilleros: la emigración, la autocompasión o la flagelación, para ver si por carambola les llega la atención o la caridad.

No fueron pocos los que, desde el aciago momento para Manzanillo de la División Político Administrativa (DPA) en 1976, trataron por todos los medios de conjurar lo que se avecinaba; pero, fuerzas superiores a sus deseos e intenciones fijaron el rumbo hacia la zona del Cauto. A estas alturas, cuarenta años después, solo es viable, necesario e impostergable multiplicar la provincia Granma en dos -como se dividió la provincia Habana en el dueto de Artemisa y Mayabeque-, para detener e invertir la marcha de los que viven en esta curvatura del Guacanayabo; pues, desde inicio de la década de 1990 la caminata tiene una sola dirección: hacia atrás y abajo.

Como breve freno en el descenso solo pueden contarse algunas concreciones mientras Lázaro Expósito Canto fue Primer Secretario del Partido Comunista en la provincia Granma, territorio del cual forma parte Manzanillo: la mitad del boulevard en la calle Martí, dos heladerías (el Néctar y la Suiza), cuatro panaderías para expender de forma liberada el histórico alimento, el café Serrano, la sede de la UNEAC, la modernización de la Lisetera, la ambientación del litoral (Malecón), una dulcería (La Vajilla), la creación, modernización y ambientación de entidades gastronómicas y del comercio, la creación de la Academia de Artes Plásticas, la creación del Centro Cultural José Martí (la casita de Martí), la construcción del complejo cultural-recreativo Costa Azul, el repello y pintura de fachadas; sin embargo, y a pesar de que estas medidas solo impactaron la superestructura, el modo inteligente de dialogar, de tratar a las personas, de resolver problemas, le granjeó la simpatía de la mayoría; y ello que nunca apostó por la multiplicación provincial.

Pero Lázaro también se fue, el tiempo discurrió y su efecto corrosivo sobre la ciudad y las personas es cosa del día al día. Que Celia Sánchez hubiera nacido en Media Luna, crecido en Pilón y entrado en la historia de Cuba por Manzanillo, hizo posible que al momento de la DPA se tomaran una serie de medidas que aliviaron la pérdida de su independencia administrativa, condición disfrutada primero en su cualidad de villa principal de la jurisdicción y luego como municipio hasta el precitado 1976. El hospital Celia Sánchez Manduley, la Fábrica de Tubos de Riego por Aspersión José Luis Tassende de la Muñecas, la Fábrica de Acumuladores XX Aniversario, el Aeropuerto Internacional Sierra Maestra, el Instituto Superior Pedagógico Blas Roca Calderío, la Facultad de Ciencias Médicas o la Fábrica de Medios de Enseñanza, son algunas de las concreciones que salvaron el territorio en aquel momento; y a pesar de que hoy la ciudad hace aguas, aún la ayudan a mantenerse a flote pero no se sabe por cuánto tiempo más; en tanto, el debilitamiento de sus estructuras primero, la fragilidad de su economía después y finalmente, el drenaje de sus recursos humanos le confiere una vulnerabilidad que ha ido quebrando su condición de ciudad.

De modo lamentable para Cuba y desgracia de Manzanillo, Celia murió en enero de 1980; a partir de este momento el peso de las decisiones provinciales comenzaron a sentirse y, como si no fuera bastante, el período especial acabó por jalonar lo inevitable: imposible llevar a la práctica el deseo de una provincia y dos capitales; quien parte y reparte, en todo tiempo, lugar y sistema, deja para si la mejor y mayor parte.

No aceptarlo es desconocer la condición humana y la realidad; no en balde sentenció Martí: "Extraños, como los montes, son los hombres que saben mirar desde ellos, y sienten con entrañas de nación, o de humanidad" Cuando en 1977, al año siguiente de la DPA y dieciocho del triunfo revolucionario, Fidel Castro viene a Manzanillo para dejar inaugurada la Fábrica de Tubos de Riego por Aspersión, no puede dejar de reconocer la triste impresión que le causó contemplar la ciudad desde el aire: Cuando uno viene por aire y ve a Manzanillo, comprende que parece una gran aldea.

Se ve el contraste entre la vieja ciudad y las nuevas construcciones. Por aire se ve que todavía más de la mitad de las calles de Manzanillo, o por lo menos la mitad de las calles de Manzanillo, están sin asfaltar, sobre todo en las partes más altas. Ya desde hace un tiempo se enviaron equipos para el trabajo de asfaltar las calles de Manzanillo, que han estado trabajando y mejorando muchas calles. Pero quedan muchas todavía por asfaltar, faltan muchas viviendas, no tiene aún su estadio deportivo y sufre serios problemas con la cuestión del alcantarillado. Se trabajó, desde los primeros tiempos, en la solución del agua, pero no está resuelto lo del alcantarillado.

Esta percepción se afincaba en un hecho real: el desmejorado estado de las estructuras viales, habitacionales y de suministro de agua potable heredadas de la República (para 1953 el 78% de las viviendas estaban clasificadas de regulares y malas; solo el 29% de los hogares recibía agua -de muy mala calidad-, proveniente del acueducto y la mayoría de las arterias estaban sin asfaltar o en muy mal estado); también, en el hecho incontrastable de que el frenesí constructivo de la Revolución transformaba el país y, como era imposible llegar a todos los lugares al mismo tiempo, en unos sitios se apreciaba el cambio favorable y a otros aún no le llegaba la ansiada renovación. Hoy, cuarenta años después de aquellas impresiones y un número real de realizaciones, el tema del alcantarillado sigue sin resolverse; muchas calles -en las partes altas de la ciudad y barrios periféricos-, se han deteriorado o están sin asfaltar; se logró construir un nuevo acueducto pero las agonías con el agua no han cesado y cerca de la mitad del fondo habitacional sigue catalogado de regular y malo, handicap al cual se suma el deterioro acelerado o derrumbe de edificaciones de estilo ecléctico, signo y seña de un continente notable y del cual quedan pocos ejemplares.

Al momento del triunfo revolucionario, y para los estándares republicanos, Manzanillo era una de las ciudades de mejor talante del país por su arquitectura, comercio y cultura; fue, sin duda alguna, el centro citadino de referencia entre todos los asentamientos humanos que hoy componen la actual provincia Granma.

Por ello, cuando en Cien Horas con Fidel, Ignacio Ramonet le pregunta a su interlocutor: ¿Cuándo llega usted a la Universidad?, este responde: "¿Quién que no hubiera podido estudiar bachillerato podía ir a la Universidad? Quien fuera hijo de un campesino, de un obrero, que viviera en un central azucarero o en cualquiera de los muchos municipios que no fueran como el de Santiago de Cuba, o el de Holguín, tal vez Manzanillo y dos o tres más, no podía ser bachiller [...]" Y si bien es cierto que, en 1953, Manzanillo contabilizaba 33089 analfabetos de 6 años o más (34% de la población total), contaba además del Instituto de Segunda Enseñanza (Pre-Universitario) con una Escuela Normal para Maestros (las actuales Formadoras de Maestros), una Escuela de Comercio (equivalente a un Politécnico de Economía), una Escuela del Hogar, Academias de Música, de Idiomas, Colegios Religiosos y hasta una Escuela de Ballet, plantel dirigido por Clara Elena Ramírez, fundadora tiempo después del Ballet Nacional de República Dominicana y cuyas alumnas eran evaluadas por Alicia Alonso.

Y a pesar de los pesares, como acotara Eduardo Galeano, otros espacios insertados en la trama urbana también sobresalían, no de otro modo pudo Fidel Castro reconocer el aporte de los manzanilleros a la Revolución cuando señaló:

"Me faltaba el pueblo que, durante el primer año de guerra fue prácticamente el primer abastecedor. [...] El pueblo del cual nosotros estábamos seguros, porque cuando se trataba de huelgas, cuando se trataba de luchas, nosotros siempre contábamos que Manzanillo estaría presente" y es que para que haya huelgas hacen falta obreros y para que haya obreros hacen falta industrias: y había industrias, y bancos y un puerto activo por el cual entraban y salían no solo mercancías; sino, hombres y mujeres que dieron brillo y lustre a esta tierra; puerto que hoy, deshabilitado, significó tiro de gracia a una ciudad nacida, crecida y desarrollada por el influjo del mar.

Véase, en 1919 Cuba disponía de 33 puertos a través de los cuales materializaba su comercio y aunque las recaudaciones aduaneras contabilizadas en Manzanillo solo representaron el 1% del total, por más de una década logró ubicarse en octavo lugar superando a Banes, Baracoa, Batabanó, Gibara, Guantánamo, Júcaro, Los Indios, Mariel, Nueva Gerona, Nuevitas, Puerto Padre, Sagua la Grande, Santa Cruz del Sur, Trinidad y Tunas de Zaza. Era, sin duda alguna, la puerta de entrada y salida para los territorios de la actual provincia Granma y más allá también.

Puede objetarse que el desarrollo era manufacturero, semi-industrial o atrofiado (pero los talleres de fundición aún sirven a la industria azucarera, los molinos procesan el arroz de la zona y el central La Demajagua, a pesar de su poca capacidad de molienda, cumplía los planes de producción y daba vida a los habitantes de Calicito y Troya, además de aportar siempre a la economía local), que dos de los bancos eran extranjeros (hoy clamamos por la inversión y el financiamiento foráneo porque sin su aporte imposible seguir adelante) y que los índices de salud eran paupérrimos a pesar de que el Sanatorio de la Colonia Española devino Hospital Gineco Obstétrico "Fe del Valle", el Hospital Caymari se convirtió en Hospital Infantil "Hermanos Cordovés", la ONDI (Organización Nacional de Dispensarios Infantiles) -reconstruida-, es hoy la Policlínica Ángel Ortiz, el Hospital Psiquiátrico está emplazado en el Hospital Civil, terminado en los primeros meses de 1959 porque ya venía construyéndose desde antes, la clínica "La Caridad" (desaparecida en la década de los 90) sirvió de cobijo y curó revolucionarios, el Laboratorio Provincial de Higiene y Epidemiología (MINSAPITO, que tan importante papel jugó en la lucha contra el cólera en 2012) reside en lo que fuera consulta y clínica de un médico-artista: Enrique Hernández Periche; mientras que el itinerante y disperso "Poli I", tuvo asiento en el magnífico edificio de la otrora Clínica Piña, ejemplar inscripto en la lista de los especímenes destinados a desaparecer, a no ser que se determine hacer algo en su favor. Estos hechos descubren ante los ojos del veedor honrado una verdad enmascarada bajo los despojos de la lucha ideológica entre "un pasado decadente" y "un presente luminoso":

Manzanillo no es hijo de la Revolución, ni esta fue autora de su mayoría de edad; el primero surge a finales del siglo XVIII y evoluciona en un proceso de contradicciones y acumulaciones de variado tipo donde pobladores originarios, europeos, africanos y de otras latitudes conformaron no solo el etnos manzanillero; sino, el continente que hoy los acuna; la Revolución -conmoción social inevitable-, se hace entonces para corregir las desviaciones del proceso de crecimiento; por ello, los manzanilleros la abrazaron desde el primer momento y esperaban que cumpliera cabalmente su cometido.

Ahora bien, las ansias de autogobierno de esta región, proceso histórico reducido hoy al maniqueo diferendo Bayamo-Manzanillo, tiene larga data y raíces muy diferentes a las agresiones verbales de "culi quema'o" versus "peste a pesca'o", o las simplistas acusaciones de "regionalista" vertidas por las estructuras de poder sobre quienes desean ver próspero y altivo su lugar de existencia.

Cuando el 1ro. de enero de 1820 Rafael del Riego en Las Cabezas de San Juan incita a la firma por el Rey de la Constitución de 1812 y con ello da pie al surgimiento del trienio liberal (1820-1823), provocando la extensión a América del texto constitucional conocida como "La Pepa", en Manzanillo, para ese entonces partido de la villa bayamesa, se crea un Ayuntamiento cuya primera demanda al Gobierno Provincial radicado en Santiago de Cuba fue la separación inmediata de Bayamo.

¿Cuál era la causa de tal pedimento? Para la época, la población que frisaba los 30 años de vida (el proceso fundacional había comenzado el 11 de julio de 1792), albergaba intereses comerciales y económicos que demandaban remover las trabas impuestas por gabelas ralentizadoras de la prosperidad de sus habitantes (algunos de origen o procedentes de Bayamo, como el padre de Francisco Vicente Aguilera); en tanto, para ellos, era un sinsentido ir 16 leguas (67 Km) distantes del puerto a despachar los buques porque la aduana se encontraba en Bayamo (hoy, increíblemente, la repartición del pescado se sigue haciendo -como en tiempos coloniales-, desde la cabecera provincial).

Por esta y otras razones, todas legítimas, en 1830 vecinos de Manzanillo elevaron al Rey la petición de que se les concediera el título de villa y con ello la ansiada autonomía gubernativa. El Monarca, comprendiendo la justicia del deseo e interesado en seguir organizando lo que quedaba de su imperio, accede y el 19 de agosto de 1833, por Real Orden, otorga el título de Villa y dispone sea llamado Puerto Real del Manzanillo. No obstante, intereses contrapuestos (Bayamo perdería su tradicional salida al mar, un inmenso territorio y Santiago de Cuba ganaría un competidor; pues, en 1826 el puerto había sido declarado mayor) demoraron la ansiada Tenencia de Gobierno hasta el 6 de enero de 1840 en que, con potestad sobre los territorios de Yara, Guá y Vicana, la naciente jurisdicción se escindió de los fueros bayameses abarcando un territorio que iba, desde la margen izquierda del río Buey, hasta el Pico Turquino.

A partir de este momento el crecimiento de Manzanillo, en virtud de su ubicación geográfica (la economía cubana era ya abierta para la exportación), iría in creciendo; mientras Bayamo, alejado del puerto y sumido en un sistema de haciendas comuneras con una producción más de autoconsumo que mercantil, inicia un letargo evolutivo (deplorado incluso por sus hijos más preclaros), cuyo clímax en el siglo XIX será la Guerra de los Diez Años.

Al término del conflicto bélico, un decenio después del magnífico día en Demajagua, la destrucción de la riqueza agrícola determinó a España liberar de impuestos por espacio de ocho años la producción agropecuaria de las zonas castigadas por la guerra, privilegio impositivo que permitió en el Oriente cubano a Manzanillo y Guantánamo erigirse en pilares del desarrollo capitalista; en tanto, fueron estos lugares donde mejor se verificó el proceso de concentración y centralización de la industria azucarera, condición y motor del desarrollo durante la primera parte del siglo XX que pondría la urbe a la cabeza de los actuales territorios granmenses. No debe pasarse por alto el hecho de su ubicación geográfica a la vera del mar; ello dio protección (a pesar de los bombardeos yanquis en la Guerra Cubano-Hispano-Norteamericana; por cierto, la noticia del armisticio llegó desde Santigo de Cuba a través de un cable submarino de comunicaciones, el único en Cuba que vinculaba las dos citadas ciudades con Cienfuegos) a su estructura urbana (nunca pudo ser tomada por el Ejército Libertador), y permitió el flujo mercantil que depositó los capitales invertidos en su acceso a la modernidad, tal vez "neocolonial" o "pseudo modernidad"; pero al fin y al cabo modernidad; por cuanto, el país, intervenido primero y dependiente después, no podía aspirar a mucho más.

Díganlo entonces los españoles, chinos, libaneses, latinoamericanos, bayameses y otros cubanos que vinieron a vivir a Manzanillo en los primeros años del siglo XX.

II.-Tras el rastro de los hombres.

La sólita conducta de los humanos -también de los animales-, de huir del dolor, las carencias y necesidades en busca de zonas o regiones más propicias a la vida, resulta de utilidad para ponderar que lugares ostentan o exhiben mejores indicadores existenciales; por tanto, visionar cuánticamente la evolución de la población manzanillera; o sea, su crecimiento y lugar de asentamiento preferido (ciudad o campo y condiciones de vida) en relación con Bayamo, centro urbano que después de 1976 capitalizó para sí las oportunidades de desarrollo y crecimiento en Granma, permitirá entender cuánto daño ocasionó al proceso evolutivo de Manzanillo la supeditación de este a la estructura diseñada para regir los territorios de la nueva provincia; pues, la fuga de su recurso más preciado: hombres y mujeres, invierte la tendencia y de receptor de recursos humanos pasa a ser no solo emisor; sino, que la pérdida de potencialidades deviene, junto a otros considerando, rémora y verdugo de su crecimiento.

En 1841, al año siguiente del establecimiento de la jurisdicción manzanillera, las autoridades españolas levantan un censo. Es a partir de este instante cuando los datos, los obstinados datos -como decía Jacinto Torras-, sirven para escrutar, ponderar y estimar el impacto de la nueva condición en la evolución demográfica de Manzanillo.

Para la fecha, la población de la nueva entidad llegaba a los 13217 habitantes; mientras por lógica histórica y temporal, Bayamo duplicaba esa cifra con 27252 pobladores. Sin embargo, once años después el influjo es ya evidente; pues, si bien Manzanillo solo alcanza la cota de 26493 habitantes, Bayamo no puede superar las 31336 almas; o sea, el primero ha crecido en más de un 100%, mientras que la otrora villa de San Salvador (ya ostentaba el título de ciudad), lo hace solo en un 51%.

Fue la Guerra Grande, sin duda alguna, el tortor que estranguló el decurso bayamés. Manzanillo, resguardado por su puerto y defensas terrestres, salió indemne de la contienda y en 1887, estimulada su economía con la inyección de capitales, la población se eleva hasta los 34220 habitantes, solo Santiago de Cuba lo superaba en la antigua provincia de Oriente.

Finiquitaba la centuria decimonónica y con ella -según Juan Pérez de la Riva-, la última guerra de carácter feudal, caracterizados estos conflictos por grandes pérdidas humanas y escasos daños materiales. La barbarie española, especialmente la Reconcentración, le cobró al pueblo cubano una cifra estimada de 300 000 vidas; empero, el rigor del experimento fascistoide se sintió más hacia la parte central y occidental de la isla y, aunque en la zona oriental también resulta apreciable un aumento en las defunciones, entre 1887 y 1899, fecha del último censo del siglo XIX, levantado esta vez por los norteamericanos, la población de Manzanillo y Bayamo aumenta.

Podríase cuestionar que los 32288 habitantes residentes en territorio manzanillero en 1899 representan 1932 menos que los contabilizados en 1887; empero, no puede desconocerse que los interventores decidieron escindir del término municipal de Manzanillo los territorios de Campechuela y Niquero, sangría esta que le costó 10087 habitantes. A pesar de ello, los bayameses, que no sufrieron pérdida territorial alguna, solo sumaban 21193.

Muestra del deterioro urbano de Bayamo al término de la guerra de 1895 resulta el hecho de que el censo, al relacionar la población rural exceptuando los pueblos de 8000 y más habitantes, da como rural el total de sus habitantes; en tanto, los residentes en los barrios de San Juan y el Cristo solo sumaban 3022. Por el contrario, en la ciudad de Manzanillo vivían 14464 personas, sobrepasada solamente por las urbes de La Habana, Santiago de Cuba, Matanzas, Cienfuegos, Puerto Príncipe y Cárdenas.

Durante los primeros años de la vigésima centuria, la población de Manzanillo siguió creciendo y superando de manera absoluta los habitantes de Bayamo. Por ejemplo, en 1907 los que vivían a orillas del Guacanayabo sumaban 54900; mientras los residentes en la Numancia cubana apenas llegaban a 26511. Aquí es preciso acotar que los términos de Niquero y Campechuela habían vuelto al seno manzanillero; sin embargo, en 1919 (Campechuela se separa en 1912 y Niquero en 1916), a pesar de la resta territorial y humana, la población asentada en el término manzanillero crece hasta alcanzar los 56570 habitantes para superar la de Bayamo en 10609.

Elemento de valor a considerar en este análisis estadístico resulta la población de las ciudades; en tanto, en un primer momento de manera absoluta y luego de forma porcentual, la población residente en la ciudad de Manzanillo será siempre mayor que la localizada en la urbe bayamesa; por lo menos hasta 1970. Según el censo de 1919, en Cuba había 26 ciudades con más de 8000 habitantes y Bayamo no estaba entre ellas; Manzanillo, por el contrario, contabilizaba 22331 y era superado solo por La Habana, Marianao, Santiago de Cuba, Cárdenas, Cienfuegos, Camagüey y Matanzas.

No sería hasta 1931 que la población del término municipal de Bayamo logra superar de manera absoluta la de Manzanillo; empero, ello no se debe al crecimiento natural del primero; sino, a la pérdida geográfica y humana del segundo; por cuanto, en 1927 se le enajenan los barrios de Media Luna, Pilón y Vicana. En 1943 los habitantes de Bayamo sumaban 90124 y los de Manzanillo 79349; sin embargo, el por ciento de aumento de la población manzanillera entre 1931 y 1943 fue mayor: 26.50, contra 24.12 solo para Bayamo.

El análisis de la extensión territorial y la cantidad de habitantes por kilómetros cuadrados demuestra el carácter de ciudad adquirido por Manzanillo; o sea, una alta densidad poblacional. En 1943 Manzanillo, con 1726 Km², poseía una densidad de población de 45.97 habitantes por kilómetro cuadrado; mientras Bayamo, poseyendo un territorio de 3656 Km², tenía una densidad de 24.65 habitantes por kilómetros cuadrados, cifra demostrativa de una dispersión notable y como consecuencia, un centro urbano con poco capacidad de atracción; no por gusto los habitantes de la ciudad de Bayamo solo sumaban 16161 (17% del total de habitantes).

En contraposición, la ciudad de Manzanillo albergaba 36295 personas (45% del total de sus habitantes). La siguiente tabla demuestra de manera inapelable el carácter urbano o citadino de la población manzanillera y el rural de la bayamesa; también se relacionan otros municipios para una visión más completa del territorio.

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En 1953 se levanta el último censo de la República y, aunque en términos absolutos la población del municipio Bayamo (143487) supera la de Manzanillo (95894), imposible obviar el hecho de que los habitantes del primero crecen de manera extensiva en un amplio territorio rural, a diferencia de los pobladores manzanilleros que pujan por abrirse paso en un espacio mucho menor y con inclinación siempre a la urbanización. La comparación de la población en la cabecera de los términos municipales va a confirmar el aserto supradicho.

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Ahora bien, no es el incremento de la población la única clave para entender las potencialidades y dinamismo del desarrollo económico. Las condiciones materiales, de vida e instrucción resultan ser también variables de primer orden; en tanto, son los hombres y mujeres -y si preparados mejor-, recurso estratégico definitivo no solo para medir condiciones favorables de existencia; sino, factor esencial para impulsar cualquier intención, política o propuesta de superación humana. Las tablas que de seguido se muestran denotan, para 1953, la superioridad manzanillera en este sentido respecto a todos los territorios de la actual provincia Granma y confirman la aseveración de Fidel Castro cuando, respondiendo a Ignacio Ramonet, señalaba quiénes en Cuba -especialmente del oriente cubano-, podían asistir a la universidad.

Para la misma fecha, Manzanillo contabilizaba 17115 viviendas; de ellas 9558 (el 55.8%), eran urbanas, resultando significativo que el 68% de todas las unidades habitacionales eran propiedad de sus moradores. Bayamo, con 24970 hogares, solo tenía el 34.6% en la zona urbana, mientras que en propiedad de su habitantes solo había un 54% de viviendas. Incompleta estaría esta visión si no se ponderaran los materiales de construcción significando los dos extremos: mejores y peores. La tabla no deja margen a dudas en cuanto al nivel de Manzanillo respecto a los otros municipios que componían en aquel momento la zona más sur-occidental del naciente insular.

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Termina esta evaluación del período republicano reflejando indicadores que denotan calidad de vida de los habitantes a partir del suministro de agua, servicio sanitario, baño o ducha, alumbrado y refrigeradores en las viviendas.

III.-Las causas del reclamo.

El triunfo de la Revolución Cubana en 1959 significó una notable inflexión en el decurso histórico y evolutivo de la isla. Visible y benéfico ha resultado su impacto en las esferas social y humana; en tanto, nunca antes y hasta su llegada, las necesidades más perentorias del ser humano han recibido tanta atención: educación; salud; fomento del arte, la cultura y el deporte; protección ante desastres; reconocimiento, impulso y respeto a la infancia, las féminas y en los últimos tiempos a la diversidad sexual; atención a segmentos poblacionales con disfunciones de variado tipo; proscripción legal y combate contra el racismo, la prostitución, las drogas y otras lacras sociales; altos niveles de seguridad ciudadana; incluso, en su vertiente represiva -explicable en unos casos, pero totalmente inaceptable cuando de constreñir el pensamiento y las opiniones se trata-, muy distinta a sus pares socialistas, dígase la ex-URSS, China y Corea del Norte; no obstante, como producto humano que es, carga con el estigma de los yerros y equívocos de los hombres; quienes, en su práctica social, resultan incapaces de asir el equilibrio y en más de una ocasión, con el objeto de materializar sus aspiraciones de progreso benefician un grupo y laceran otro.

Estamos pues, ante unos de esos casos donde la praxis y la no satisfacción de las expectativas -en lo que a Manzanillo concierne-, demanda, cuarenta años después, la revisión inaplazable del trazado geopolítico del país; en tanto, la edificación del presente y la ensoñación del futuro impone abandonar la contemplación viva del pasado; este solo es capaz de advertir; pues, entre sus potencialidades no está el decir cómo hacer las cosas, tal condición se atesora en los oficios naturales del hombre: crear y transformar.

El 4 de febrero de 1959, en horas de la madrugada, Fidel Castro pronunciaba su primer discurso al pueblo manzanillero y reconociendo el aporte de la ciudad y sus hijos al triunfo de la Revolución señaló: "[...] con la Revolución, Cuba entera debe estar agradecida de Manzanillo porque de Manzanillo salieron los primeros dineros para la Revolución, los primeros víveres, las primeras hamacas, los primeros zapatos, las primeras frazadas, las primeras medicinas y los primeros voluntarios [...]" Tal evaluación, salida de la boca del líder revolucionario, confirma el papel desempeñado por la urbe y sus habitantes en el cuajo del 1ro. de enero, pudiendo aseverarse entonces que en la antigua provincia de Oriente fueron Santiago de Cuba y Manzanillo las dos ciudades que más decididamente aportaron al triunfo revolucionario.

Entonces, esperanzados y dispuestos a las nuevas transformaciones iniciaron los habitantes de la oquedad del Guacacanayabo las últimas cuatro décadas del siglo XX; pues, como dijera Félix Varela, todo patriota quiere merecer de su país.

En 1970 se realiza el primer censo del período post '59 y poco antes, en un intento inicial por corregir las deficiencias territoriales del desarrollo heredadas de la república, se hace una DPA que, manteniendo las antiguas provincias, secciona el país en regiones crea nuevos municipios. La actual provincia Granma, en acertada percepción de la evolución histórica, las condiciones geográficas y el sentimiento de pertenecer, se divide en dos regiones: Región Bayamo (compuesta por los municipios Río Cauto, Cauto Cristo, Jiguaní, Santa Rita, Cauto Embarcadero, Mabay, Buey Arriba, Guisa y Bayamo) y la Región Manzanillo (entidad que englobaba los municipios de Veguita, Bartolomé Masó, Yara, Demajagua, Campechuela, San Ramón, Cienaguilla, Las Mercedes, Marea del Portillo, Media Luna, Niquero, Sevilla, Pilón y Manzanillo).

Las cifras del conteo mantienen la tendencia; o sea, la población sigue creciendo en ambas zonas, aunque la costera sobrepasaba la mediterránea. Bayamo, por su parte, supera a Manzanillo; sin embargo, la urbe marinera sostiene la tendencia histórica de poseer el grueso de su población urbana -de forma absoluta y porcentualmente-, por encima de su histórica contendiente.

Seis años después, en 1976, una nueva reestructuración geográfica, política y administrativa del país daría a este faz diferente y, sin dubitación alguna, crearía potencialidades de desarrollo para territorios preteridos hasta ese momento. No obstante, la inobservancia de las diferencias históricas, de peculiaridades geográficas, económicas y humanas dio como resultado la creación artificial de la provincia Granma, entidad geopolítica que potenció el crecimiento de una región en detrimento de otra, sirviendo de esclusa para la fuga del capital humano y frenando las aspiraciones evolutivas de la zona costera.

Este desequilibrio, cual bumerán castigador, ha castrado el desarrollo armónico del conjunto, dando como resultado que hoy la provincia es de las más atrasadas del país; por ejemplo, en los años 1996, 1999 y 2003 el Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM), realizó una indagación en la cual consideró tres dimensiones vinculadas al desarrollo humano: 1.-una vida larga y saludable, 2.-adquisición de conocimientos y 3.-acceso a recursos que le permitan tener un nivel de vida decente, y en los tres años escrutados, la provincia Granma ocupó el último lugar de entre catorce entidades de igual condición.

Otras indagaciones, todas nacionales, con fechas extremas entre 1985 y 2007 -aunque sostienen que hasta el 2012 la tendencia se mantiene-, encuestaron seis variables y el territorio granmense exhibió los índices más bajos en ocupación, mortalidad infantil, volumen de inversiones per cápita y salario medio mensual.

Por otro lado, las cifras tabuladas en los censos de 1981, 2002 y 2012 confirman la concentración de recursos y medios de vida en la actual cabecera provincial. Los flujos migratorios y el abultado crecimiento de su población devienen prueba inapelable; tanto es así que a inicio de los 80′ Bayamo logra sobrepasar los 100 000 habitantes y se convierte en ciudad de primer orden.

El censo de 1981 señala que "El municipio Bayamo, en virtud de sus características como cabecera provincial, alcanzó el más alto crecimiento del período 1970-1981" y su población "[...] está formada aproximadamente por 16,4 migrantes de otros municipios de la misma provincia por cada mil residentes [...]", resultando ser esta tasa la más alta de la provincia. Parecería posible cuestionar los argumentos antedichos apuntando que, en igual fecha (1981), Manzanillo no retrocede porque logra mantener la supremacía en las viviendas en lo referido a servicios como suministro de agua por tuberías y acueducto, servicio sanitario y baño con ducha de uso exclusivo, alumbrado eléctrico, posesión de televisores, refrigeradores, máquinas de coser, lavadoras y ventiladores; empero, esta supremacía es solo porcentual, la ciudad ha sido condenada a no crecer humanamente o hacerlo de forma magra y la confirmación inapelable es que al día de hoy no logra sobrepasar la cota de 100 000 habitantes: carece de los recursos materiales y medios financieros para dar el salto. Y si aún se tienen dudas sobre el particular, véase la siguiente tabla.

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Si estas cifras muestran un desequilibrio innegable entre los dos polos humanos más importantes del territorio, ¿cómo será su relación respecto a los otros municipios? Aquí la respuesta: En 2002, la población del municipio Bayamo representaba el 26% del total de la provincia, casi un tercio de los habitantes del territorio; mientras que su crecimiento intercensal de 55100 seres humanos superaba el total de residentes en nueve de los municipios restantes: 1.-Río Cauto (47551), 2.-Cauto Cristo (20989), 3.- Campechuela (46126), 4.-Media Luna (35121), 5.-Niquero (41289), 6.-Pilón (29129), 7.-Bartolomé Masó (52642), 8.-Buey Arriba (30969) y 9.-Guisa (50747).

Es el censo de 2012 el último levantado por la Revolución hasta el momento y, aunque las tendencias se mantienen, su análisis y contrastación con otras fuentes arroja argumentos inapelables. En esta fecha, tanto el municipio como la ciudad de Bayamo son los que más crecen, el primero en 16079 habitantes y la urbe en 12363. El crecimiento del municipio Manzanillo es ridículo: ¡500 habitantes en una década!, mientras que la ciudad, en agonía, solo aumenta 1866 pobladores. Y es la emigración -en este caso puede llamarse fuga- la causa de guarismos tan demoledores.

Nótese lo siguiente. En el sexenio que corre entre 2007 y 2012, nacen vivos en Manzanillo 9661 personas, mientras que las defunciones generales alcanzan la cifra de 5968, lo que arroja una diferencia positiva de 3693 habitantes; sin embargo, cómo explicar que en ese mismo período la población decrece en 1042 habitantes; ¿adónde fueron a parar 4735 personas? Sencillamente emigraron, se fueron, marcharon en busca de las oportunidades que no encontraban en su lugar de residencia.

Dos cuestiones antes de terminar con los censos. El del 2012 sitúa a Manzanillo con el mayor índice de envejecimiento en la provincia: 18,2. Una mirada romántica a este indicador podría hacer parecer que los manzanilleros deciden envejecer en su ciudad a pesar de las cuitas, y ello puede ser; empero, un análisis más detallado de los movimientos migratorios desemboca en el hecho incontrastable de que los más jóvenes parten en busca de otros horizontes, refrendando el adagio popular de que: por mi mejoría, hasta mi casa dejaría. Lo segundo es el grado de urbanización; o sea, Manzanillo exhibe un 81,7 por un 71,9 para Bayamo, lo cual puede conducir a la conclusión de que la construcción de viviendas en el primero ha sido más intensa que en el segundo; pero, lo aparente no siempre es lo verdadero, y de nuevo, los datos vienen a confirmar el hecho de que poseer capacidad decisoria y casi absoluta sobre el manejo y disposición de los recursos hace feble el deber.

Y ello no es una acusación, es una sentencia marxista: los hombres piensan como viven, no viven como piensan; empero, esta afirmación no clarifica el hecho de por qué si Bayamo es el territorio que más viviendas construye entre 1971 y el 2012 (un promedio del 29% de todo lo construido en la provincia) y en igual período Manzanillo solo logra edificar el 11% del total erigido, este aún tiene mayor grado de urbanización.

La respuesta parece tener dos considerando; por un lado, el territorio ubicado a orillas del Guacanayabo todavía arrastra su antiguo abolengo de ciudad con edificios donde habitan varias familias, antiguas moradas divididas en dos y hasta tres viviendas y la construcción de otras en la zona urbana, lo cual imanta hacia su núcleo el grueso de los pobladores; por el otro, el territorio con nombre de cacique aborigen, ha necesitado más de un siglo para recuperarse de su postración y el crecimiento, más extensivo que intensivo en un amplio territorio (927 km²), ha demandado mayor cantidad de recursos para colmar los requerimientos citadinos de los miles de seres humanos (235 107) que la han elegido como destino o tienen residencia en ella; por esta última razón -a pesar de haber construido más que todos-, no ha podido -hasta el momento-, ostentar el mayor porcentaje de urbanización.

Este panorama, nada halagüeño para los territorios de la antigua Región Manzanillo y de modo especial la ciudad, tiene su causa primera y básica en la pérdida de la autonomía gubernativa y la supeditación, como municipio, a una estructura incapaz de impulsar su crecimiento; la cual, ha devenido contén y freno de su evolución; quizás no de modo ex profeso, empero, los resultados están ahí y la práctica -criterio valorativo de la verdad-, resulta argumento irrecusable.

Los intentos por minimizar este impacto han echado mano a justificaciones como el bloqueo, la crisis económica mundial o las insuficiencias sistémicas; no obstante, cuando se pondera la región con otros territorios, otrora menos desarrollados en la misma geografía nacional que soportan iguales influencias (bloqueo, crisis e ineficacia), y tienen al día hoy un estatus y perspectivas diferentes a los de la zona costera de Granma, salta a la vista y de modo fúlgido -por ello imposible de ocultar, una variable ausente en sus ecuaciones de vida: no son municipios manejados y/o maniatados por estructuras superiores; son capitales de provincia con capacidad legal y factual para decidir sobre recursos, territorios y hombres.

Por ello, en 2008 y con el nombre: "Propuesta para el desarrollo integral de Manzanillo y la región del Guacanayabo, incluidos los municipios de Yara y Bartolomé Masó a partir de la multiplicación provincial. Razones y sentimientos", se hizo llegar un pedimento a los altos poderes de la nación donde los manzanilleros deploraban y cuestionaban decisiones tomadas desde la regencia provincial o apoyadas desde ella, también estados de cosas que lesionaban, entorpecían u obliteraban su modus vivendi como elementos palpables de su cercenada autonomía.

Ahora bien, tal batalla ciudadana, librada en solitario por un reducido grupo de personas (no todo el mundo milita en la extrema vanguardia, los ejércitos necesitan también de la retaguardia), ha sido, históricamente, descalificada desde el poder no con argumentos; sino, con retórica, desconocimiento en unos casos o castigo en otros. Una de las acusaciones, como se ha mencionado más arriba, es tildar a quienes exponen sus inquietudes con los epítetos de "regionalistas" o "divisionistas", tratando por esta vía de quebrar su voluntad al presentarlos como elementos disolventes que dañarían al país al poner en riesgo la unidad que ha hecho posible la resistencia y el triunfo.

Esta infeliz argucia desconoce la historia de Cuba y confunde gimnasia con magnesia; en tanto, la unidad solo puede ser cierta si cada unidad del conjunto, de manera consciente y voluntaria, asume su papel en ella. La unidad forzada u obligada tiene un límite; o sea, el tiempo de vida de quien la ejerce o el agotamiento de las condiciones que la hacen posible.

¿Por qué seguir llamando secesionistas a partir de otras experiencias que nada tienen que ver con la realidad cubana, a quienes desean potenciar un desarrollo más equilibrado y justo de sus patrias chicas si el pensamiento de Varela y Martí refrenda el sentir e invita a la acción? Decía el silencioso fundador -quien no quiso asimilarse a tierra extraña pues se había dado en cuerpo y alma a la libertad de su tierra-, en fecha tan temprana como 1818: [...] los hombres dan siempre una preferencia a los objetos más cercanos, o por mejor decir, más ligados a sus intereses individuales, y son muy pocos los que perciben las relaciones generales de la sociedad, mucho menos los que por ellas sacrifican las utilidades inmediatas o que les son más privativas. De aquí procede lo que suele llamarse provincialismo, esto es, el afecto hacia la provincia en que cada uno nace, llevado a un término contrario a la razón y la justicia.

Sólo en este sentido podré admitir que el provincialismo sea reprensible, pues a la verdad nunca será excusable un amor patrio que conduzca a la injusticia; más cuando se ha pretendido que el hombre porque pertenece a una nación toma igual interés por todos los puntos de ella, y no prefiera el suelo en que ha nacido, o a que tiene ligado sus intereses individuales, no se ha consultado el corazón del hombre, y se habla por meras teorías que no serían capaces de observar los mismos que las establecen. Para mí el provincialismo racional que no infringe los derechos de ningún país, ni los generales de la nación, es la principal de las virtudes cívicas.

Y José Martí (artífice de la unidad nacional, por cuanto logró fundir negros y blancos, patronos y obreros, pinos nuevos y viejos, emigrados y residentes insulares en un haz de voluntades dispuesto a consumirse en la hoguera bélica por la libertad y la justicia), escribió escasamente tres meses y medio antes de morir: Cada cual se ha de poner, en la obra del mundo, a lo que tiene más cerca, no porque lo suyo sea, por ser suyo, superior a lo ajeno, y más fino o virtuoso, sino porque el influjo del hombre se ejerce mejor, y más naturalmente, en aquello que conoce, y de dónde le viene inmediata pena o gusto: y ese repartimiento de la labor humana, y no más, es el inexpugnable concepto de la patria.

Levantando a la vez las partes todas, mejor, y al fin, quedará en alto todo: y no es manera de alzar el conjunto el negarse a alzar una de las partes. Patria es humanidad, es aquella porción de humanidad que vemos más de cerca, y en que nos tocó nacer; -y ni se ha de permitir que con el engaño del santo nombre se defienda a monarquías inútiles, religiones ventrudas o políticas descaradas y hambronas, ni porque a estos pecados se de a menudo el nombre de patria, ha de negarse el hombre a cumplir su deber de humanidad, en la porción de ella que tiene más cerca.

Esto es luz, y del sol no se sale. Patria es eso. ¿Se han de tildar de divisionistas o debilitadores del espíritu nacional justamente aquellos que lo fundaron porque reconocieron, no solo racional; sino, espiritualmente que para amar la humanidad será preciso primero servir con cariño y lealtad, no solo la tierra de los natales, ¿sino los seres que a diario vemos y con quienes compartimos ideas, sueños, anhelos y esperanzas? Córtese la lengua y quémese con hierro candente, la frente del infame que tales ideas proclame. ¿Son fracturadores de la unidad nacional quienes, en este caso particular, siguen las huellas de Varela y Martí? No, no aceptan ellos tales imputaciones, como tampoco se resignan a que se les considere "daño colateral" de la DPA. Soluciones hay: legales (Artemisa y Mayabeque) y prácticas: Cienfuegos, en una ubicación geográfica parecida a la región Manzanillo y similares condiciones, separado del gran molote que eran Las Villas, es hoy, después de la capital del país, la segunda provincia con mejores índices de Desarrollo Humano Territorial en la isla.

Otra táctica de los deslegitimadores, cuando ha resultado imposible tapar el sol con un dedo, es acudir a un viejo truco: achacar la culpa del retroceso o estanco a los que lo padecen, tal como hoy se hace con lo inmigrantes en los países del primer mundo; o sea, son acusados de los bajos salarios, el desempleo, la violencia y la marginalidad.

En alguna que otra ocasión, a más de un representante del poder se le ha escuchado decir: ¡los manzanilleros son los responsables, son unos vagos! Tal expresión es, en primer lugar, muestra de cobardía política o administrativa; pues, inhabilitados por varias razones para exigir y reclamar a sus superiores la ayuda, los medios o la solución a los problemas, entonces descargan sobre los que padecen una culpa que ellos no crearon; es o puede ser, también, excusa para la ineptitud y falta de liderazgo al ser incapaces de motivar y compulsar al pueblo al logro de objetivos superiores. Por otro lado, dicha acusación desconoce el daño severo que, sobre la autoestima, el espíritu público y la vocación hacia lo colectivo ha producido la subordinación; por cuanto, cuando se cercenan, restringen, menguan o conculcan capacidades al ser social, este es llevado a un estado de abulia, desgano e indiferencia que asusta.

Un refrán árabe sentencia: "Pueden salirle arrugas al rostro, pero cuando renunciamos al entusiasmo, envejecemos". Finalmente, esgrimir esta aberración como escape justificativo es darle la razón al

Manufacturer de Filadelfia cuando denostó a los cubanos en el siglo XIX e invalidar los argumentos de José Martí en su viril y lúcida réplica titulada "Vindicación de Cuba".

No es menos cierto, el regionalismo fundamentalista -ya cuajado el estado nacional- debilita el conjunto; pero cada caso necesita ser evaluado en sus pretensiones, causas y alcance; pues, no es lo mismo solicitar la creación de una nueva provincia (podría llamarse Guacanayabo o Sierra Maestra en total correspondencia con su geografía o mantener Granma, toda vez que fue en Niquero, uno de los municipios que la compondrían, donde desembarcó el yate), con el objeto de reordenar el territorio y potenciar el desarrollo manteniendo inalterable la pertenencia al país y su sistema, a solicitar la separación absoluta intentando crear una nueva nación o un estado federativo al estilo norteamericano.

Un rápido y honrado acercamiento a la disolución de la URSS y la atomización de algunos países del extinto campo socialista, devuelve dos respuestas básicas: en el caso de la URSS la clave disolutiva, aunque no la única, descansó en el mal manejo del tema de las nacionalidades; o sea, intentos de rusificar las mismas y desigual tratamiento, hechos que han desembocado, con el azuzamiento de occidente, en sentimientos anti-rusos y validan el viejo refrán de que, "quien siembra vientos cosecha tempestades"; mientras que el caso yugoslavo devino muestra inequívoca y eficaz del postulado cesáreo de "divide y vencerás"; pues, como dice Eric Hobsbawm: "El mundo más conveniente para los gigantes multinacionales es un mundo poblado por estados enanos o sin ningún estado".

A pesar de ello, no son estos los únicos ejemplos ni causas donde el sentimiento separatista se agita y gana adeptos. Cuando la crisis económica remueve los cimientos de las sociedades del capitalismo post-clásico actual -donde la economía como nunca antes domeña la política-, y decrece la producción, el comercio, el empleo, el gasto y con ello las ganancias y los beneficios, la amígdala social dispara el alerta del miedo y en las regiones, autonomías, provincias o ciudades con mejores condiciones materiales y financieras se desata el proteccionismo; el cual, en algunos casos, desemboca en ambiciones secesionistas para proteger su patrimonio o, dicho de otro modo: "el egoísmo colectivo de la riqueza" explica los

deseos separatistas de Cataluña que, junto al País Vasco son las zonas más ricas y desarrolladas de España; los de Rio Grande do Sul, el estado más rico de Brasil; el auge de la Liga del Norte en Italia que postulaba la secesión de la región centrada en Milán, la "capital económica de Italia" de su capital política, Roma; la pretensión de Staten Island que, en los principios de los noventa, votó para segregarse de Nueva York o el actual Brexit propuesto por Reino Unido para desentenderse de la Unión Europea. Ahora bien, de este panorama, una pregunta resulta inevitable: si la tendencia se manifiesta casi idéntica en varios países, ¿por qué entonces en el entorno cubano y de manera específica el caso aquí tratado se invierte la corriente; o sea, ¿la ciudad más rica es la que apuesta por un integrismo a toda costa?

La respuesta parece descansar en el hecho de que como en el sistema gubernativo insular la política determina la economía; entonces, quien detenta el poder político y administrativo puede manejar y disponer -de jure y de facto- de los recursos económicos y, mientras más territorios regentee, mayor cantidad de activos materiales y financieros puede disponer y de hecho dispone; en tanto, la capital consume más del 50% del presupuesto y los recursos destinados a todo el territorio. Tal postura "antiseparatista" no se nos antoja unitaria, parece más bien una versión metamorfoseada del "egoísmo colectivo de la riqueza". Alguien, sintiéndose aludido, podría argüir que tal percepción resulta equivocada, que el sostenimiento de la integridad territorial tiene el único objetivo, según lo plasmado en la Constitución, de [...] promover el desarrollo económico y social de su territorio, para lo cual coordina y controla la ejecución de la política, programas y planes aprobados por los órganos superiores del Estado, con el apoyo de sus municipios, conjugándolos con los intereses de éstos" y no se duda de tales intenciones; empero, después de cuarenta años, los datos, las cifras y los hechos dicen otra cosa.

IV.-La solución.

A estas alturas de los acontecimientos, de los cambios a nivel global, regional y nacional y los argumentos aquí expuestos, la ruptura del nudo gordiano pasa antes que todo y de forma primaria por la multiplicación provincial; es, como dicen los jugadores de dominó, una "jugada cantada". Apreciar el nivel alcanzado por ciudades como Pinar del Río, Las Tunas, Ciego de Ávila o el mencionado Cienfuegos, urbes que encabezan sus respectivos territorios, resulta argumento suficiente para tomar la decisión; demorar el remedio es agravar el padecimiento y después no será lícito exculpar la inacción con la falta de recursos o el manido argumento de que no era el momento oportuno. A inicios de marzo del 2017, en el portal Cubasi, se publicó un artículo titulado:

"Cuba aboga por desarrollo como vía para equilibrar flujo migratorio" y en el texto se relata como el representante cubano ante la ONU -Luis Alberto Amorós- abogó por el desarrollo como estrategia básica para frenar o atenuar las intensas corrientes migratorias que resultan uno de los graves problemas que hoy enfrenta el planeta. Resulta pues, de todo punto incongruente, ofrecer consejos a otros y no ponerlos en práctica en la propia casa. Sin embargo, la sola multiplicación de la provincia Granma en las dos regiones que históricamente la distinguieron no basta para subvertir el estado de cosas creado por la fusión de 1976; un nuevo paradigma de gobierno se impone para no repetir la estructura vertical que ha potenciado las cabeceras provinciales en detrimento de los municipios, haciendo más grave y evidente el desequilibrio territorial; incluso, este nuevo modo de gobernar podría servir de modelo al experimento de Artemisa y Mayabeque, el cual, en palabras del Presidente Raúl Castro, ha resultado más complicado de lo que se pensaba.

En la nueva concepción no será preciso replicar la construcción de sobresalientes edificaciones para albergar el aparato del Gobierno Provincial; pues, el poder será colegiado y constituido en un Consejo Provincial de Gobierno formado por todos los Presidentes del Poder Popular de la provincia. La dirección de dicho Consejo será rotativa o pro tempore, evitando así el favoritismo y el autoritarismo, recayendo en los Presidentes del Poder Popular de los Municipios, según turno, el gobierno de la provincia.

Las reuniones del Consejo se realizarán en los distintos municipios, teniendo una visión más exacta de los problemas en cada lugar y acordando, de forma consensuada, los pasos a seguir para evitar la toma de decisiones en solitario y los riesgos que ello conlleva.

¿Podría repetirse esta fórmula para los otros organismos y organizaciones del estado con presencia en la nueva provincia? Estas propuestas parten de un breve análisis histórico y sin entrar en mayores honduras retan -desde la experiencia vivencial del ensayista-, cánones y esquemas que no han satisfecho legítimas aspiraciones; es hora, entonces, de hacer las cosas de otro modo, de lo contrario -como decía Einstein-, será imposible alcanzar resultados diferentes. Son estas líneas también, una invitación no solo a repensar colectivamente nuestras maneras de gobernar y vivir; sino, de obrar, pues, "Cuando el pueblo en que se ha nacido no está al nivel de la época en que se vive, es preciso ser a la vez el hombre de su época y el de su pueblo, pero hay que ser ante todo el hombre de su pueblo". Seamos hombres y honestos.

"Quien ve a su pueblo en desorden y agonía,

sin puerta visible para el bienestar o el honor,

o le busca puerta, o no es hombre, o no es hombre honrado".

José Martí.

(5 de enero de 1894)

Manzanillo de Cuba.

Domingo 26 de marzo de 2017.

Por: Delio G. Orozco González. Historiador. Manzanillo de Cuba.

Bibliografía mínima:

1.-Castro, Fidel. Discurso en la inauguración de la Fábrica de Tubos para Riego por

Aspersión, el 28 de julio de 1977. ( http://www.cuba.cu/gobierno/discursos)

2.-Censos de Población y Viviendas 1899, 1919, 1943, 1953, 1970, 1981, 2002 y 2012.

3.-Cien horas con Fidel. Conversaciones con Ignacio Ramonet. La Habana, Oficina de

Publicaciones del Consejo de Estado, 2006.

4.-Comité Estatal de Estadística. Los Censos de Población y Viviendas en Cuba.

Estimaciones, empadronamientos y censos de la población de la época colonial y la

primera intervención norteamericana. T I, volumen II.

5.-Hobsbawn, Eric. Historia del Siglo XX. La Habana, Editorial Félix Varela, 2004,

tomo I.

6.-Méndez Delgado, Elir y Lloret Feijóo, María del Carmen. "Índice de Desarrollo

Humano Territorial Comparado (IDHTC): el caso de Cuba". En: Temas, julio-septiembre

2012, No. 71, pp. 45-49.

7.-Oficina Nacional de Estadística e Información. Municipio Manzanillo. Anuario

Estadístico de Manzanillo 2012, edición de 2013. Versión digital.

8.-Orientación. Diario Independiente, Manzanillo, Cuba, miércoles 4 de febrero de

1959. Año 25, número 25.

9.-Valdés Galarraga, Ramiro. Diccionario del Pensamiento Martiano. La Habana,

Editorial de Ciencias Sociales, 2002.

10.-Varela, Félix. "Patriotismo", en: Miscelánea filosófica, editorial de la Universidad de

La Habana, 1944, p. 236.

* * * * *
Universidad de Granma, Bayamo. M.N.

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