La creatividad está infravalorada. Me explico. Cuando somos pequeños somos propietarios de una gran imaginación que nos permite crear un mundo bonito, distinto, hecho a nuestra medida. ¿Qué pasa cuando entran en juego los mayores? Que esa creatividad que se despierta se va un poquito al garete.
Sí, como lo oís. Trabajo en una escuela y veo cada día niños y niñas a quienes les cuesta saber qué dibujar, qué escribir o qué inventar en los talleres que se proponen en clase porque están acostumbrados a que los mayores les digamos qué inventarse, qué escribir o qué dibujar. ¡Atención! Aquí, no toda la culpa es de los padres, como a veces escucho; algunos de los maestros que fueron enseñados a la vieja usanza también somos culpables. En nuestra mano está cambiar este hecho.
De muy niña ya me gustaba dibujar y pintar. Créanme si les cuento que no sabía cómo hacerlo si no tenia un modelo al qué copiar. Está claro que crecí y luché por trabajar en la enseñanza porque aquí estoy; pero aún recuerdo el primer día que les pedí que dibujaran su mundo.
—¿Y cómo lo hacemos? ¿De qué color? —me preguntó un alumno.
—Como tu quieras.
—¿Qué le ponemos dentro? —dijo una niña.
—Lo que tu quieras.
Pensé: “¿Qué hemos hecho?” Les estamos destrozando la capacidad de crear, de pensar, de decidir qué estrategia seguir a la hora de solucionar un conflicto. Si es que la creatividad está en más sitios de los qué pensamos y no está lo suficientemente valorada. Intentad trabajarla con los niños y las niñas, a ver si así, se creen que pueden ser y hacer cosas mejores.