
Lo políticamente correcto busca promover el respeto y la inclusión, evitando un lenguaje que pueda ofender a terceros, lo que se supone indispensable para establecer un entorno de concordia. Pero hay quienes entienden que esto puede llevar a la autocensura, donde escritores y creativos teman adentrarse en temas comprometidos o incluso expresar ideas que podrían llegar a ser malinterpretadas, limitando así la riqueza de pensamientos en la literatura o en cualquier forma de divulgación cultural.
¿Realmente la obsesión por lo políticamente correcto podría estar limitando la creatividad? Cada vez más autores rehúyen tratar cuestiones embarazosas por miedo al cancel culture, fenómeno por el que una persona, grupo o entidad es calificada como inadmisible por hacer declaraciones aparentemente objetables siendo excluida, boicoteada y rechazada, casi siempre con ayuda de las redes sociales, en algunos círculos sociales o profesionales, lo que puede entenderse como un ataque directo a la libertad de expresión. Hay quienes afirman que la creatividad nunca debe verse afectada por estas cuestiones: los límites muchas veces autoimpuestos pueden suponer un desafío de responsabilidad social, cuando lo realmente imprescindible es el respeto mutuo.
Que un sector de la población reproche o desacredite ciertas opiniones de forma agresiva y desconsiderada lleva a un escenario tóxico que desincentiva el intercambio de ideas. En lugar de censurar, es preferible exponer los distintos puntos de vista con talante constructivo y empatía, animando a un debate enriquecedor. En un mundo cada vez más polarizado se asiste a un aumento de la falta de respeto hacia todo aquel que no piensa igual, llegando a la amenaza, el insulto e incluso la agresión, tanto verbal como física.
Lo más importante es recordar que son mayoría las personas que siguen impulsando el diálogo incluso en las discrepancias, fomentando la escucha activa y el respeto. Existe la responsabilidad de construir un espacio donde todos se sientan escuchados y respetados, tanto escritores como lectores. Desde Visibilidad, el gran reto, se promueve un equilibrio donde las diferencias no sean motivo de conflicto, sino que la expresión artística y cultural suponga otra oportunidad de aprendizaje.
Quizá la gran paradoja sea: en la época actual de excesos de vínculos digitales, la literatura contemporánea ha podido perder su frescura. ¿Dónde están los nuevos Bukowski, las Arundhati Roy que desafíen el interesado bienestar sociológico?
“Quizá el verdadero escándalo sea que ya no escandalizamos a nadie». Visibilidad, el gran reto, trabaja por la independencia de la palabra en el marco del progreso.
José Tovar

