No son buenos los momentos que pasan por el sevillismo en la actualidad. Un gran debate se está produciendo en el seno de este gran conjunto de individualidades que conforman todos los aficionados del Sevilla FC.
La Sentencia que condena a José María del Nido a título personal y fuera de cualquier relación con el Club, es suficiente motivo para que esto ocurra así. No obstante ya sabemos que el presidente sevillista continuará al frente de la nave blanquiroja, lo que supone, esperemos, una continuidad del modelo de gestión.
Sin embargo son muchos los comentarios externos que intentan equiparar este hecho con lo ocurrido en el otro club de la ciudad, y nada más lejos de la realidad. No tiene absolutamente nada que ver, no se dejen engañar.
Por un lado nos encontramos a un máximo accionista haciendo y deshaciendo de forma unipersonal, condenado precisamente por los tejemanejes en su propio club y, por otro, a un presidente de un Consejo de Administración elegido sin poseer la mayoría de las acciones, condenado por un asunto personal. Un presidente que puede ser sustituido en cualquier momento por el propio accionariado sevillista, algo que los otros no podrían hacer a no ser que delinquiese y un juez decidiese retirarle las acciones, como así ha sucedido.
Por otro, aunque sea de forma anecdótica, pero de no menos importancia, el presidente del Consejo de Administración sevillista, no ha sido aclamado para que lo beatifiquen, ni de coña; la “masa social” jamás votó masivamente para que le pusiesen su nombre al estadio y tampoco, esa masa social, promulgó mayoritariamente sufragar un busto. Tampoco a nuestro presidente se le llama “donjosemaría”, jamás se ha coreado su nombre en el estadio, todo lo contrario, se le ha increpado a la mínima, por lo que el culto personal jamás ha existido a pesar de haberse conseguido durante su mandato gran parte de la gloria sevillista. Hay unas “pequeñas y leves” diferencias, entre las que podrán observar que jamás hemos dicho aquello de “que más quisiérais tener en vuestro club a un “donjosemaría” del Nido”.
Vemos igualmente cómo, aún en tiempos de bonanza, el presidente sevillista está permanentemente en el ojo del huracán y fiscalizado por el sevillismo de una forma u otra, algo que parece no ocurrió en el otro club de la ciudad, donde mayoritariamente, una inmensidad de la afición por no decir prácticamente toda, le apoyó durante más de 15 años en dichas circunstancias. Eso sí, la caída de la mayoritaria coincidió con la época, la actual, no se le olvide a nadie, en la que el Sevilla FC arrasó casi para siempre y puso más distancia aún, porque nunca fue superado a lo largo de su historia, en títulos y en prestigio mundial. Una curiosidad como cualquier otra.
El modelo de club, diametralmente opuesto, donde nos encontramos a uno completamente departamentado, con estructuras modernas de gestión, frente al cortijo del ordeno, mando y a callar que el anterior mesías de turno dirigió durante lustros. Un mesías aclamado hasta la saciedad, incluso bajando a su club a Segunda División y cuyo único mérito ha sido ganar una Copa del Rey, un tercio de todos sus trofeos históricos, ya en las postrimerías de su mandato, frente al Sevilla FC de los seis Títulos y dos Trofeos mejor equipo del mundo bajo el mandato de José María del Nido.
El debate y la tremenda fragmentación del sevillismo actualmente se dirime entre los que entienden que José María del Nido debe continuar y los que piensan que debe dimitir hasta que demuestre totalmente su inocencia, pasando por aquellos que prácticamente piden “que le fusilen”, valga el símil. Una conciencia crítica muy alejada en la otra orilla de la ciudad.
Por lo tanto que aquí nadie se lleve a engaño, ni a que le engañen. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Lo que ellos llaman prepotencia no es otra cosa que orgullo, una cuestión nominal exclusivamente.
Sí es preocupante, así lo he expresado en otros lugares, una vez vista la negativa de Pepe Castro y José María Cruz a suceder al actual presidente, llegado el caso, que no exista una alternativa real en la sucesión presidencial, en el momento que José María del Nido deba abandonar la presidencia, algo que el accionariado debería tener muy en cuenta en un futuro no muy lejano, vistas las posibilidades de que pueda ocurrir algo así.
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