Ayer daba clase de repaso de Lengua Castellana a un chico de 3º de la ESO. Estuvimos hablando de tipos de palabras. Y salieron las palabra tabú y sus eufemismos. Entonces pensé en crecer y en cómo en la sociedad en la que vivimos se ha convertido en un tabú. ¿Exagero? Hay como una vergüenza a hacerlo, a madurar por dentro, a tomar responsabilidades ... A ser uno mismo.
Me gusta crecer. Denotativamente es positivo e incluso connotativamente. ¿Por qué hay cierto reparo en crecer, en dejar atrás una etapa, en pasar de un ciclo a otro, en madurar? Hay cierto reparo porque no se sabe crecer, no se está preparado. Continuamente nos dan razones para no crecer: si usas tu conciencia no llegarás lejos, déjate guiar por el momento, tendrás éxito en tus relaciones personales si no te las tomas tan en serio... He dicho que me gusta crecer. ¿Qué importa lo demás mientras uno no sepa quién es y qué vida está llevando? Crecer. Madurar. Ser un hombre, una mujer. ¡Ser! Que se note nuestro paso, que se pueda decir que eres alguien e importante en la vida de uno. ¡Ser! Saber que eres por alguien y saber que eres para los demás.
Curiosamente escribo esto a las puertas de cumplir un año más de vida. Curiosamente escribo esto en un fin de mes de febrero frenético por las responsabilidades acarreadas y todavía no ha acontecido lo más importante. Curiosamente escribo esto cuando llevo un mes viviendo un crecimiento considerable, por dentro y por fuera. Y curiosamente escribo sobre crecer porque es la palabra sobre la que han dado vueltas las cosas que he vivido recientemente. ¿Quién tiene miedo a crecer? Me gusta crecer. Sola y en compañía. No hay nada malo en ello, ni en hacerlo sola y mucho menos en compañía.
Crecer de forma directa o indirecta. De la primera no me importa decir que unas palabras a tiempo despierta la conciencia, ponen en el buen camino y crean lazos con quien te las ha dicho. El pasado domingo tuve un día de convivencia y allí nos dejaron una hora y media de desierto. ¿Qué es eso? Un tiempo de soledad. De compañía a uno mismo. De estar con uno mismo y nuestras reflexiones. Si pensáis que fue una pérdida de tiempo... ¡qué poco habéis vivido un desierto! Fue la mejor hora y media de la semana. Crecí. Cogí un examen de conciencia y fui pregunta por pregunta pensando en mí. ¡Fui muy egoísta pero qué resultados! A veces duele crecer por lo que puedas encontrarte en ese camino. Pero por experiencia sé que es un crecimiento dulce, no deja mal sabor de boca.
De la segunda forma, indirectamente, también se crece. ¡Cuántas buenas oportunidades tenemos alrededor! Un amigo, la lucha de una persona cercana, un familiar... Un día abren su corazón y te hablan de lo que les quita la paz. Y tú, te comparas o te imaginas en su situación, y provoca un cambio en tu planteamiento de la vida. Incluso pueden dar con la solución a una experiencia no grata. Y el enrolarte en nuevas experiencias, cargos, situaciones, ¡incluso independizarte de nuevo, vivir con dos personas más, cambiar de piso, pasar a vivir con cuatro personas más y vivir una mudanza! Esto, y no otra cosa, hace que despertemos, que crezcamos; porque nos provocan y hacen que nos involucremos en nuestra vida con nuestra persona. Nadie responde por ti, nadie vive por ti. Y pregunto, ¿quién tiene miedo a crecer?
Crecer. Me gusta crecer. Es bonito ver cómo uno va creciendo por dentro, cómo uno va creciendo por fuera. ¡Cómo va creciendo la Belleza en nuestra persona! Por eso me gusta crecer, porque está intrínsecamente unido a la Belleza que nos lleva a la plenitud. Toda una vida para crecer. Toda una vida para caminar en la Belleza. Toda una vida encontrándonos con la Belleza. ¿He dicho ya que me gusta crecer? No tengo miedo a crecer porque no hay nada más bello que encontrarse con un mismo, con quien le ha creado y con quienes está llamado a crecer.