Ante la duda siempre… (no seáis mal pensados por el dicho) admitir parte de la realidad. Tenía yo sobre unos 10 años, empezaba a tener algo de uso de razón, he de reconocer que la razón me vino un poco tarde, pero yo todavía me afanaba en creer el cuento que mis amigos del cole se empeñaban en destrozar. A pesar de ser un niño ya talludito me llevaron a sacarme una foto con los Reyes Magos. Esto era una tradición todos los años. Montaban una caseta en el Corte Inglés (en Galerías Preciados también montaban otra) y ponían a un Rey o a un Cartero Real. Una vez trajeron a Baltasar, el más querido al menos por mi. Ese día fui con toda la ilusión del mundo a visitar al más diferente de los Reyes, al más exótico (por lo de la raza digo), el más parecido al de la canción del Cola cao. Y allí estaban, Baltasar con sus dos Pajes Reales, de fondo el villancico “25 de diciembre fun fun fun” adornaba la estampa. Todos los niños y niñas haciendo cola para sentarse con él y poder decirle todos los regalos que uno quería, si uno había sido bueno y bla, bla, bla. Es uno de los momentos, junto con el de entrada al colegio, en el que aprendes que tienes que guardar el turno en la cola y que no te puedes abalanzar como un mini troll de las cavernas. Así que allí estaba yo, decente, esperando mi turno. Empecé a notar algo raro a pesar de la distancia. De lejos Basaltar parecía más negro, sus labios rojo pasión eran cuanto menos alarmantes, y su acento africano brillaba por su ausencia. Mis padres me saludaban y sacaban fotos, de esas de carrete. “Me tocaaa” ahí fui yo a sentarme con el gran Baltasar. De cerca, todo se veía “diferente”. Ese color de piel carbón y esos rasgos tan europeos..., así que no pude evitar la tentación de tocar su cara con el dedo, y si, lo que imagináis, me quedé con toda la pintura en mi dedo, el tío cateto ¡¡DESTEÑÍA!! ¡ERA UN REY FALSO! Os podéis imaginar la decepción. Y es que señores padres y madres, poner un Rey Mago pintado con brea ¡no ayuda!.
O también cuando era aún más pequeño, tendría unos 6 años, todavía pensaba que Superman existía y que Batman era un personaje real, iba yo con mis padres por un centro comercial, tan feliz disfrutando con todo lo “navideño” hasta que dentro de mi cabeza hubo un crujido al encontrarme con un Papá Noél delgaducho y con el traje de los chinos (antes no había chinos pero como si lo fuera). Por mucho JO JO JO que hiciera “aquello” ¡era imposible de creer! ¡Así se te desmonta cualquier ilusión!, cualquier fantasía,… Lo que propongo, no es que incites a tu hijo/a que vaya tirando de la barba o pegando golpetazos en las barrigas a ver si son de relleno, pero sí que junto a él/ella vayáis descubriendo sobre cuáles pueden ser falsos o verdaderos “eh, ese seguro que es falso”. Es que realmente dónde los Reyes Magos y Papá Noél están es en sus centros de operaciones esperando a que llegue el día (no tirados por las calles dando caramelos).
Además, nunca he entendido cómo los Reyes Magos pueden venir a varias ciudades a la vez y a la misma hora, cuando ves en las noticias que están llegando a Murcia en Tranvía y a Madrid en helicóptero, para creértelo tienes que ser lelo o tener mucha ilusión, yo quiero pensar que tenía mucha ilusión pero para evitar posibles traumas futuros siempre mejor decir que ¡los Reyes Magos falsos existen!La esencia está en los detalles y en el juego. Siempre que se cuenta una historia, lo emocionante, lo intrigante o lo que la hace más creíble son aquellas pequeñas cosas que la adornan. Yo tenía unos 9 años, eran mis primeras navidades en España, y me dijeron que aquí venían los Reyes Magos, yo no tuve más remedio que aceptarlo aunque seguía pensando que quien era realmente verdadero era Papá Noél. El caso es que la noche de antes pusimos tres barreños de agua, tres vasos de leche y unas pocas galletas para que los Reyes se avituallasen en el camino y pudieran terminar el reparto aquella noche. En ese momento no me puse a pensar que si realmente se parasen a tomar un vaso de leche en cada casa y los camellos bebían los barreños no les daría tiempo, además tanta leche tanta leche, ¡reventarían! Todavía me los imagino parándose a hacer aguas menores en las esquinas y corriendo en cuanto ven a un madero. En fin, volvamos al punto en que le pusimos los vasos. A la mañana siguiente estaban vacíos (gracias tita), desde ese momento quise creer que los Reyes Magos también existían. Según cuenta Papiblogger en el blog que se llama de igual manera, a él le funciona crear un elfo (comprará uno en leroy Merlin, de esos duende estilo Amelie, me imagino) y conforme se va acercando la navidad lo va escondiendo por la casa, incitando a que sus hijas lo busquen, sólo con una condición, no lo pueden tocar si lo encuentran ya que es un ayudante de Papá Noel que le dice cómo se portan ellas.Se trata de aprovechar cualquier detalle, ruido o suceso a nuestro favor. 12 años tenía ya (es que siempre he sido un poco crédulo) y cenamos en casa de mi tía con todos mis primos, que tenían la costumbre de que Papá Noel viniera esa noche mientras cenábamos para darnos los regalos. Un portazo sonó al fondo de la casa, “ese es Papá Noél” me dijeron, y os podéis imaginar el subidón que me dió. La clave está en aprovechar los imprevistos a nuestro favor, si se cae algo dentro de la casa “han sido los Reyes que al pasar con los camellos le han dado” (obviamos el detalle de que los camellos no caben dentro de casa), cualquier ruido que se oiga “es Papá Noél dejando los regalos”, que en nuestra casa hay huellas de zapatos “han sido los Reyes que son un poco marranos y no se han limpiado en la alfombrilla al entrar”, así de fácil, tan fácil cómo echarle siempre la culpa a ellos. Padres y madres os aviso que si os encontráis con una caca de perro en el jardín y le echáis la culpa a los camellos, ¡NO CUELA! (a no ser que tengáis un San Bernandino).¿Y si de pronto tu hijo/a viene enfadadísimo un día del cole porque piensa que le has tomado el pelo durante años y años? ¿Y si pregunta los Reyes sois los padres? Podéis hacer lo que hizo la madre de @ristomejide que explica en su libro #Annoyomics (el cual recomiendo encarecidamente, ejem). Se trataría de darle una vuelta más de tuerca, inventar una teoría conspiratoria que ayude a mantener la ilusión un poco más. Cito textualmente: “Eso es lo que le dicen a los niños malos los papás que ven que los Reyes no les han traído nada. Como quieren que sus hijos sigan recibiendo regalos, los papás se ven obligados a suplantar a los Reyes Magos. Y para no confesarles que los auténticos Reyes Magos no les han traído nada, les mienten y les dicen que no existen”. Simplemente genial, así de un plumazo te quitas a los enteradillos del cole que andan pregonando por ahí y además a tu hijo/a le durará un poco más la ilusión. La inventiva siempre es buena consejera. Que nuestro hijo/a viene preguntando que por qué en América no van los Reyes Magos, en Sudamérica es el niño Jesus el que va repartiendo regalos, que por qué en Italia los da una viejecilla llamada Beffana,… tan fácil cómo inventarse que el mundo de los regalos en navidad es un gran negocio que se reparten por países como si de multinacionales se tratara. Es cómo El Corte inglés en España, Almacenes Harrods en Inglaterra, o Galerías Lafayette en Francia,… en un mundo tan globalizado como este tus niños/as seguro que lo entienden.
Prohibido, Nunca, Never.No currárselo como padres, ni hacer por no mantener la ilusión. A ver, aunque la frase sea de doble negación, lo que quiero decir es que vale la pena mantener la ilusión. Aunque tus padres te hayan mentido y aunque cuando uno se entera pasa un mal trago, los momentos que aporta la fantasía de la Navidad son impagables. Recuerdo con mucho cariño cuando con 5 añitos bajaba corriendo las escaleras cada día de la Navidad a ver si ya había venido Papá Noél, y el momento de encontrar el árbol con tus regalos no tiene precio. Y cómo dirían algunos, para todo lo demás Master Card.
Más vale prevenir… Para que la ilusión navideña no decaiga llamo a las autoridades o a quién se encarga de poner los Reyes en las cabalgatas. Señorías por favor, no pongáis a un Baltasar de raza blanca pintado de carbón, que no es creíble y menos a un Jesulín de Ubrique disfrazado. Se trata de ayudar a los padres a que los niños/as crean, no a poner zancadillas que destrocen nuestro, ya malogrado por la crisis, espíritu Navideño.Os dejo con Cruz y Raya, una gran pareja de humoristas que precisamente parodian a nuestro queridísimo Baltasar.