Parece mentira, pero ya son siete las entregas que tenemos del famoso potro italiano, Rocky. Su anterior película, la sexta Rocky Balboa, parecía un perfecto cierre a la saga. Silvester Stallone no solo volvía a firmar el guión, sino que también se ponía a dirigir la película, y la verdad es que le salió muy bien. Quizá no llegara el nivel de la primera Rocky (recordemos que obtuvo el Oscar al mejor guión de Stallone), pero como ya he dicho era un digno final. Ryan Coogler, director de esta séptima entrega, debió de ser bastante insiste en cuanto a su rodaje. Stallone lo dejó en sus manos, incluso en el guión, y él se limitaría a interpretar al púgil. Pues para sorpresa de muchos, de nuevo el potro italiano volvió a brillar, tanto que obtuvo la nominación en actor de reparto en la carrera por el Oscar. Cuando se celebró la ceremonia yo no había podido ver el film, por lo que no sabía si era meritorio su nominación y posible triunfo. Después de verla, puedo decir que es una de las mejores, sino la mejor interpretación de Stallone, pero que tenía serios adversarios, que sin duda, estaban un escalón por encima para ganarlo como se confirmó esa mágica noche del cine.
Creed, nos cuenta la historia de Adonis Johnson, hijo bastardo de Apollo Creed, que la viuda de este último adoptó, y se encargó de darle una buena educación, alejada del cuadrilátero del boxeo. Pero la sangre tira, y a pesar de estar en una posición cómoda económicamente, y culturalmente, Adonis decide dedicarse a tiempo completo a lo que su padre tan bien sabía hacer pelear en el ring. Para ello, lo deja todo y se traslada a Philadelphia en contra de la voluntad de su madre, todo porque quiere que le entrene el mejor, el ya retirado Rocky Balboa. Balboa, supera ya los 60 años, y esta llevando su restaurante, por lo que en un principio rehúsa el entrenamiento. Pero al ver el potencial y sobre todo la determinación de Adonis, cedara.
Mucho paralelismos se pueden hacer con respecto a la película original, que este año ha cumplido ya 40 años. Es verdad que repite esquema, y así se han hartado muchos críticos y reseñistas de citarlo. Pero la película tiene vida propia, entidad propia, y se muestra como un perfecto paso o relevo a las nuevas generaciones.
La química entre Stallone y Michael B. Jordan (Adonis Creed) es innegable, y ofrecen un espectaculo digno. Además, al igual que en la primera entrega, la mezcla del drama con el sentimiento de superación, y la acción de este deporte tan vibrante, esta llevada con gran maestría por parte de su director y guionista.
No son pocos los guiños al original, donde el mejor sin duda es la banda sonora de Bill Conti, que al final de la pelicula vuelve a sonar en una escena muy emotiva. Por cierto, los combates están rodados con una técnica perfecta. El director hasta se permite meter un pequeño plano secuencia en uno de ellos, y transmiten todos lo sentimientos que se suponen están encima de las lonas del ring.
Stallone no solo es consciente de su edad, sino que además sabe representar muy bien su papel de luchador en otras lides que no es el boxeo, y Jordan esta a su nivel. Emotivo es también el homenaje al cuñado Paulie, y sobre todo al hijo en la vida real de Stallone y trágicamente desaparecido justo antes de iniciar el rodaje de esta película.
Solo me queda recomendar Creed, supone una de las mejores películas de lo que va de año, y que sin duda entrara en muchas de las lista de Tops de finales de año.
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