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Creencias populares

Publicado el 21 noviembre 2014 por Anécdotas De Secretarias Erika Martin @erikassistant
Hay una creencia popular en mi oficina, según la cual cuando mi jefe está de viaje, yo no pego ni golpe en todo el día. Poco importa si al día siguiente hay una rueda de prensa, tres reuniones con clientes o si no para de sonar el teléfono. Da igual, mi jefe y mis compañeros piensan que ese día me dedico a calentar la silla.

Cuando habéis ido al aeropuerto a tomar un avión, con toda seguridad, habéis visto a algún hombre de negocios concentrado escribiendo en su portátil o tablet y/o hablando por teléfono. Ya sé, no me lo digáis, habéis dado por hecho que estaba cerrando algún trato con algún cliente.

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Artiga Photo - Corbis Images

Os propongo una cosa: la próxima vez acercaros a él y prestad atención a la conversación telefónica. ¡Eh! hacedlo disimuladamente, no vaya a pensar que sois espías industriales jeje. ¿Adivinad con quién está hablando? Os diré que en un 95% de los casos es con su secretaria... bueno, es que yo siempre lo hago para comprobar si mi jefe es un pesado o es que todos los directivos son así. Es mi pequeño estudio sociológico.

Parece que en ese tiempo muerto, esperando para embarcar, se va acordando de temas pendientes y te bombardea a emails:

- Erika, ¿donde me espera el chófer cuando aterrice?
- En donde siempre esperan todos, en la sala de llegadas, tras pasar el control de aduanas.
- Pero ¿dentro o fuera de la terminal?
- Dentro, dentro ... (¡qué paciencia, ni que fuera la primera vez en su vida que le espera un chófer)

A los dos minutos:

- Erika, ¿me mandaste los datos para la reunión?
- Sí, ayer. Los tienes en tu correo. Los inserté en la cita de tu agenda electrónica. Solo con pinchar en ella, accedes a los datos. Y ademas te los dí impresos, junto con las reservas de viaje.

Unos instantes después:

- Erika, sobre la rueda de prensa de mañana ¿cuántos invitados y periodistas confirmaron asistencia?
- No sé, voy a hablar con Comunicación y luego te digo.

Ring, ring:

- Erika, soy yo.
- Ya lo sé, lo veo en el display (ggggrrr)
- ¿Hablaste con Comunicación? oye, el último párrafo del discurso de mañana no me gusta nada ¡cámbialo!
- ok, ¿qué quieres que ponga?
- No sé, lo dejo en tus manos.

Para completar mi estudio sociológico, el otro día hice seguimiento de los emails y las llamadas que recibí de mi jefe mientras estaba esperando para coger un vuelo a Londres. En apenas 30 minutos, me llamó 15 veces y me envió 20 correos. Mira que en cada llamada le preguntaba "¿algo más?" y él "no, nada más". Colgábamos y al segundo ring, ring. Y entre llamada y llamada, pum, email. ¡Qué pesado!

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Foto de Stewart Sutton


Mientras en la oficina, siempre pasa algún gracioso por tu mesa:
- Erika, qué relajadita estás hoy ¿eh? como se nota que no está el gran jefe ...
- Erika, hoy no tienes nada qué hacer ¡qué suerte!

Siempre me pregunto por qué los directivos no se van al Duty Free como el resto de los humanos. De hecho, alguna vez para que me dejase en paz le he dicho:

- Oye, ya que estás allí, ¿porqué no me miras cuánto vale el perfume XX? Si el bote grande cuesta menos de 50 euros ¿me lo compras, please?
- Erika, estamos trabajando
- Sí, estamos trabajando, pero cuando colguemos ¿no podrías echar un vistazo a ver cuánto cuesta la crema de ...?
- Erikaaaaaaa, ¡déjate de colonias y cremas!
¡Vaya, no ha colado!

Las salas vip de espera de los aeropuertos deben ser auténticos remansos de paz que les permiten concentrarse, trabajar tranquilamente y, de paso, perder la noción del tiempo. 

Un día estaba tan concentrado, que no se enteró que el pasaje había embarcado y despegado el avión. Desde entonces, cada vez que me llama, le meto un poco el dedo en el ojo jeje:
- Sí, sí, ya he cerrado la conference call a las 16:00 ... y, hablando de horas, en 15 minutos despega el avión, estás ya en la cola de embarque ¿verdad? recuerda aquella vez cuando perdiste el vuelo.

Echad un vistazo a esta escena de Up in the Air:

Sí, mi jefe también colecciona tarjetas de afinidad. Ha viajado tanto que ya ha alcanzado el nivel máximo en la mayoría de ellas. Platino, Zafiro, Golden Business Guest ... Gracias a ello, tiene priority track (o acceso preferente) en las compañías aéreas. Aunque él, como está en su oasis de paz, llamándome y escribiéndome emails, no se entera de que el pasaje ha ido subiendo al avión. 

Ring, ring:
- Erika, pon una queja, no sé para que sirve el priority track si todos suben antes que yo.

Lo peor que puede pasar es que el vuelo se retrase. Eso significa que durante minutos más o incluso horas no te puedes levantar ni el baño de lo plasta que se pone. Así es, en cuanto te levantas, te llama:

- Erika, ¿dónde te metes? claro, como no estoy en la oficina, te levantas a pasillear.
- No, no, es que no aguantaba más y fuí al baño.
- Llevo media hora llamándote. 
- ¡Qué exagerado eres! he tardado solo 10 minutos. Regalame una sonda y así podré aguantar 8 horas de tirón sin levantarme de la silla
- ¡Ya estamos con las reivindicaciones! ¿Dónde como hoy?
- ¿Y yo qué sé qué te apetece comer hoy? ¿carne o pescado? ¿comida española o internacional?...
- Erika, tienes que ser más proactiva y tomar la iniciativa. Lo dejo en tus manos, que yo no puedo estar en todo. Luego me mandas un mensaje con la dirección del restaurante.
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Yo ya he mirado debajo de mi silla. Creo que me ha puesto un sensor y en cuanto me levanto, le salta una alarma y me llama. No lo he encontrado, por eso, estoy segura de que debe ser un sensor de espionaje de la KGB de alta calidad. No importa si antes estuve 3 horas sin moverme del sitio porque al llamarme y no estar en mi mesa parece que he estado toda la jornada de picos pardos por la oficina.

De modo que ahí estoy, aguantándome las ganas de miccionar hasta que el avión despega. Gracias a Dios, todavía no ha descubierto que muchas compañías aéreas tienen wifi en sus aeronaves porque si no la pesadilla de los emails continuaría durante todo el viaje.

Una vez que aterriza, vuelve a empezar el bombardeo. A saber: dónde está el chófer, dime la dirección de la empresa donde tengo la reunión, por quién pregunto cuando llegue, con quién me reúno, qué restaurante has reservado ...

Confieso, soy feliz cuando va a Sudáfrica (12 horas de vuelo) y más cuando va a EEUU (al menos 6 horas de vuelo y cuando aterrice yo ya me he ido a mi casa, jiji).


En resumen:
1. Es falsa la creencia popular que dice que un hombre de negocios en el aeropuerto está siempre cerrando tratos comerciales al teléfono. No lo olvidéis, la próxima vez que vayáis al aeropuerto, prestad atención a las conversaciones de los directivos y ya me diréis con quién habla. 
2. Es falsa la creencia popular de que cuando el jefe no está en la oficina, la secretaria hace el vago todo el día. Siento romper ese mito pero os confirmo que el único que se aburre es el jefe. Ella está planificando las reuniones de los próximos días con las constantes interrupciones del jefe. 
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