¿Será niño o niña? ¿Tendremos una princesita o un vaquero del Oeste? Esta es la pregunta que muchos padres parecen hacerse al recibir la noticia de un nuevo embarazo. El sexo del bebé es un secreto que sólo se pude descifrar en la consulta del médico, mediante una ecografía profesional, y siempre y cuando se hayan cumplido al menos 20 semanas del proceso de gestación.
Sin embargo, son muchos los mitos y creencias populares que ‘juegan’ a adivinar el sexo del futuro bebé: sin base científica alguna (y por tanto con las mismas probabilidades de acertar que de fallar estrepitosamente), sigue resultando divertido intentar predecir si daremos luz a un niño o a una niña, antes de la confirmación ginecológica oficial.
Uno de estos ‘ancestrales’ trucos es el del anillo: la tradición manda hacer oscilar una alianza sujeta a una cadena frente al vientre de la futura mamá. Si éste se mueve en forma circular, significa que estaremos esperando a una niña, mientras que si lo hace en línea recta será un niño. El mismo resultado se obtiene con una aguja enhebrada con hilo.
La forma y tamaño del vientre también dan detalles acerca del sexo del bebé: al margen de la complexión física, la posición del feto y el tono muscular uterino de la madre, las voces populares creen que un vientre bajo es sinónimo de varón, mientras que lucir una tripita elevada significaría que lo que la madre espera es una niña. Del mismo modo, suele decirse que las mamás que resplandecen de forma evidente durante las primeras semanas del embarazo darán a luz a niños, mientras que aquellas que sufren de espinillas, cambios en la piel relacionados con un desajuste hormonal, o irradian menos ‘luz’ llevarían en su interior una niña, ya que, según se cree, estás ‘roban’ un poco de la belleza de sus madres durante el embarazo.
El ritmo de los latidos del corazón es otro signo inequívoco que, según la creencia popular, permite distinguir con certeza el sexo del bebé: mientras que las niñas presentarían un latido fuerte, superior a las 140 pulsaciones, los varones se mostrarían más calmados, con un promedio algo inferior. Igualmente, las mamás que sufran de caprichos o antojos dulces tienen más probabilidades de llamar a su bebé Lucía que aquellas que se mueran por un bocado salado o amargo.
¿Te predijeron el sexo de tu bebé con una de estas creencias?
Foto y fuente: Hola