Revista Diario
La idea de un programa autoreplicante es sencilla, poderosa y fascinante a la vez —como sucede en la Naturaleza—. Es decir, un software capaz de copiarse a sí mismo, cualquiera que sea su propósito, cualquiera que sea su tamaño en bytes, para propagarse a través de una red de computadoras cual si fuese una infección, una verdadera pandemia virtual. Virus y gusanos informáticos comparten esa idea