Creerse libre para sentirse libre

Que sí, que no, que caiga un chaparrón que luego no ha caído. Que sí, que no, que no te pongas los guantes calientes que luego sí que me he puesto. Que sí, que no, que la vida es como quiere. Un domingo como hoy la Vida puede permitirse hacer lo que quiera. La Vida gana y la victoria le da derecho a hacer lo que se le ponga en las pelotas y yo, que me sumo a la victoria, participo de su privilegio.

Sacar la moto para hacer una ruta. No hay nada como hacer un plan de ruta. No hay nada como hacer un buen plan de ruta para que luego vengan y te lo tiren por tierra. Umbralejo, Atienza y Mandayona tendrán que esperar, porque han ganado Uceda y El Atazar por goleada. En realidad han sido Proclive y Carlos los que han ganado por goleada el partido del Easter. Da gusto dejarse ganar con gente así. En realidad, con gente así no se pierde porque en mi derrota está la victoria. Hoy ha sido un domingo de ganar perdiendo.

Pocas motos, poco público. Pocos kilómetros y poco calor, pero el tiempo perdido ha sido estupendo. A los campos les crece el pelo del cereal que ya va teniendo las puntas rubias. El Jarama se ha escondido bien escondido entre todo el verde que le ha salido, que se ve desde la bajada de El Atazar por el Pontón de La Oliva. Los bosques están espectaculares y desprenden un olor a madera mojada que rima en consonante con cada curva del camino.

Y es que no hay nada como respirar en libertad con la moto y con los colegas. Rodar libre, hablar libre, pensar libre... son cosas que no me dan ni la moto ni Harley-Davidson ni el grupo de Indian que pacían en El Atazar. No hay nada como creerse libre para ser libre, no hay nada como sentirse liberado. Porque en otros lugares, en otros países, me queda perfectamente claro que la Ley se sitúa por debajo del carácter de los pueblos, no como aquí, que se empeñan en obligarnos a poner una pegatina en la moto para obtener, con sus cámaras, lo que ya saben por la matrícula.