Quien no ha perdido a alguien a quien admira
con todas sus fuerzas y a quien quisiera abrazar cada día, alguien que siempre tenía las palabras justas para cada situación, alguien grande, enorme y con un corazón gigantesco... quizás, sólo quizás, se ría de quienes hablamos de señales. No me importa. Lo entiendo. Pero tal vez llegará un momento en que quienes nos tachen de locos o excesivamente espirituales entiendan lo que decimos, y entonces se alegren de poder entenderlo.TE ECHO MUCHÍSIMO DE MENOS PAPÁ.CON M DE MAMÁ y S de SEÑALESRevista En Femenino
Quien no ha perdido a un padre al que adora no sabe qué es no poder tenerlo cuando se quiere.Por suerte, tú sabes hacerte notar cuando más lo necesitamos. Apareces de manera discreta, en forma de canción, de frase que otro dice, o de mirada. Es curioso porque a veces cuando ni yo misma noto que te necesito mucho en un determinado momento, de pronto algo me recuerda que estás. Algo que otros días no he notado. Señales.El lunes por la tarde te necesitaba, mucho. Por dos motivos diferentes. Uno era Rubiazo, el otro yo. Y ahí estabas. Sin que yo te lo pidiera. Pasamos con el coche por el camino que hace dos años me llevaría a tu casa, como tantas otras veces he pasado. Sin embargo, el lunes algo se rompió dentro de mí y lloré. Al rato, mientras me acuclillaba para mirar fijamente a Rubiazo y le hablaba para que se mantuviera en calma, me miraste; sí, sus ojos tenían tu mirada. Esa mirada de tus últimos días, como vidriosa, pero tan profunda y sabia. Esa mirada que, a pesar de todo, sólo transmitía paz y serenidad. Estabas ahí, en sus ojos. Eras tú quien me escrudiñaba mientras hablaba. Estuviste un buen rato allí. Sé que quisiste decirme que todo iba a estar bien, que estuviera tranquila. Volví a llorar allí mismo, sin ningún intento por mi parte de que no se me notara. Y de repente, te fuiste.