La verdad aparece tras mucha observación
Nadie dijo que iba a ser sencillo. Ya me lo habían avisado y otras lecturas me hacían indicar que iríamos a esto. A una lectura complicada, nada complaciente, exigente, con un regusto final no muy grato. En otras reseñas habíamos hablado de la misantropía de Chirbes, tal vez equivocadamente. Chirbes cree en el ser humano pero en el de verdad, en el que se oculta tras muchas capas, su idea es llegar al fondo, al final, a lo que queda cuando le restas todo lo demás, la idea expresada abajo como parte fundamental de su idea de lo que es el ser humano:Después de tantos años rechazando ese recuerdo, expulsándolo de su vida, le habla al micrófono y piensa que uno nunca acaba de saber el porqué de las cosas que de verdad importan, las que conciernen
Para llegar a ese punto, a decapar a los protagonistas hasta su alma más íntima, hasta ese dolor primigenio y formativo, Chirbes, no se anda con chiquitas. Disecciona al personaje y su realidad, estrato a estrato, no dejando nada por remover, intentando llegar a eso que siempre ha visto que existía tras todo el artificio. La verdad que está oculta y que no aparece sino tras mucha observación.
Chirbes, entomólogo humanoMucha gente, mucho crítico y muchos lectores creen que Crematorio es una crónica de la realidad social de un momento dado, en este caso del desarrollismo de la costa y que ha terminado de manera abrupta y miserable. Para mí Chirbes no disecciona la sociedad, disecciona al personaje en sociedad o mejor dicho aún, al personaje que es producto de esa sociedad. El autor no tiene interés en tipos como Rubén Bertomeu, verdadero protagonista de la novela, sino que le interesa como se ha llegado a crear un personaje así. Qué claves le mueven y porque se mueve. Qué última pulsión es la que se da en su fuero más interno. Conociendo al personaje conoceremos su entorno, hace así Chirbes de entomólogo humano.Para llegar a eso el autor monta un artificio tremendo. Una prosa muy trabajada, sojuzgada a base de trabajo, unos personajes perfectamente construidos y bien expuestos, un uso de la primera persona encomiable y también de la psicología. Se llega a un punto en que puedes llegar a predecir algunos de sus pensamientos con mucha facilidad. Como corriente subterránea existe el dinero y la cultura. En las páginas de Crematorio se nos muestra la amplitud intelectual de Chirbes. Dejando retazos de las cosas que interesan al autor y que pone en boca de sus personajes. En cuanto al dinero, fin de nuestra sociedad capitalista, el autor no es nada complaciente, sirva como ejemplo:
No es el dinero, le dice ella a Juan, no es el valor del dinero, es que el dinero nunca llega solo, no cae del cielo. El dinero es lo que hay que hacer para conseguirlo, para conseguir que se reproduzca deprisa, la gente a la que te obliga a tratar, a la que tienes que suplicar, a la que tienes que hundir, lo que hay que hacer para mantenerlo…
La novela es un brillante ejercicio literario. Da un poco de pena que tuviera su gloria gracias a una serie televisiva, como obra de ficción tiene demasiados méritos como para necesitar ayuda de nada más. Es verdad que Chirbes no es sencillo, es un autor que exige una atención constante, que te va golpeando poco a poco en la conciencia, en tu entendimiento de la realidad y claro, el esfuerzo exigido filtra a los posibles lectores. Si tienen tiempo es una lectura preciosa para hacerla con calma, degustando la prosa clarividente de Chirbes, encontrando el talento en las frases que describen con meridiana claridad un pensamiento complejo, comprendiendo que hay humanos que tienen esa capacidad de decir con palabras algo que se nos escapa a muchos. Pongan un Chirbes en su librería, no se arrepentirán.
Te falla la religión, el más allá, la eternidad y todas esas monsergas, y entonces te queda la política, que es la búsqueda de la felicidad aquí, el bien común, el banquete universal; y cuando la política también se te viene abajo, y tienes la impresión de que te has quedado sin nada, cuando alcanzas ese nihilismo, es cuando te das cuenta de que por primera vez estás pisando el suelo; empiezas a apreciar de verdad las cosas, extraes fuerzas de esa nada, porque es una nada productiva, eres tú contigo mismo, te quedas tú solo, con los restos de todo lo que quemaste en la vida; con la ceniza que el cura te pone en la frente al empezar la cuaresma. Te queda saber que eres sólo parte de la naturaleza, y entonces deseas confundirte con la naturaleza, volver a eso que antes se llamaba la madre tierra, identificarte con el polvo, saber que en el polvo se guardan vidas anteriores (de eso sólo algunos monjes, algunos ascetas y místicos, se han dado cuenta); hacer ejercicios de convivencia con él, empezar a acostumbrarte a él, sentirlo, barro originario, dejarte envolver por él, hundirte poco a poco en élAnagrama, 2010Compra en Casa del LibroSergio Torrijos