Cuando a veces pienso que no debería escribir estos tochos infumables, que no debe haber nadie que los lea, en última instancia me viene a la mente un pensamiento que me vuelve a dar ánimo: ¡Tengo al menos un lector: Luis!
Yo no consigo ser una persona comedida y escribir cosas adaptadas a este contexto de internet, que obliga a tener en cuenta que en pantalla sólo somos capaces de leer escritos cortos y relativamente ligeros. Y encima, mi pensamiento tiene el grave inconveniente de tender a llegar hasta ese momento de perplejidad en el que queda demostrado que Dios es un cachondo mental, que ha creado un universo que, si lo quieres entender, tienes que, primero, pensar una cosa, y acto seguido, pensar sobre esa misma cosa lo contrario. ¡Así no hay Dios que se haga entender!
En este último escrito, el que tú comentas y a cuyo comentario yo prefiero contestar aquí, hay dos ideas que trato de exponer y que, cómo no, forman una paradoja: el orden y la tranquilidad surgen de la repetición, de la fidelidad al pasado, de la renuncia a la libertad de ser uno mismo; y, por el contrario, cuando tratas de ser tú mismo, de actuar según te dicta tu propio interés, en suma, de ser libre, eso, socialmente, tiende a significar caos, y, en el nivel psicológico, angustia y sentimiento de culpa. Con lo cual se puede crear un círculo vicioso, porque, como decía Freud, cuando sientes angustia (por ejemplo en la adolescencia, la edad en la que más intensamente se vive la necesidad de ser uno mismo… y la edad en la que los trastornos psíquicos hacen eclosión), lo primero que se pone en marcha es el mecanismo psíquico de defensa que Freud denominó regresión: tratas de volver a un orden anterior, a la infancia, al momento previo a aquél en que surgió la angustia (es decir, al estado de dependencia afectiva de los padres o, en el extremo de la psicosis, a la fantasía de regresión al útero; en suma, al paraíso perdido). La salida madura de la angustia ha de conjugar, sin embargo, el orden y la libertad, encontrar sentido (orden) a la vida no ya repitiendo lo que te viene dado (que también), sino descubriendo (en libertad) lo que toca hacer de cara a ese territorio desconocido que es el futuro.
Creo que avanzamos porque ésa es la única manera que tenemos de regresar; que marchamos hacia el futuro porque sólo de esa forma podemos buscar lo que añoramos. Lo dicho: Dios nos vacila; y yo, por su culpa, no soy capaz de poner por escrito algo sencillo y digerible.
De todas formas, gracias, Luis, por estar ahí… Y enhorabuena por tu blog (http://luisupyd404.blogspot.com/ ) y tus chistes, que se entienden a la primera.