Revista Política
No puedo por menos de expresar mi preocupación, y también mi rechazo, por la decisión de la Sala del 61 del Tribunal Supremo de impedir a Sortu que concurra a las elecciones de mayo, por 9 votos a 7.
Creo que es pésima noticia impedir a la izquierda abertzale entrar en el juego democrático. Sortu ha apostado de forma expresa por la vía política y democrática.
En sus estatutos rechaza abiertamente y sin ambages todo tipo de violencia, muestra que cumple al cien por cien con los requisitos de la Ley de Partidos, pero la Sala del 61 ha preferido posicionarse, mayoritariamente, al lado de las tesis de la Fiscalia y de la Abogacía del Estado. Tesis basada en apreciaciones más que en pruebas concluyentes ya que ni siquiera los policías testigos han sido capaces de presentar una prueba documental suficientemente sustentada.
Por supuesto que Sortu tiene un plan B, preparado hace semanas y se presentarán con la coalicción Eusko Alkartasuna y Alternatiba. Sortu aportaría personas sin vinculaciones pasadas con las diferentes marcas electorales utilizadas por Batasuna anteriormente.
Creo firmemente que la izquierda abertzale tiene razón cuando afirma que "la contaminazión ambiental de los últimos meses ha pesado demasiado sobre la Fiscalía, la Polícia y el propio Tribunal Supremo".
A pesar de la declaración tajante de Sortu, que apuesta por los votos y no por las armas, el Tribunal Supremo, ayudado por toda la hipocresía circundante, ha decidido impedir su presencia en las elecciones de mayo.
No, no es buena noticia para la democracia.