Creo que mi padre es un elfo... O cómo y cuándo decir a los hijos la verdad de Papá Noel y los Reyes Magos.
¡Cuidado! Este post contiene Spoiler (información confidencial), así que si no conoces la verdad de la Navidad o no quieres conocerla quizá mejor no sigas leyendo. Avisad@ estás.A todos los padres nos llega este momento en la vida. Bueno, a todos menos a los que desde un principio no hayan dado pie a esta mágica historia. (Que los habrá, supongo yo).
Los peques han ido creciendo con esa ilusión: "Si te portas bien, vendrá Papá Noel y te dejará sus regalos". ¡¡Bieeen!! Pero los niños van haciéndose mayores, los peques ya no son tan peques... Y llega un día que te tienes que enfrentar a esta dura cuestión: ¿Debería decirles la verdad? ¿Y cómo se lo digo?
Comienzan las preguntas complicadas
Puede darse el caso de que sea tu propio hijo el que te asalte de repente un día con la temida y comprometida pregunta: ¿Papá Noel existe de verdad? ¿Los Reyes Magos son los padres?
A veces puede ocurrir por cuestiones de "chivateos" de otros compis del cole. Esta cuestión da para un post aparte, pero resumiendo os comentaré que creo que para un niño no debe ser agradable semejante jarro de agua fría por parte de sus compañeros y amigos. Así que, padres y madres, si vuestros hijos conocen la verdad de la historia intentad añadirles también la empatía de guardar el secreto frente a otros niños que tal vez lo desconozcan. No queremos aguar a nadie la fiesta, ¿verdad?
Bueno, que me desvío un poco del tema... En otras ocasiones, es algún error de "intendencia" en la preparación de los regalos el que hace saltar la alarma en el peque. Dejar entrever sin querer algún pequeño detalle: un papel de regalo que asoma, una caja o paquete extraños, sospechosas y repentinas escapadas del padre o de la madre (a comprar los regalos, claro)...
O simplemente una cuestión de lógica aplastante, conseguida gracias a la madurez natural del niño en cuestión:
Preguntas difíciles
- ¿Cómo puede ser que entre Papá Noel en nuestra casa? (si encima no tenemos chimenea).
- ¿Cómo es posible que entregue todos esos regalos en una noche?
*Preguntas similares a éstas se darían igual en el caso de sus majestades los Reyes Magos. ¡No se iban a escapar de la perspicacia tampoco!
Creo que mi padre es un elfo...
Tampoco la televisión y los medios ayudan demasiado a mantener el misterio. Sólo hay que ver que por todas partes están continuamente dando pistas e información para que los peques aten cabos.
Desde aquí una llamada: Señores publicitarios, por favor, si no quieren acabar rápidamente con la Magia de la Navidad... moderen sus mensajes.
En este sentido, hay campañas navideñas que por lo menos son entrañables. Sin ningún afán de publicidad de la marca (que no voy a nombrar) la de "Mi padre es un elfo" seguramente se acabará convirtiendo en la canción de la temporada (yo no puedo evitar tararearla de vez en cuando, jeje).
La frase "Creo que mi padre es un elfo" me parece genial. En cierto modo, los padres somos como elfos que echamos una mano con los regalos, ¿no?
La cosa empieza a ponerse fea cuando por ejemplo el peque está escribiendo su carta a Papá Noel/Reyes Magos y lanza al aire súbitamente la siguiente cuestión:
- Y si vosotros queréis (o necesitáis) tener un ........... (aquí podemos añadir cualquier artículo o producto realmente caro y alejado de nuestro alcance como simples mortales. Dícese coche, casa, caravana o lo que surja)... ¿Por qué no os lo pedís para Papá Noel?
¡Ay, Santa Locura!
Muy tranquilamente tú les contestas que claro, no hay que ser egoísta. Debemos pensar que todo el mundo quiere tener su regalo. Es justo, ¿no? Así que tampoco podemos exagerar, que el tema tiene que estar bien repartido.
"Hombre, además (te ríes un poco) ¿cómo iban a meter algo así en un trineo o camello? " Y si con suerte no continúa con su interrogatorio preguntando que entonces cómo mete los regalos de todos los niños allí, pues de momento vas servido.
Entonces... ¿Cuándo decirlo?
Pues lamentablemente, a partir de allí el tema puede ir complicándose por momentos. La fecha y edad exactas, ¿quién lo sabe? El caso es que los padres, acorralados, tenemos que acabar optando por una decisión.
Podemos seguir enlazando mentiras unas sobre otras (y aquí se genera otro complicado debate sobre el valor del ejemplo en la educación). O decimos la verdad pura y dura.
Bueno, hay otra opción que es la que hemos ido adoptando nosotros a lo largo del tiempo: salirse por la tangente. Esto es, abrir una investigación lanzando al infante a su vez nuestra pregunta:
Esta sencilla pregunta nos puede arrojar bastante luz sobre la situación y el momento en que se encuentra nuestro hijo o hija. Nos dará bastante información de si está preparado o no para afrontar medianamente el tema.
Una vez llegado este punto, nos podemos encontrar con que, simplemente, ya lo sepa. Por lo tanto, lo asuma con aplastante naturalidad.
Y si no, siempre podemos optar por explicarle, sin mucho detalle, que la existencia de estos personajes depende de la Magia. Y que (como Magia que es) puede creerse en ella o no.
Hace un tiempo leí una bonita historia. En ella, una vez llegado este día, los padres le leían a su peque una carta muy emotiva. Le explicaban que, como ya tenía edad suficiente para entenderlo, iban a compartir con él lo que ponía en esa carta.
Una carta que habían estado guardando hasta ese momento.
Carta de los Reyes Magos a los padres
-Mamá, mamá... mis amigas del cole dicen que los Reyes Magos son los padres, ¿es verdad?
La madre de María sonríe, le da un beso y le dice:
- Mira María... Tengo que enseñarte algo que guardo en este cajón desde hace varios años.
Su madre saca del cajón un sobre blanco. Lo abre y le dice a María:
-Esta carta la recibimos en casa el día en que naciste. Es una carta escrita por los Reyes Magos y que nos piden que les hagamos tres favores. ¿Quieres que te la lea?
-¡Sí mamá, por favor!
CARTA DE LOS REYES MAGOS A LOS PADRES:
Apreciado papá y apreciada mamá de María,
Somos los Reyes Magos. Sabemos que acaba de nacer María. Es una niña preciosa que os va a hacer muy felices a los dos. Ya sabéis que cada 6 de enero nosotros vamos en silencio a casa de todos los niños y les dejamos unos regalitos para celebrar el nacimiento del niño Jesús y para decirles lo orgullosos que estamos de ellos.
Pero a partir de ahora no podremos hacerlo porque estamos muy viejecitos y cada vez hay más y más niños en este mundo. No podemos ir a casa de todos. Además, ayer me caí del camello y me rompí el brazo (soy Melchor, un poquito torpe); Gaspar es muy lento porque camina con la ayuda de un viejo bastón y Baltasar, ¡nuestro viejecito Baltasar!, se olvida siempre de dónde tiene la lista de los regalos. Como ves, ya estamos muy mayores y necesitamos pediros tres favores muy importantes:
Primer favor:
Que nos ayudéis a poner los regalos a los niños. Cada padre y madre harán nuestro trabajo el día de Reyes: leerán las cartas de sus hijos y, con la misma ilusión que la nuestra, les pondrán los regalos como si fuéramos nosotros. Así todos los niños del mundo tendrán sus regalos y nosotros podremos descansar y ver, desde lo lejos, sus caritas de alegría.
Segundo favor:
Como esto es un gran secreto, no se lo podréis decir a María hasta que cumpla los 7 años. Cuando tenga esta edad, ya será mayor y sabrá guardar este secreto. Los niños pequeños no deben saber que nosotros ya no podemos poner los regalos y que son los padres los que nos ayudan porque si no... ¿qué pensarán de nosotros? ¿dónde estará la magia? El secreto se ha de decir solo a los niños responsables, a los que ya pueden entender que nosotros les queremos mucho y que por eso pedimos ayuda a sus padres, las personas que más los quieren a ellos.
Tercer favor:
Algunos padres que nos ayudan están enfermos o no tienen dinero para comprar regalos a sus hijos. Y también hay niños que no tienen la suerte de tener dos papás. Por eso, necesitamos que vuestros hijos se conviertan "un poquito" en Reyes Magos y compartan algunos regalos con los niños que no tienen tanta suerte como ellos.
Nada más. ¿No es demasiado, verdad? Cuando María te pregunte por primera vez quiénes son los Reyes Magos léele esta carta. Entenderá por qué nosotros hemos confiado en vosotros para hacer nuestro trabajo: porque sois las personas que más lo queréis en el mundo y que mejor pueden ver su enorme y bondadoso corazón de perla.
Atte. Melchor, Gaspar y Baltasar
*Versión publicada originalmente en el blog de Ikiora.
El texto, por supuesto, se puede adaptar a la versión en la que es Papá Noel quien deja siempre los regalos en casa.
Reflexiones maternales...
La verdad que es bastante duro para los padres ver que tus pequeños han crecido. Y está claro que, desde ese momento, habrá algo en la Navidad que ya no será lo mismo. Ni mejor, ni peor quizás. Pero igual, no.
Ese tintinear de campanas a escondidas por algún miembro de la familia. "¿Habéis oído eso? A mí me ha parecido escuchar unos cascabeles." "¡Sí, yo creo que he visto una luz pasar por el cielo!"
En fin, que no quiero ponerme melancólica tampoco. Porque debo decir que esa ilusión, esa Magia, acaba envolviéndonos a todos. De tal modo que pienso que su esencia no debe perderse.
Por lo menos, no su fondo. Ese poso de emoción en esa noche especial. Esos nervios por ver la cara de quien abre nuestro regalo. Porque lo mejor de todo es compartirlo y vivirlo con las personas que más quieres. ¿Qué mejor regalo que ése?
Hay gente (sí, la hay) a la que no le gusta la Navidad por múltiples causas. Y es respetable, por supuesto. A menudo suele deberse a que no están de acuerdo con su faceta frívola y comercial. Pero pensando fríamente... el resto del año ¿no acaba estando todo lo demás también salpicado de esa misma frivolidad? Todo depende de cómo cada uno de nosotros lo vivamos.
Pero esa felicidad, esos momentos entrañables cuando los niños pequeños ven bajo el árbol sus regalos. Esa carita de alegría y sorpresa... Vaya, que hay que vivirla. ¡Y contagiarnos con ella!
Y tú... ¿qué opinas? ¿Ya les has contado la historia a tus peques?