Cuando a Eduard Sporck le plantean dirigir una orquesta mixta de jóvenes palestinos e israelitas para un concierto durante las negociaciones de paz, en un principio se resiste. Pero acepta, con todo lo que ello conlleva y lo que implicará teniendo en cuenta también su pasado...
Una bonita historia en la que la música es también protagonista, un importante protagonista.
Me ha gustado porque trata el conflicto paslestino-israelita desde otro punto de vista, el de unos jóvenes a los que les une la música. Y muestra las diferencias, los rencores, la ira, la violencia enquistada, y lo complicado que es la paz incluso estando en otro suelo y trabajando en ese elemento que a todos les une, la música.
Correctos los actores y excepcional Peter Simonischek.
Una película llena de emociones, que cumple y en la que, una vez más, se pone de relevancia la importancia de las artes.